Entre 2011 y 2013, un grupo de investigadores de la Universidad de Birmingham, en Inglaterra, hizo un experimento con un grupo de adultos que se iban a vacunar contra la gripe. Una parte recibió la vacuna por la mañana y la otra por la tarde. Después de un mes, en el grupo de voluntarios que había sido inmunizado por la mañana se observó un incremento mayor de la concentración de anticuerpos contra la gripe en comparación con los que recibieron la vacuna por la tarde. La clave estaba en la hora. Cada vez más estudios científicos y ensayos clínicos se interesan por la cronoterapia, la ciencia que estudia la conciliación entre los ritmos circadianos (nuestro reloj interno) y los tratamientos médicos.
“La idea de la cronoterapia tiene ya varias décadas, pero hasta ahora hay pocas aplicaciones clínicas reales”, explicó Diego Golombek, investigador del Conicet y director del laboratorio de Cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes. “Lo llamativo es que hay ensayos médicos que demuestran que los tratamientos en los cuales se considera la influencia de los ritmos circadianos y el reloj biológico de las personas tienen mejorías importantes en su efectividad”, agregó.
El doctor John Hogenesch, director del Centro de Cronobiología del Cincinnati Children’s Hospital en EE.UU., y autor de varios papers sobre esta temática, le explicó a PERFIL que “hoy solo se recomienda la toma en ciertos horarios de un puñado de drogas, como la prednisona o las estatinas. Pero la gran mayoría apenas indica cuántas veces por día, no en qué horario son más efectivas”.
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Según este experto, casi la mitad de nuestro acervo genético se expresa en forma diferente a lo largo del día, siguiendo sus relojes biológicos. “El efecto de tomar una molécula curativa en diferentes momentos del día puede ser sustancial: hoy sabemos que tomar Aspirinetas para el corazón al acostarse puede mejorar la prevención en forma más efectiva que si se toman en otro horario. Y hay otros ejemplos conocidos”.
Y no solo se logra mayor efectividad en un fármaco, sino también en reducir los efectos adversos. “En algunas patologías suele pasar que los pacientes deben abandonar su tratamientos porque los efectos secundarios que genera el medicamento son peores que los beneficios, como a veces sucede en oncología”, sostuvo María Fernanda Ceriani, directora del Laboratorio de Genética del Comportamiento en el Instituto Leloir. “Hoy sabemos que cada tejido u órgano cumple su función más efectivamente en momentos determinados del día y que las proteínas relevantes para realizar su función son más abundantes en ciertas horas. Entonces, si aprovechamos esos momentos para suministrar una molécula específica, el tratamiento sería más efectivo, especialmente con drogas que tienen una vida media corta en nuestro organismo. Eso permitiría, por ejemplo, lograr dosis efectivas con una menor concentración de medicamentos y así moderar los efectos secundarios que causa ese fármaco”, afirmó.
Golombek, incluso, propone “hablar de la cronotoxicología, que también está modulada por los ritmos circadianos de nuestras células”. Para Hogenesch, investigar los caminos terapéuticos que insinúa la cronofarmacología es un tema prioritario: “Hoy llevar una nueva droga al mercado puede costar cientos de millones de dólares, mientras que averiguar el momento del día en el que tomarla la vuelve mucho más efectiva representa un costo mínimo. Y puede generar beneficios sustanciales en materia de salud”.
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Para Golombek, esta variación en el timing es un camino muy ancho que vale la pena recorrer: “Es que cambiar el horario de dar un medicamento o el de hacer ciertos tratamientos no tiene costo. Y por eso cualquier mejora en su efectividad resulta beneficiosa para el paciente. Por otra parte, también podemos hilar más fino y considerar la cronoterapia como una parte de la era de la medicina personalizada, para que se incluya el análisis del cronotipo de cada persona en determinados tratamientos”.
Según los expertos, hasta ahora la medicina se viene desarrollando sobre la base de analizar la forma y la función de las enfermedades y su contracara, los medicamentos. Sin embargo, es tiempo de sumar a esta ecuación el factor timing, una idea que abre un camino prometedor.
Cirugías cardíacas, por la tarde
Aunque el sentido común indica que los cirujanos cardíacos tendrían mejores resultados si operan durante la mañana, cuando están más descansados y despiertos, “un paper publicado el año pasado en la revista The Lancet demuestran lo contrario”, comentó Golombek.
En dicho estudio observacional realizado sobre 596 personas que fueron operadas para hacerles reemplazos de válvulas cardíacas se siguió la evolución de su salud durante el año y medio posterior a la intervención. Y se halló que los pacientes en los que la cirugía se había realizado entre las 12 y las 18 tenían hasta un 50% menos de riesgo de sufrir un evento cardíaco posterior grave, incluyendo infartos y muerte.
Según el autor del estudio, el profesor Davis Montaigne, “nuestros descubrimientos sugieren que esto ocurre, en parte, por la manera de actuar de los mecanismos fisiológicos responsables de reparar los daños de los tejidos. Estos son regulados por los ritmos circadianos de las personas y por la actividad de los genes que los controlan”.