PROTAGONISTAS
muestra del fotografo de presidencia

Víctor Bugge: tributo a los treinta años de democracia

Bendicion. Este año conoció al papa Francisco en el Vaticano.
| Cedoc Perfil

Sin dudas, su mirada es un ojo privilegiado de la historia reciente argentina. Y su lente, la herramienta con la que en los últimos años siguió de cerca el día a día de los presidentes que pasaron por Casa de Gobierno. Víctor Bugge, el fotógrafo oficial de la Rosada, tiene una gran excusa para mostrar su trabajo. A treinta años de la recuperación de la democracia, presenta una muestra retrospectiva del material fotográfico que ha realizado en este último tiempo. La cita: partir del 10 de diciembre, en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación. Bugge hizo sus primeras armas en Editorial Atlántida. En 1978 ingresó a trabajar en la Casa de Gobierno. En sus más de treinta años de desempeño laboral ha retratado a todos los presidentes constitucionales y dictadores que gobernaron el país.
Bugge cosecha un gran número de anécdotas, sin embargo siempre se ha encargado de destacar el momento más complejo que le tocó vivir: fue en las Pascuas de 1987, con el alzamiento carapintada. “Esa Semana Santa a la noche la pasamos mal. Yo me quedé a dormir en la Casa Rosada porque Alfonsín se había quedado y a las 2 de la mañana me llaman y me despiertan: ‘Mirá que se vienen para acá a tomar la Rosada’. Y me tropecé con un pibe, un colimba, que estaba temblando con la ametralladora en la mano. Creo que si tenía la mano en el gatillo, hacía un desastre”, contó Bugge en otra entrevista.
Sobre Carlos Menem, aseguró: “Era un generador de imágenes explosivas. Personalmente, creo que era un tipo al que no le preocupaba la presencia del fotógrafo. Es más, le gustaba claramente”. Con respecto a Fernando de la Rúa, contó que el mandatario no entendía bien el trabajo que hacía. “Hasta que un día se dio cuenta. Del 20 de diciembre está fotografiada toda la intimidad. Fue él quien directamente me pidió que le sacara la foto ‘que le tenía que sacar’, se refería a la de su salida”, contó. La época del cacerolazo, en 2001, fue sin dudas un momento que siempre recuerda. “Eran las 2.30 de la madrugada del 20 de diciembre. No quedaba nadie en Presidencia, salvo Seguridad y yo. Me dije: “Me quedo. Esto se va a la mierda”. Con Néstor Kirchner contó que todo fue más relajado: “Ni siquiera me exigía asistencia a los actos, aunque sé que no puedo estar ausente. Yo envío y edito sin el control de nadie. Tengo completa libertad”. Con la muerte de Néstor, dijo, viví uno de los peores momentos: “Todos los que rodeaban a Cristina lloraban y ella era la única que estuvo firme durante las 20 horas”