La tía de la nieta 115, Estela de la Cuadra, fue, junto a su madre y fundadora de Abuelas, “Licha”, una de las que más trabajó para intentar recuperar a su hermana y a su sobrina desaparecidas.
A tal punto que, ante la justicia, reveló los nexos que tenía la última dictadura militar con la Iglesia, y cierto nivel de complicidad.
Los vínculos de la familia De la Cuadra con la Iglesia eran estrechos: parte de la familia, fundadora del pueblo de Balcarce, donó millonarios campos a la Curia.
En el 77, ni bien desapareció Elena (la madre de la nieta recuperada), y tras presentar un habeas corpus, la familia contactó a un obispo de confianza para que les presentara al secretario del vicario castrense, Emilio Graselli. Allí les dijeron que “Elena estaba bien, en los alrededores de La Plata” y no les dieron más precisiones.
Desesperados, fueron a ver a Pedro Arrupe, general de la compañía de Jesús. Se encontraba en Italia, justo donde estaban exiliados dos de los hijos de “Licha”. Arrupe les respondió que los ayudaría a través del provincial de los jesuitas, Jorge Bergoglio, en una reunión que iba a realizarse en Buenos Aires.
Dos meses más tarde Arrupe cumplió y le solicitó a Bergoglio que los ayude. Tras varios intentos, finalmente Bergoglio recibió a la familia y escribió, de puño y letra, una nota en la que le pedía al obispo auxiliar de La Plata que se ocupara del caso, según declaró Estela ante el Tribunal Oral 6. Con esta carta, Mario Piqui, arzobispo de La Plata, recibió al marido de “Licha”, Roberto y le prometió vería al vicegobernador. Allí supieron que Elena había dado a luz.