SALUD
Pandemia de coronavirus

El asesor científico de Jacinda Ardern advierte: "Esto es solo el comienzo de la pandemia global"

Uno de los epidemiólogos del gobierno de Nueva Zelanda reveló cuáles fueron los errores que el mundo occidental cometió frente al coronavirus.

muerte pandemia coronavirus
- | AFP

Michael Baker, profesor de la Universidad de Otago y uno de los epidemiólogos que asesoró al gobierno de Jacinda Ardern en Nueva Zelanda en su exitosa lucha contra el coronavirus, defendió en una entrevista el modelo de “eliminación” de la enfermedad y criticó los métodos con los que los países occidentales se enfrentan a la pandemia. En su parecer, las cuarentenas o confinamientos impuestos por decenas de países fueron “un buen plan, pero era el virus equivocado”.

Si eliminas el virus, no tendrás una segunda ola. Haces que los brotes sean bastante pequeños y manejables”, explicó Baker. “Hay países que tienen brotes, los están controlando y han aprendido de ellos. En general, el riesgo de mortalidad en estos casos es mucho menor. Pero en muchos países, solo está empezando. En Estados Unidos yo diría que el virus puede matar a al menos medio millón de personas”. “Esto es solo el comienzo de la pandemia global”, advirtió Baker en una entrevista.

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“En general, todo el mundo tiene planes para una pandemia. Durante más de 20 años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ayudó a todos los países a redactar planes para la gripe pandémica. Es bastante razonable tener planes para la gripe, porque causó grandes pandemias en tres ocasiones en el siglo pasado”, analizó. “Este es un modelo de mitigación en el que no puedes evitar la pandemia: la ola va a arrasar con tu país y, entonces, todo lo que podemos hacer es aplanar la curva para reducir el impacto. Eso es lo que ha hecho el mundo occidental. Y era un buen plan, pero era el virus equivocado”.

En una entrevista con el sitio de noticias español eldiario.es, Baker explicó: “A finales de febrero y principios de marzo, obviamente, ya teníamos casos en Nueva Zelanda y, viendo la experiencia de China, pensé que, en realidad, podíamos detener este virus. Estaba en el grupo de asesoramiento técnico del Gobierno para la respuesta a la pandemia y dije que teníamos que cambiar el rumbo. Dije públicamente, y también directamente a los ministros que necesitábamos adoptar un enfoque de eliminación”.

"Si eliminas el virus, no tendrás una segunda ola. Haces que los brotes sean bastante pequeños y manejables. Hay países que tienen brotes, los están controlando y han aprendido de ellos. Pero en muchos países, solo está empezando. En Estados Unidos yo diría que el virus puede matar a al menos medio millón de personas".

"El propósito era extinguir las cadenas de transmisión"

En su parecer, el gobierno de la primera ministra Ardern “actuó de manera muy valiente, cambió de rumbo y adoptamos un enfoque de eliminación”. Mencionó en este caso tres “herramientas básicas” utilizadas por Nueva Zelanda para afrontar el brote: “Una de ellas es la gestión de las fronteras. La segunda son las pruebas y el rastreo de contactos. Y la tercera es debilitar, interrumpir la transmisión en la población”.

Baker explicó que Nueva Zelanda utilizó “un confinamiento intenso para eliminar la transmisión del virus” durante seis semanas: “El propósito era extinguir las cadenas de transmisión, algo que el confinamiento logró de manera muy eficaz. Y los contactos se trazaron con el rastreo. Por supuesto, en las fronteras había una cuarentena estricta. Y el virus llegó a su fin”.

“Para mi sorpresa, en ninguna parte del mundo occidental se perseguía un objetivo de eliminación”, expresó Baker, quien afirma que el método asiático resultó más exitoso que el tomado en Europa y América. “Al principio, la gente me miraba como si estuviera un poco loco. Algunos de virólogos me decían: ‘Michael, no puedes eliminar este virus. Es demasiado difícil... hay tanta transmisión silenciosa, nunca se irá’. Yo no sabía en ese momento si iba a funcionar, pero había funcionado y funcionaba en China, y alguna islas específicas habían logrado evitarlo cerrando las fronteras por completo”.

