Hace 20 años, el 1º de abril de 2002, los Países Bajos (entonces Holanda) se convirtieron en el primer país del mundo en legalizar la eutanasia, al transformarse en Ley el proyecto que había ingresado al Parlamento el 12 de abril del año anterior.
Aceptar la eutanasia no fue una decisión de la noche a la mañana. En 1973, un médico neerlandés fue arrestado por haber dado una inyección letal de morfina a su madre, que padecía una enfermedad terminal. El médico fue preso y fue acusado de homicidio, pero sentó un precedente.
La justicia holandesa reconsideró el caso y dictó un protocolo de eutanasia que permitía a los médicos tomar la decisión de ayudar a un paciente a dejar de vivir, si estaba en etapa terminal.
Hacia fines de la década del '80, el protocolo de eutanasia que tenía carácter excepcional, se había vuelto de rutina, incluso se aplicaba cuando nacían bebés con problemas congénitos irreparables, como espina bífida.
Eutanasia en Países Bajos
En 1984, la Sociedad Real de Medicina difundió ciertas reglas de conducta para evaluar cuando contemplar la eutanasia. Apenas seis años más tarde, en 1990, los médicos neerlandeses participaron de 11.800 muertes por eutanasia, el 9% de los fallecimientos totales de ese año.
Tras innumerables debates, en abril de 2002, entró en vigor la Ley de Prueba de Petición de Terminación de la Vida y Ayuda al Suicidio -Ley de Eutanasia, en suma- que liberaba a los médicos de la responsabilidad penal de haber contribuido a la muerte de un paciente, siempre que haya observado los requisitos legales, y notificado la muerte no natural, a la comisión regional de verificación de Eutanasia.
Esa ley permitía a los jóvenes de 16 y 17 años tomar por sí mismos la decisión de cortar clínicamente con su vida, sin necesidad de tener la autorización previa de sus padres (requisito indispensable para los adolescentes entre 12 y 15 años).
Así las cosas, cuando el 1 de abril de 2002 la Ley de Eutanasia entró en vigor en los Países Bajos, se practicó la eutanasia en 1.882 pacientes, según datos del organismo local Regional Review Committees for examining eutanasia.
Por más que esta cifra ignore las prácticas no informadas, la popularidad del procedimiento, impacta. Apenas diez años después de la legalidad de la medida, en 2012, hubo 4.188 pedidos de eutanasia. En 2016, la cifra fue de 6.091 casos; es decir que en 15 años, la cifra se triplicó en los Países Bajos, mientras que los nacimientos sólo habían aumentado 4%.
Según la ley neerlandesa, sólo se considera eutanasia "cuando un médico pone fin a la vida del paciente, a pedido de este último". Si el médico desestima realizar un tratamiento, porque cree que sería ineficaz para cambiar la evolución de una patología, eso no se considera eutanasia plena sino "pasiva", se deja a la naturaleza seguir su curso.
Luego de la aprobación en los Países Bajos de la Ley de Eutanasia, el 1º de abril de 2002, otros países también eligieron ese camino legal: Bélgica (2002), Luxemburgo (2009), Colombia (2014), Canadá (2016), España (2021) y Nueva Zelanda (2021).
Eutanasia a la suiza
En Suiza, en cambio, donde eligió morir el actor Alain Delon, no hay una Ley de Eutanasia, aunque la práctica esté permitida. Es decir, se puede, pero es ilegal, aunque resulte contradictorio. Alain Delon dejará este mundo con un suicidio asistido.
En noviembre de 2006, el Tribunal Federal, mediante el artículo 115 del Código Penal Suizo, determinó que el “suicidio asistido” estaba permitido y nacía del derecho de toda persona, sea ciudadano suizo o no, a decidir el fin de su vida, independientemente de su estado de salud.
Es decir, para ir a morir en Suiza, sólo se requiere que la decisión haya sido tomada en primera persona, en uso de las facultadas mentales propias, aunque no se padezca una enfermedad.
A diferencia de la eutanasia, en el suicidio asistido suizo, no es el médico quien cesa con la vida del solicitante sino quien solamente le da a él los recursos para hacerlo.
Ningún organismo suizo puede aplicar la inyección letal, pero sí se autoriza que ciertos centros (Exit, Dignitas, Eternal Spirit, entre otros que sólo atienden ciudadanos y residentes suizos) proporcionen los medios para interrumpir la vida de un paciente, siempre que no haya un interés monetario de por medio ni una motivación “egoísta”.
El concepto “interés monetario” es relativo, a la luz de ciertos requisitos. En general, para solicitar el suicidio asistido en alguno de esos centros hay que asociarse y pagar una cuota anual que oscila entre € 50 y € 65. Luego, para solicitar la asistencia al suicidio se requieren ciertos años de antigüedad como socio, ya que quieren verificar que la decisión haya sido tomada a conciencia y que perdure en el tiempo, ya que no habrá vuelta atrás.
