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Opinión

Aborto: Vilma y Alberto, entre el Papa, CFK y Perón

El presidente, gracias al puño y letra de Vilma, apuesta a cambiar la agenda y jugó una carta fuerte, verde, progre, que brilla en medio de la ortodoxia del ajuste.

Hoy a la mañana la Agencia Informativa Católica (AICA) hizo punta en los cuestionamientos al proyecto oficial de interrupción del embarazo presentado ayer por el Gobierno en el Congreso y la misma agencia consignaba que en Roma el Papa Francisco no se refirió al tema del aborto, pero sí hizo mención en una catequesis a María, concebida sin pecado para salvar al mundo pariendo.

Se me vino, no sé por qué a la cabeza en ese mismo instante, Juan Domingo Perón, que creía que la mujer peronista debía tener muchos hijos para adoctrinarlos como buenos peronistas desde pequeñitos. Y me di cuenta que citando al Papa evoqué a Perón, porque la Iglesia, junto con los evangelistas y el peronismo más tradicional, sobre todo, el que proviene del interior católico del país, son los grandes enemigos del proyecto de aborto legal redactado por Vilma Ibarra y presentado por Alberto Fernández en el Congreso.

Se sabe, el Papa es peronista, se sabe, Juan Domingo Perón funciona de algún modo como un Dios. Por ejemplo, para senadores, como el presidente del Bloque Justicialista del Senado, el formoseño, José Mayans, que ya anticipó su oposición al proyecto de ley por inoportuno y prácticamente por criminal.

 

Qué es el proyecto de los "1000 días" que acompañará el debate sobre el aborto

Al Senado lo conduce Cristina Fernández de Kirchner, que en sus ocho años de presidenta cajoneó el asunto del aborto. Después dijo que su hija Florencia la volvió medio verde, la convenció y en 2018 votó a favor y ahora es quien pretende mantener el equilibrio en la Cámara Alta. Y por otra parte, detesta a Vilma Ibarra, la astilla femenina del mismo palo que más fuerte la criticó en el momento de la diáspora kirchnerista, incluso con un libro que a Cristina le quedó atascado.

Dos señales fuertes que le están tratando de dar a los que se manifiestan en contra del proyecto. Primero: la objeción de conciencia. Segundo: el llamado plan de los mil días. Consideran que liberando a los médicos que no quieran practicar abortos, de hacerlo, podría destrabarse a sectores menos fanáticos. Lo mismo que protegiendo y hasta promoviendo la maternidad con un subsidio a nenes vulnerables desde la concepción y en sus primeros tres años de vida.

Hay otro escollo y es también del mismo palo. Los fanáticos propios que de tan aguerridos y fundamentalistas, muchas veces suelen ayudar bastante al abroquelamiento de los celestes.

Por el momento, la cuestión es que Alberto, gracias al puño y letra de Vilma, apuesta a cambiar la agenda y jugó una carta fuerte, verde, progre, que brilla en medio de la ortodoxia del ajuste. Hoy por hoy no importa demasiado que salga la ley, es difícil que suceda este año. Con que el tema esté puesto arriba de la mesa, alcanza