En el más absoluto ostracismo, encerrada durante tres días seguidos en su casa en las afueras de Madrid y sin salir ni para ir a misa.
Así pasa sus días la ex presidenta María Estela Martínez de Perón, desde que un juez español le dictara la libertad provisional el viernes pasado, tras negarse a ser extraditada .
La ex mandataria se enfrenta a una fuerte presión de la justicia argentina y en un plazo no superior a 40 días "Isabelita" puede presentar recursos o alegaciones para que la extradición no se concrete.
La viuda de Perón decidió encerrarse en su casa blindada y no ser vista, tras conocer la noticia de que pesa sobre ella un pedido de extradición librado por el juez federal de Mendoza, Raúl Acosta, que la acusa por delitos de represión ilegal, avalados por la firma de tres decretos que habilitaron a las Fuerzas Armadas a aniquilar a los "elementos subversivos".
Además, Isabelita se enfrenta a la posibilidad de ser juzgada también por el juez argentino Norberto Oyarbide, que analiza resoluciones y decretos firmados por María Estela Martínez de Perón para determinar su responsabilidad sobre los crímenes perpetrados por la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), comandada por uno de sus ministros y hombre de confianza, José López Rega.
Ningún vecino vio entrar o salir a nadie de la casa de “Isabelita” en estos día. Las persianas de su casa permanecían cerradas hasta el piso y desde afuera ofrecía el aspecto de estar deshabitada desde hace mucho tiempo.
Ayer, el primer domingo desde que se le notificó el pedido de captura internacional desde la Argentina por crímenes políticos ocurridos durante su gobierno, la viuda de Perón quebró lo que era uno de sus hábitos de fin de semana y no salió ni para ir a misa, según publica hoy el diario La Nación
En el frente y en los alrededores de la casa no hay ni una señal que revele que allí vive alguien: ni una maceta, ni una planta, ni una mascota, nada.
“Isabelita”, de 74 años, compareció en la Audiencia Nacional el pasado viernes, donde se le informó sobre el pedido de captura.
La viuda de Perón mostró dificultades para caminar, y por momentos se la vio algo perdida y de aspecto frágil. Allí, ella le dijo al juez que tenía “lagunas” de memoria y que sufría alucinaciones, por lo que estaba medicada.
Por su estado de salud, el juez español Juan del Olmo la dejó volver a su casa con libertad provisional, y bajo condición de comparecer en el juzgado cada quince días.
Isabelita deberá ser sometida a peritajes médicos, que incluyen uno de tipo psiquiátrico para determinar su condición personal, indicaron fuentes judiciales.