“¡Este año gané tres elecciones!”, se ufanaba Juan José Alvarez, el principal consejero de Sergio Massa, al trazar un balance de 2013 en las cenas de fin de año. Su particular listado de triunfos incluía a las elecciones primarias y legislativas, que coronaron la victoria del tigrense, y los comicios de River, donde se esmeró en conseguir votos para Jorge Brito, hijo del banquero homónimo y compañero de fórmula del nuevo presidente del club, Rodolfo D’Onofrio. Alvarez, a quien el 2013 también le dejó la amargura de una pérdida familiar, ya trabaja en la cuarta elección con Massa como candidato a presidente y con el gobernador Daniel Scioli como principal adversario.
La sucesión de Cristina Kirchner se resolverá en 2015. Pero Massa y Scioli ya miden sus pasos como si fuera a definirse en pocos meses.
El gobernador intercala reuniones de gabinete con otras donde agrupa a quienes lo acompañarán en la estrategia de comunicación de la campaña. Allí se estableció que en el segundo trimestre del año se dará un nuevo impulso público a sus aspiraciones presidenciales. Entre tanto, los operadores del sciolismo recorren el país para consolidar alianzas. No sólo la travesía norteña del hermano del gobernador, José Pepe Scioli, se explica en esta estrategia. También el paso de Santiago Montoya por Córdoba. Sus encuentros fueron mucho más allá de la celebración de la Fiesta Pirata, el encuentro de los hinchas del club Belgrano de Córdoba que tuvo a Montoya entre sus principales animadores.
Scioli se resignó. Comenzó a aceptar que Cristina Kirchner avanzará hacia 2015 sin consagrarlo heredero. Y, frente a un gobierno nacional que percibe debilitado, el mandatario bonaerense se animó a mostrar gestos de autonomía, como su reunión con José Manuel de la Sota o su pedido para que Ricardo Echegaray aclare los incidentes de Río de Janeiro; escenas inocuas, pero que en otro tiempo hubieran merecido una réplica de la Casa Rosada.
Todos se envalentonan porque el decaimiento del Gobierno se volvió flagrante.
El esquema de poder que tenía a Jorge Capitanich como figura estelar se consumió en los fuegos de diciembre. El jefe de Gabinete ahora anhela un respiro para recuperar los casilleros perdidos.
La fotografía bonaerense que agrupó al matancero Fernando Espinosa y al histórico diputado José María Díaz Bancalari como autoridades del PJ provincial también fue una postal de la transición. No hubo figuras de La Cámpora ni apuestas al futuro del kirchnerismo en aquella imagen. Fue la expresión defensiva de las tradicionales jefes del peronismo bonaerense frente a tiempos de cambio en el timón de la política.
Nadie como ellos para olfatearlo.