En definitiva, un suicidio asistido puede costar entre € 800 y € 10.000, precio que incluye –si ese es el caso- el traslado del cuerpo al lugar de origen del futuro difunto, sin contar los gastos del viaje de los familiares que lo acompañarán en el minuto final.
Eutanasia y Juramento Hipocrático
En griego, eutanasia significa “buena muerte”, aunque con el tiempo fue significando "muerte rápida y sin dolor”.
En el libro III de La República, Platón escribió que la polis "dejará morir a los ciudadanos que no son sanos corporalmente”, del mismo modo en una legislación estatal cuidará “a los ciudadanos bien constituidos de alma y cuerpo”.
Tiempo después, Hipócrates de Cos, que tan bien sabía que un médico se forma para curar a otros, pero que, de igual manera, podría provocar la muerte si lo deseara, elaboró el Juramente Hipocrático para preservar a los pacientes, los vulnerables de esta historia.
"Y no daré ninguna droga letal a nadie, aunque me la pidan, ni sugeriré un tal uso, y del mismo modo, tampoco a ninguna mujer daré supositorios abortivos, sino que, a lo largo de mi vida, ejerceré mi arte pura y santamente", se le atribuye al precursor de la ética médica.
Los cristianos, con San Agustín a la cabeza, siempre consideraron el suicidio algo abominable, porque "si Dios nos da la vida también decide cuándo quitárnosla". Por tanto, era un pecado mortal contravenir la voluntad de Dios en esa dirección. En el Concilio de Braga (563), la Iglesia dejó sin sepultura en el cementerio a los suicidas y, en el Concilio de Toledio (693) directamente anunció que serían excomulgados.
Sin embargo, en muchas culturas primitivas terminaba aceptándose un “suicidio altruista” cuando alguien quería poner punto final a su vida por vejez, enfermedad o lealtad a su jefe. No sorprendería saber que se miraba incluso con beneplácito el suicidio femenino cuando una esposa acababa de enviudar.
La eutanasia de Hitler
Según algunos investigadores, el primer político de Occidente, que llegó al poder democráticamente y dio marco legal a la eutanasia fue, curiosamente, Adolf Hitler, a fines de 1939.
El primer caso de eutanasia que autorizó Adolf Hitler fue en un chico ciego, que sólo tenía dos extremidades y manifestaba un retraso mental. Estaba postrado en un hospital de Lipzig. Sin embargo, la eutanasia estatal terminó respondiendo a un programa medianamente secreto -Aktion T4- ordenado por Hitler en agosto de 1941, para sacarse de encima a los chicos que nacían con alguna discapacidad.
El motivo no era evitar el sufrimiento de una enfermedad incurable sino practicar la eugenesia: multiplicar los ejemplares humanos “más aptos”, física e intelectualmente, mientras se descartaba a "los inadaptados”.
En el Tribunal Militar Internacional de Nüremberg (1945-1946), se calculó que el número total de las víctimas del programa de eutanasia Aktion T4 fue de 275.000 personas, niños en su gran mayoría.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, la eutanasia se convirtió en un tema tabú, del que ya nadie quería hablar.
Eutanasia en Argentina
En Argentina, un país católico, el suicidio no es un delito, pero sí lo es cualquier acción que ayude a otra persona a quitarse la vida. El Código de Ética Médica de la Confederación Médica Argentina prohíbe acortar la vida de un paciente enfermo; para la justicia, su accionar podría costarle prisión efectiva de hasta 4 años.
Por el contrario, en Argentina, el médico debe velar con todos los recursos a su alcance para sostener la vida de un paciente enfermo, tanto física como cerebralmente. Debe incluso, procurarle los “cuidados paliativos” que mejoren su calidad de vida durante una enfermedad (dolor, efectos secundarios, atención psicológica, etc).
Ante ciertos casos (los derechos del paciente, imposibilidad de valerse por sí mismo, el consentimiento informado, etc), la Ley 26.529 de Salud Pública contempla la posibilidad de solicitar una Junta Médica.
De todos modos, es un tema que sigue abierto. El 25 de noviembre de 2021, los diputados Alfredo Cornejo, Jimena Latorre y Alejandro Cacace presentaron en la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación Argentina el proyecto "Ley de buena muerte. Regulación de la eutanasia" (expte. 4597-D-2021, T.P. 184/2021). La propuesta de 19 artículos busca "regular el derecho de toda persona a solicitar y recibir la ayuda necesaria para morir”, sin que el médico que la otorga sea penalizado.
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