El peronismo argentino busca un líder. Y hasta que eso ocurra, todos sus integrantes tienden puentes, hacen llamados, no cierran puertas y esperan definiciones.
Por eso nadie habla de traiciones antes de entrar en la recta final de octubre. Son circunstancias necesarias. Ningún intendente quiere quedar del lado perdedor y las agrupaciones miran expectantes, porque además de la contienda legislativa, lo que se juega el PJ es saber quien será el dirigente que agrupe a todos de cara al 2019.
Algunos ejemplos dan cuenta de este panorama. El Movimiento Evita, bajo la conducción de Fernando "Chino" Navarro, parecía tener todo listo para una alianza con Sergio Massa, del Frente Renovador. "Si Massa demuestra una verdadera vocación de oponerse al oficialismo estamos dispuestos a charlar con él", dijo el dirigente en junio de 2016. La misma idea mantenía el senador Juan Manuel Abal Medina. Sin embargo, con el correr de los meses, el espacio salió a apoyar públicamente a Florencio Randazzo. Inclusive el acercamiento hacia el exministro de Transporte de CFK hizo ruido en las filas propias. Fue Jorge Taiana quien le paró el carro: "Es apresurada la decisión". Claro, en esta pelea, el que se apura, pierde.
Hasta último momento hay que dejar la puerta abierta para un nuevo salto, pareció decirle Taiana a Navarro. Esto que manifestó Taiana, lo puso en práctica un gobernador de peso como Alberto Rodríguez Saá (San Luis). Su disputa con Cristina cuando ella estaba en Casa Rosada era total. No se podían ver. Sin embargo, el tiempo pasó y ambos tuvieron la necesidad de acercarse por un enemigo en común. Es que en esa provincia, el presidente Mauricio Macri apostó por Sergio Poggi, exladero de los Saá y que ahora quiere ser el mandamás. Apremiado por esta situación, "El Alberto" no dudó y fue a pedir lugar en el Instituto Patria. Días atrás, inclusive, llegó a compartir escenario con la intendenta de La Matanza, Verónica Magario, y el dirigente Luis D'Elía.
Otro que cambió de idea cuando comenzó a ver las encuestas fue Martín Insaurralde. El intendente de Lomas de Zamora quiere ser gobernador de Buenos Aires en 2019. Para eso, necesita un candidato que mida para la contienda de octubre o estar en una lista nuevamente, como hizo en 2013. Fue uno de los impulsores del "Grupo Esmeralda", esta suerte de liga de intendentes que se mantenía unido hasta que los teléfonos empezaron a sonar de todos los espacios y cada uno jugó su suerte.
No veía con malos ojos la llegada de Randazzo, pero con los números en la mano, empezó a tender puentes, otra vez, con Scioli y el kirchnerismo. Primero se juntó con Máximo sin fotos, luego ambos dejaron la imagen en la Quinta de San Vicente y ya trabajan juntos para buscar "la unidad" y presionan a Randazzo para que acepte bajarse de una interna.
En la Ciudad de Buenos Aires esta situación se nota al extremo. Como el peronismo está afuera de la pelea, ya que todo indica que el podio será para Lilita Carrió y Martín Lousteau, la idea es armar un frente lo más amplio posible. Alberto Fernández venía tejiendo el armado de Massa junto al ex presidente del PJ porteño, Juan Manuel Olmos. El objetivo era Felipe Solá candidato. Pero el exgobernador decidió presentarse en la provincia. Ante esto, tanto Fernández como Olmos comenzaron a buscar alternativas.
El exjefe de gabinete de Néstor Kirchner acordó en las últimas horas con Randazzo para ser su jefe de campaña. Olmos volvió al PJ y ya cicatrizó la herida de la pelea que tuvo meses atrás con el actual presidente del espacio, Víctor Santa María. ¿Qué puede pasar en las próximas semanas? Más saltos, más idas y vueltas. El peronismo busca líder y por ahora son varios los que asoman. Después de octubre todo estará más claro.