El primer encuentro iba a ser el martes. El día marcaba el peso de los interlocutores. Tan sólo dos días después de ganar la Presidencia, Mauricio Macri iba a recibir a Hugo Moyano. Pero la reunión fue re-agendada para el jueves, para la hora del almuerzo. Llegó el jueves y el secretario general de Camioneros recibió el mensaje menos esperado. Macri no podía recibirlo. El aliado le marcaba la cancha. Moyano vio revivir sus peores horas con el kirchnerismo. Ahora, busca que Macri lo reciba la semana que viene, pero los ánimos no son los mismos. Macri ya tiene pareja para el baile y Moyano no es su celestino.
Durante meses, el sindicalista puso todas sus fichas en el triunfo de Macri. No jugó abiertamente, como en otras elecciones, pero se dedicó a tejer acuerdos por debajo de la mesa. La llegada del joven Jorge Triaca a la cartera de Trabajo es un trago sin sabor para Moyano. Las expectativas del sindicalista no giraban en torno al Ministerio de Trabajo, que en medio de un proceso de devaluación de los salarios se convirtirá en una “silla eléctrica”. Su objetivo estaba puesto en el Ministerio de Transporte. “Es lo único que pidió”, confió uno de sus colaboradores más estrechos. El plan de transporte que Moyano quería imponer está diseñado hace meses y prolijamente ordenado en una carpeta con cientos de folios. Durante meses, uno de sus asesores externos, el abogado Guillermo López del Punta –ex secretario de Transporte de Eduardo Duhalde en 2002 y asesor de gremios y empresas internacionales–mantuvo reuniones con casi todos los sindicatos del transporte y las cámaras empresarias. El técnico diseñó el plan y lo charló con Guillermo Dietrich, el hombre de Macri en el área.
Néstor Kirchner no les dio un ministro de Transporte, pero le cedió a los gremios el manejo de las subsecretarías de transporte de cargas, pasajeros, marítimo y aerocomercial. Es lo mínimo a lo que Moyano aspiraba esta vez. Juan Carlos Schmidt, secretario general de la Central Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) y uno de sus principales aliados, suele ser un hombre conciliador, pero ayer sus palabras demostraron el nivel de tensión entre Moyano y el macrismo. El sindicalista admitió a PERFIL que no habían sido consultados sobre sus sugerencias en el armado del Gabinete y dejó en claro que cuando los sindicatos no participan en la toma de decisiones políticas, sueltan la mano. “Es la decisión de un gobierno electo, que deberá hacerse cargo de sus errores”, aseguró.
Moyano sabía que no iba a lograr desplazar a Dietrich como ministro, pero esperaba tener poder de decisión en la política de transporte a través de puestos técnicos, como la Secretaría de Transporte, que depende del ministro, pero tiene autonomía. Y esperaba que Transporte no compartiera cartel con otras carteras, como lo hará ahora con Infraestructura, ni que dependiera del beneplácito de un equipo económico. Horas después de que Macri confirmara a Dietrich en Transporte, Camioneros anunció que reclamará un bono de fin de año de $ 8 mil. El sector no está pasando su mejor momento económico, aseguran tanto del lado empresario como sindical. Pero el gremio no esperó para mostrar los dientes. Eso fue antes del desplante del jueves.
Las expectativas se desinflaron en el moyanismo, que ahora espera poder negociar las segundas y terceras líneas de Transporte. “Cada uno cumplirá el rol que le corresponde”, dijo Schmidt a PERFIL y aseguró que la semana próxima llevarán al presidente electo una lista de reclamos que van desde el impuesto a las ganancias, la situación de las obras sociales –otro puesto político clave para los gremios es la Superintendencia de Salud–, el 82% móvil para los jubilados, y el factor que más puede recalentar la relación con los gremios y el próximo gobierno: ya quieren hablar de las políticas de inflación y las paritarias. Saben que es la carta más fuerte frente a un escenario económico incierto.