Solemos hablar del cuidado de nuestra salud a diferentes niveles pero hay un aspecto sobre el que no hacemos suficiente mención. Se trata del cerebro, ese órgano ocupado por la mayor parte de las funciones sensoriales, cognitivas, emocionales y motoras.
Desde temprana edad es fundamental estimular el cerebro y, por eso, el adulto le debe hablar al niño en sus primeros días de vida usando un soporte corporal y buscando incentivarlos en todo momento.
Esto potencia los circuitos cerebrales responsables de la cognición y de la emocionalidad del chico. El periodo de crecimiento y desarrollo se da entre los 10 y 19 años, siendo a los 12 la edad en la que el cerebro alcanza el volumen total que tendrá en su vida.
A pesar de eso, el cerebro sigue formándose en todo momento, aunque a una velocidad menor. El cerebro logra su madurez a los 20 años, siendo clave los factores del contexto incluyendo actividad física y calidez emocional.
Ya en la vida adulta se desarrollan nuevas habilidades y aprendizajes, siendo fundamental la buena alimentación, la actividad física y un buen descanso. Se aconseja incluir pequeñas pausas y meditaciones para reducir el estrés.
El cerebro de adultos mayores tiene más riesgos de sufrir patologías que impactan el funcionamiento cognitivo. Por eso es fundamental la estimulación enfocada en generar estrategias de compensación e impactar el impacto de las fallas.