PROTAGONISTAS
debut social con famosos

Vargas Llosa e Isabel Preysler se muestran felices en Nueva York

Una alfombra roja y gala con Richard Gere, Chelsea Clinton y Sarah Jessica Parker fue el lugar donde la pareja celebró tres meses de romance.

2015. 9 de septiembre: Mario e Isabel, felices en una fiesta en la 5ª Avenida, en Nueva York.
| AFP

Nueva York. Ese cónclave cosmopolita parece haber sido el elegido como bisagra definitiva para, por un lado, dejar atrás un pasado con Patricia Llosa, y simultáneamente avanzar en un presente con Isabel Preysler. Es que fue precisamente en Nueva York donde, el 30 de mayo pasado, Mario Vargas Llosa celebró con hijos, nueras y nietos los cincuenta años de matrimonio con su ahora ex mujer. Y es también allí donde el miércoles 9 de septiembre caminó  toda la alfombra roja, tomado de la mano con su nueva pareja, la ex esposa de Julio Iglesias, Carlos Falcó y Miguel Boyer.

Ambos ingresaron sonrientes y en las imágenes que se multiplicaron por distintas cuentas de Twitter, Instagram e incluso en las secuencias fílmicas que los registran por YouTube, se los observa siempre así e incluso casi todo el tiempo tomados de la mano.

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Podría decirse que ese andar por la alfombra roja –fotografiado y reproducido por medios internacionales –podría también representar el bautismo del ingreso oficial de Vargas Llosa a eso que él describió y llamó en un libro homónimo “la civilización del  espectáculo”.  En sus primeras páginas, explica este concepto de la siguiente manera: “Es un mundo donde el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento,y donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal. Este ideal de vida es perfectamente legítimo, sin duda. (...) Pero convertir esa natural propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene consecuencias inesperadas: la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad y, en el campo de la información, que prolifere el periodismo irresponsable de la chismografía y el escándalo”.

Y la fiesta de la que Vargas Llosa participó en Nueva York  el miércoles tenía todos los condimentos para un bautismo de los importantes: la crónicas dicen que el costo de la gala fue de casi dos millones de dólares y entre los invitados no sólo estaba un Premio Nobel, sino personajes como Richard Gere, Sarah Jessica Parker, Carolina Herrera, la modelo Irina Shayk y Chelsea Clinton. Los anfitriones eran los dueños de Porcelanosa, la firma española de cerámicas y mobiliario de baños y cocinas, que abrían en la Quinta Avenidad su tienda de seis pisos remodelada por el arquitecto Norman Foster. Presyler es una embajadora de la marca y, como en España cosecha ánimos encontrados, quienes no la estiman imaginan que por esta presencia su cachet se revalorizó y le aseguró la portada de su revista de cabecera la semana próxima.

El romance. Vargas Llosa, de 79 años, y Preysler , de 64, cumplieron el viernes 4 de septiembre tres meses de relación amorosa, que ya los ha exhibido en distintos escenarios: Madrid, Londres, Lisboa, Mustique y ahora Nueva York. Por el momento, ella ha dejado que las aguas se tranquilicen –mediáticamente hablando– para conceder “el reportaje” donde detalle su presente sentimental, superada la muerte –justamente en septiembre de 2014– de su tercer marido, Carlos Boyer. Un reportaje que, no cabe duda, tendrá en exclusiva la publicación para la que ella “concede” las primicias y que les brindará una alegría adicional a las fotos cuidadas: una cifra seguida de varios ceros.

 

“Isabel es interesante”

El primero en hablar de la nueva relación de su padre fue, en junio, Gonzalo Vargas Llosa. Y hace 72 horas, lo hizo Alvaro, su hijo mayor, quien dijo que ellos sabían que, en mayo, sus padres se iban a separar y que por los nietos no cancelaron la reunión por las bodas de oro: “Que hubiera una separación en proceso no signifcaba que no hubiera razones importantes para celebrar”. Y que la misma “se lleva a cabo de un modo privado y amistoso. Estoy seguro de que todo lo que ocurra ocurrirá de una manera civilizada y armónica”. Y agregó: “Isabel Preysler me parece una persona interesante, elegante, y evidentemente representa para mi padre algo importante. Nadie hace lo que ha hecho mi padre si no siente por otra persona afecto genuino. No me corresponde a mí ni a nadie más que a ellos decidir si quieren casarse”.