Nueva Zelanda contaba 100 contagios cuando cerró las fronteras, suspendió la actividad comercial, industrial y turística, cerró escuelas y centros de entretenimiento, y confinó a los ciudadanos. “En ese momento, por supuesto, había un grupo bastante fuerte en Nueva Zelanda que decía que era una reacción enormemente exagerada, que era como matar moscas a cañonazos”, dijo Baker. Ahora, dos semanas después de haber declarado la victoria sobre Covid-19, tras 1.497 casos positivos y 21 fallecimientos, el país vio con preocupación el surgimiento de dos contagios.

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"Siempre hay un riesgo de brotes"

“Siempre hay un riesgo de brotes porque la gente está cruzando las fronteras y porque este virus no siempre hace que la gente se enferme, por lo que nunca va a ser fácil de controlar”, explicó Baker, que definió a la potencial ‘segunda ola’ como un nuevo “desafío”. “Hace unas semanas, hubo un día en que nadie entró ni salió de Nueva Zelanda y nadie recuerda cuándo fue la última vez que pasó eso, probablemente hace muchas décadas. Ahora hay una media de unas 200 personas al día vienen a Nueva Zelanda, es un número pequeño. Hay cerca de 3.000 en instalaciones de cuarentena. Por supuesto, se cometerán errores. Y ese es uno de los riesgos ahora”, remarcó.

El surgimiento de los dos nuevos casos en ciudadanos que regresaron del Reino Unido tras la apertura de las fronteras neozelandeses “es un revés” para su país y “sin duda tendrá como resultado un endurecimiento de las normas de la cuarentena fronteriza”, opinó el epidemiólogo.

“Todos los países que persiguen la eliminación sufrirán reveses. El riesgo de que estos dos casos en Nueva Zelanda causen un brote es pequeño, principalmente porque las autoridades sanitarias los conocen bien y tomaron precauciones para minimizar su contacto con la población local. Este contratiempo en Nueva Zelanda es un problema mucho menor que el gran brote que estamos viendo actualmente en Beijing, donde la fuente es desconocida y por lo tanto difícil de controlar”, apuntó.

"Salir del confinamiento y no tener el virus circulando"

Con respecto a la salida de la cuarentena, el profesor Baker explicó que el objetivo de Nueva Zelanda “es salir con cautela del confinamiento y no tener ningún virus circulando”, al contrario de países de Europa y América que eliminaron restricciones en pleno brote. “Esa es la diferencia. Así que sales y vuelves a tus actividades normales. Puedes estar con un extraño en la calle si quieres. Ya no es un problema. Lo que se llama la "nueva normalidad" en Nueva Zelanda no es muy diferente de lo que se conoce como "business as usual" [lo de siempre]. Así que es muy diferente a salir del confinamiento en Europa, donde el virus todavía está circulando”.

“Si tienes una estrategia de eliminación, al salir del encierro no hay ningún virus circulando. No son necesarias más precauciones. Terminó. Y mientras podamos controlar las fronteras, no hay por qué preocuparse. Pero en Europa o Norteamérica, hay una especie de supresión o mitigación cuando sales del confinamiento y, por supuesto, el virus puede volver porque todavía está circulando en su población”, advirtió Baker.

Para el experto, el gran fracaso del mundo tiene que ver con la “evaluación de riesgos”: “Normalmente buscamos el liderazgo en los países occidentales. Miramos a las instituciones occidentales, pero no nos dieron muy buenos consejos sobre cómo responder. Al final, tenía mucho más que ver con Asia y la eliminación de este virus. Para nosotros, funcionó”.

DS