Daniel Scioli acaba de anunciar la conciliación obligatoria y, luego de acordar con cerca del 80% de los gremios docentes, avisa que mañana los alumnos bonaerenses estarán en las aulas. Después de los 17 días de paro que sufrió el año pasado, antes de iniciar las clases, en plena campaña Scioli necesitaba evitar el conflicto. Se muestra de buen ingenio y hace bromas. El fallo del juez Daniel Rafecas, que desestimó la denuncia de Alberto Nisman contra la Presidenta, también ayuda a su humor. En la entrevista con PERFIL, a Scioli sólo le cambia la cara cuando se le señalan las criticas kirchneristas a su candidatura presidencial.
—Faltan 161 días para la elección. ¿Cómo llega?
—Lo llevo con mucha tranquilidad. Jamás me expondría a una elección si no tuviera la confianza de que puedo ganar. No quiero pelear una candidatura sólo por ser candidato. Yo estoy peleando por ser presidente; no quiero ser candidato, quiero ser presidente. Estoy en un momento en el que siento que la demanda de la sociedad coincide con lo que puedo dar, que es ese espíritu de tipo previsible, coherente, confiable, y hasta un puente generacional.
—Me imagino que cuando está en la calle no le demandan previsibilidad, le demandan seguridad...
—La gente sabe lo que hicimos, jamás prometo soluciones mágicas. Años atrás, esta provincia mantenía en vilo. La fuimos descomprimiendo, la gente lo ve, ve el esfuerzo que hicimos para dar normal inicio al ciclo lectivo, el esfuerzo que hacemos para cuidar el empleo, para hacer grandes obras.
— ¿Cuando decidió que quería llegar a ser presidente?
—Mi vocación política nace cuando estudiaba en el colegio Carlos Pellegrini, me comprometía en las asambleas de estudiantes, un colegio muy politizado. Luego la vida me llevó por el mundo del trabajo y del deporte, y cuando les puse a mis lanchas los nombres Argentina y La Gran Argentina sentí que todo lo que me estaba pasando lo podía volcar en la política. Ahora sé que voy a la etapa más exigente desde el punto de vista psíquico y físico.
—Tenía dos objetivos este año: uno, ser presidente, y otro, salir campeón mundial de futsal; no consiguió el último.
—Sí, pero bastante hemos avanzado. Yo sé que soy muy exigente conmigo mismo y con los que me rodean, sé que soy muy competitivo. No es cuestión de estar pegando patadas al otro para que el equipo gane, sino exigirnos cada vez más.
—Ahora el que le pega patadas es el ministro y precandidato presidencial, Florencio Randazzo. ¿No va a responder en toda la campaña?
—No quiero hablar ni de él ni de ninguno de los otros candidatos. Para ganar nos necesitamos todos. Necesitamos también ese voto independiente que nos llevó a ganar grandes elecciones con más del 50% de los votos. Mas allá de la dinámica de las PASO, que conozco porque comencé mi carrera política con una interna en Capital, no está en mi espíritu empezar a contestar y entrar en esa dinámica.
—¿No le molestan las críticas?
—Sigo adelante, no soy quejoso. Si quiero ser goleador, alguna patada me voy a comer. Yo estoy curtido; obviamente, cuando veo críticas injustas, infundadas, por el solo hecho de estar en una contienda electoral, duele, pero sigo adelante por la responsabilidad de tener a mi cargo a 16 millones de bonaerenses.
—Cuando habla, usted ya saca del escenario de definición a Sergio Massa y habla de una pelea entre usted y Mauricio Macri. ¿Este cree que será el ballottage?
—Esta elección se trata de dos visiones de país: la visión del PRO, que se trata de cambiar, cambiar y cambiar, como si fuera una palabra mágica, y por otro lado los que entendemos que tenemos que continuar con lo que se ha avanzado y tenemos que seguir transformando la Argentina. Avanzar sobre los logros anteriores. No se puede ser oposición por la oposición misma, o los que se juntan “en contra de”. Esto es más profundo. Yo apelo al voto a favor. Esto no es kirchnerismo o antikirchnerismo, esto se trata de avanzar.
—¿Hay alguna posibilidad de que acuerde con Massa?
—No hagas especulaciones sobre eso porque no existe. No quiero hablar de nadie. En su caso tomó un camino con una visión distinta, él sabrá. Está muy clara mi posición, y está clara la de él.
—¿Está convencido de que en agosto va a tener la boleta del Frente para la Victoria y va a ser candidato con este sello?
—Sí. (Silencio)
—¿No imagina un escenario en el que no le den el sello?
—Esas son cosas que se dicen. Lo mismo decían cuando fui a la Provincia, asegurando que era una trampa, y acá estoy. No me subestimen más, como si alguno me vaya a sembrar preocupación con eso. Yo me muevo con una alta cuota de buena fe y de buenas intenciones, y si estuviera pensando todo el tiempo que me quieren embromar, tomaría decisiones equivocadas. Yo creo en la buena fe, en Dios y en el sentido común, por eso estoy tranquilo.
—¿Está tranquilo con su relación con la Presidenta?
—Sí.
—Pero ella a veces en público lo critica...
—Y bueno, pero yo hablo con ella cuando tengo que hablar, después de estos años uno se conoce mucho, y hoy mi satisfacción personal pasa también por el fallo tan contundente de Rafecas, no se podía tener en vilo a nivel nacional e internacional por una denuncia de esas características.
—Cristina Kirch-ner dijo que la muerte de Nisman fue un asesinato. ¿Usted cree lo mismo?
—Todas las respuestas están en el Poder Judicial. Esperemos que se aclaren la circunstancias de su muerte.
Karina, su carta fuerte
Karina Rabolini se convirtió en una pieza clave en la campaña de Scioli. La mujer del gobernador recorre el país como presidenta de la Fundación Banco Provincia y, aunque los números en las encuestas la acompañan, asegura que no será candidata. “Creo que Daniel será un gran presidente. En Argentina están pasando muchas cosas buenas y hay cierta división entre nosotros, Daniel podría volver a unirnos a todos”, dice ella. “Ella me ayuda como lo hizo siempre, poniendo lo mejor de sí en cada momento crucial de mi vida, y yo sentí un gran orgullo al verla en el Vaticano exponiendo sobre programas sociales. Somos un buen equipo”, cuenta Scioli sobre Rabolini.