REPERFILAR
Opinión

Duhalde y el peronismo

La columna fue tomada del formato audiovisual del programa "RePerfilAR", de NetTV.

Como dice un milenario proverbio chino, el pescado comienza a pudrirse por la cabeza. Pavada de cabeza tiene el ex presidente Eduardo Duhalde, que acaba de reaparecer para regar con nafta los campos incendiados de la política.

Duhalde, ex vice de Menem, ex gobernador, ex senador, no llegó a presidente en 2002 por la voluntad popular, sino porque después de todo lo que el peronismo de la provincia de Buenos Aires hizo para provocar la caída del gobierno de De la Rúa en 2001, era el único capo sobreviviente que le podía ordenar a Aníbal Fernández y a los militantes de la provincia parar con los saqueos. Ya entonces hablaba de guerra civil, prometió que quien depositó dólares recibiría dólares, finalmente se devolvieron pesos y en algún momento de semejante fracaso nos condenó al éxito.

El principio del fin de su gobierno comenzó cuando la Policía Bonaerense, a cargo del gobernador, el hoy canciller Felipe Solá, reprimió una manifestación y mató en Avellaneda a los militantes Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Se vio obligado entonces a adelantar las elecciones. Duhalde no pudo convencer a De la Sota y optó por Néstor Kirchner para enfrentar a Menem. Algunos años más tarde, Duhalde hizo otra promesa a los argentinos que tampoco pudo cumplir: "Yo les traje al loco y yo lo voy a sacar". Ya era tarde para él. Los coroneles respondían al general de turno.

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De todos modos, como para hacer saber que todavía existe, cada tanto, Duhalde asoma su cabeza. Esta vez para decir que huele desesperación, sangre, anarquía, que el año que viene no habrá elecciones y, por si fuera poco, advertir, como si lo deseara, que puede haber un golpe de Estado. Tal vez por el origen militar de Perón, los golpes de Estado de los que participó, en el peronismo hay siempre una pulsión violenta, como si la violencia fuera la única solución cuando la sociedad reacciona y se opone a sus propuestas. Ese gen violento lo tenían la triple A, los montoneros, lo tienen algunos sindicalistas, como los Moyano, que consolidan su poder con aprietes y extorsiones.

La deriva autoritaria, casi fascista, la tienen también algunos gobernadores y caudillos feudales, como Insfrán, Manzur, Alperovich, Zamora, Gioja, que ganan las elecciones, o mantienen su influencia, amenazando con cortar subsidios o despedir del empleo público a quienes no los voten. El miedo como método funda el poder del peronismo. Todo el tiempo están diciendo o nosotros o el caos nunca se les ocurre la opción democrática. Esto es, escuchar los reclamos, convocar al diálogo, intercambiar ideas, buscar el consenso, la paz, la convivencia, respetar la división de poderes. El discurso es vamos por todo y si no pasamos a la resistencia y no será nada para nadie.

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El peronismo avanza con los ojos en la nuca, reescribe la historia, vende y se compra su relato. Quiere impunidad para los ladrones y que a la vez los reconozcan como héroes o próceres. En general, todo lo que proponen huele a pasado. Pretenden controlar por decreto lo que ya no es posible en sociedades cada vez más libres e independientes. Es una dirigencia de pescados fuera del agua que bloquean para poder seguir respirando y mantenerse vivos. Cómo se sabe ese pez que se pudre por la cabeza antes murió por la boca.