En 2018, se octuplicó el número de solicitudes de refugio por parte de ciudadanos de origen venezolano en Argentina. Solo en el lapso de doce meses, el número de requerimientos ante la Comisión Nacional para los Refugiados, dependiente del Ministerio del Interior, se disparó de 135 casos presentados en 2017 a 883 el año pasado, convirtiéndose en el tercer grupo a nivel nacional, detrás de los senegaleses y haitianos, en demandar este estatus de protección internacional.
Si bien el arribo de población de origen venezolano al país se ha venido duplicando año a año desde el estallido de la crisis en 2014, con 1.777 radicaciones temporarias y permanentes, hasta las 70 mil del año pasado, el crecimiento meteórico de las solicitudes de asilo ha tomado por sorpresa al Gobierno. En esencia, porque los venezolanos han gozado de su estatus de ciudadanos del Mercosur –pese a la suspensión que recae sobre Venezuela como miembro pleno desde 2017– que les ha facilitado el tránsito e ingreso. Y a ese respaldo inicial, se le añadieron una serie de flexibilizaciones burocráticas en los últimos meses para ayudarlos en su integración educativa y laboral.
Aún así, son cada vez más los venezolanos que se aproximan tanto a la Conare como a la oficina local del Alto Comisionado para los Refugiados de las Naciones Unidas (Acnur) para asesorarse e iniciar el trámite.
Según las hipótesis que barajan fuentes oficiales, la explicación de este salto en los pedidos de protección humanitaria radicaría en dos factores que crecen en frecuencia en los testimonios de los solicitantes. En primera instancia, el arribo paulatino y cada vez mayor a la Argentina, Chile y Uruguay de los “caminantes” venezolanos, inmigrantes que han de-sandado el trayecto por tierra desde el Norte empujados por un sostén económico mucho más precario.
Otra razón se explicaría por un sentimiento que se multiplica entre quienes se aproximan con el objetivo de ser reconocidos como refugiados por el Gobierno: el de hostigamiento y persecución. Cada vez son más los que afirman que su vida correría peligro si vuelven a su tierra.