POLITICA
ritmo vertiginoso

Un líder hiperactivo que asombra y supera los límites de su salud

Sensible. De joven, Bergoglio fue operado de un pulmón.
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Desde Rio de Janeiro
Energia nao tem fim para Francisco. O al menos eso parece: durante su visita a Río de Janeiro, el papa argentino, de 76 años, lleva adelante una agenda maratónica con una vitalidad que sorprende a propios y extraños.

“El Papa tiene un ritmo de actividad bastante increíble. Viéndolo, tengo la impresión de que su energía es casi inagotable. A mí también me sorprende”, reconoció Federico Lombardi, vocero del Vaticano, ante una consulta de PERFIL.
Así como el papa emérito Benedicto XVI renunció a su pontificado aduciendo falta de “vigor”, su sucesor bien podría ser el elegido para publicitar algún producto energizante.
Desde su llegada el lunes a tierras cariocas, Jorge Bergoglio sube y baja constantemente de helicópteros, autos y del papamóvil. Pronuncia discursos, se reúne con autoridades, pasa de visitar una favela a un hospital y se reúne con reclusos, jóvenes y deportistas, siempre sonriente, siempre vital. Y ni siquiera aprovecha los tiempos en que puede descansar un poco, a media jornada.
Lombardi se alegró de que el viaje a Brasil estuviera cerca de su fin. “De otra manera quedaríamos destruidos”, dijo el vocero.

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El vigor de Francisco fue visible no sólo en su primera travesía internacional, sino también en el día a día en Roma. “Pone bajo estrés a sus colaboradores, que no estaban acostumbrados desde hacía tiempo a tantas iniciativas, tareas y novedades, una tras otra”, admitió Lombardi.
Tanto en Río como en el Vaticano, la salud del Papa es vigilada de cerca, siempre maletín en mano, por Patrizio Polisca, su médico personal. Polisca sucedió en el cargo de archiatra pontificio a Renato Buzzonetti, quien se retiró tras la muerte de Juan Pablo II. El italiano es el encargado de realizarle a Bergoglio los análisis de rutina, tomarle la presión y seguir su historial médico, que incluye como hecho más saliente el episodio vivido cuando era seminarista, a los 21 años: una afección que derivó en que se le extirpara una pequeña parte de su pulmón derecho.

Más allá de que Francisco evita cantar y en general se abriga bien para no sentir frío, aquel problema forma parte del pasado. “Quedó absolutamente curado y no tiene ningún vestigio de su enfermedad. Los que lo conocen desde hace treinta o cuarenta años dicen que siempre lo han visto con buena salud”, explicó Lombardi poco después de la asunción del Papa.
Esto no parece haberse modificado en estos febriles primeros meses de pontificado. “No hay ninguna alarma especial”, dijo a este diario Antonio Pelayo, un reconocido vaticanista español.

En el Vaticano, Francisco se levanta a las 4.30 y luego apenas hace una breve siesta. Su dieta sigue los cánones de la cocina italiana: pasta, pescado, carnes, quesos.
El ex arzobispo de Buenos Aires reconoció alguna vez que es una persona que funciona mejor de día y que en general evita los compromisos de noche. En ese sentido, no hay diferencias entre su vida de hoy y la que llevaba en la catedral metropolitana.

Lo que sí parece haber cambiado es su vitalidad. Quienes lo conocen desde hace tiempo admiten su sorpresa. Antes lo veían más retraído y serio. Incluso ya había definido dónde iría a vivir –el Hogar Sacerdotal– una vez que el Papa le aceptara la renuncia al arzobispado.
Ahora, pese a su antiguo problema pulmonar, a Francisco parece sobrarle aire.