POLITICA
Grave denuncia

La dura carta en la que la sobrina de Alperovich lo llama "mi monstruo"

En pocas horas se vence la licencia del senador, acusado de abuso sexual por una de sus sobrinas. La oposición pide que no vuelva y la causa sigue empantanada.

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Señalado. El senador tucumano debió pedir licencia de su banca. | cedoc

A pocas horas que se venza la licencia de seis meses de José Alperovich a su banca de senador, su sobrina, quien lo denunció hace un año por abuso sexual, publicó este martes una carta en la que se refiere a la situación, a la que califica como “muy dolorosa” y destacó:  “No necesito que nadie me diga que José Alperovich cometió actos de abuso contra mi integridad física, sexual y psicológica para que sea cierto”,

La denuncia de la sobrina del ex gobernador tucumano lo obligó a pedirse licencia en la Cámara Alta pero la causa en la Justicia permanece empantanada. Primero por los recursos presentados por la defensa del senador, que insiste una y otra vez en su inocencia, y luego por la parálisis del sistema judicial en tiempos de pandemia. Además, resta una definición de la Corte Suprema sobre donde debe tramitarse la causa, si en los tribunales tucumanos o porteños, ya que los abusos habrían ocurrido tanto en Buenos Aires como en Tucumán. En tanto, en las últimas horas, legisladores del interbloque de Juntos por el Cambio le solicitaron al bloque del Frente de Todos que el senador prorrogue su licencia hasta que se aclare su situación en la Justicia.

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“El domingo 24 de mayo se cumplió un año desde que decidí, con mi ultimísimo aliento y después de un proceso postraumático muy doloroso, enfrentar esta situación de raíz y decirle a él mismo mi ‘nunca más’. El vencimiento de su licencia en el Senado celebrándose el mismo día del aniversario del vencimiento de mi silencio”, arranca la carta de la joven, quien relata que trabajó desde finales de 2017 en la campaña a gobernador de Tucumán de Alperovich. Al hablar de su situación, sostuvo: “Me lo negué a mí misma durante mucho tiempo porque no podía asumir el peso del miedo, del sometimiento y de la violencia sexual a la que me expuso. No podía, no quería que sea verdad. Lo tapé, creí que iba poder. Viví, seguí adelante. Puse toda mi fuerza en el trabajo, me desafié para demostrar a través de mi desempeño profesional que era una mujer íntegra y respetable por mi labor exhaustiva, útil y sólida”.

Y continuó en su descargo: “Me encargué de absolutamente todo lo relativo a sus actividades diarias y a su salud. Creí experimentar la resiliencia de ese modo, creí que así podría “olvidar” y recuperar mi dignidad. Sentí culpa, vergüenza. Mucha vergüenza. Eso significó además de un trauma, una tarea con la que tenía que lidiar porque no podía dar cuenta a nadie de lo que me pasaba. Para afuera todo estaba bien, no podía ni decírmelo a mí misma.  La vergüenza que estas situaciones traumáticas me hacían sentir me condenaba a un silencio pactado conmigo misma. Mi monstruo ni siquiera tenía que hacerse cargo de que me oprimía”.

“Para mayo del 2019 –agrega la carta- no podía cumplir con mis responsabilidades laborales diarias, no estaba conectada a nada ni a nadie. Me sentía totalmente ausente, perdida, haga lo que haga o esté donde esté, hasta que llegó el día en el que directamente no pude siquiera levantarme de mi cama para ir a trabajar, ya no podía más. Anuncié mi falta y junté fuerzas toda esa mañana para animarme a hablar con él. Por primera vez me sentí con las herramientas para cuidarme de la situación, yo ya estaba rota y no tenía nada que perder, a partir de ese momento se trataba de empezar a conceptualizar, llamar a los hechos y a las personas por su nombre”.

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La sobrina del senador contó que eligió “un ámbito de seguridad para mí al reunirme con él”. Y por eso eligió su casa, “donde estaría su familia circulando y donde sentí que ante el rompimiento de mi silencio su reacción debía ser controlada y podría salir de ahí a salvo. El 24 de mayo de 2019 mi cuerpo, mi conciencia y mi entereza para enfrentarlo me sacaron de ahí para siempre”.

En medio de su confesión, la joven se refirió a la demora de la causa en la Justicia: “No necesito que nadie me diga que José Alperovich cometió actos de abuso contra mi integridad física, sexual y psicológica para que sea cierto, yo sé que es cierto, lo viví, me pasó a mí. Elegí elevar mi caso a la Justicia, a pesar de lo difícil que es llevar a cabo una denuncia, por mi necesidad de poner las cosas en su lugar y de decirlas para liberarme de su carga. Creo que legal y socialmente es el lugar en el que le corresponde estar y ser tratado”.

Por último, dejó un mensaje a quienes la apoyaron en su situación: “Hoy valoro la capacidad de reponerme de esta situación no siendo más condescendiente con el trauma: vivo y siento, como, duermo, me río, me ocupo y estoy presente, me capacito, me divierto, trabajo, me cuido, me rodeo de amor, me elijo. Agradezco a todas las organizaciones y personas que manifiestan su apoyo y acompañamiento. No nos callamos más”.