Hace casi 20 años, el 31 de agosto de 1999, se produjo el accidente de LAPA, la peor tragedia aeronáutica de la Argentina. En las vísperas del vigésimo aniversario del incidente, en el que murieron 67 personas, las redes sociales recordaron el audio del diálogo final de los pilotos que se encontraban en la cabina de mando.
Aquel día la caja negra de voces (Cockpit Voice Recorder) del vuelo 3142 del Boeing 737 con destino a Córdoba registró la última media hora de conversación entre el piloto Gustavo Weigel, de 45 años, y su segundo de abordo, Luis Etcheverry, de 35. Ambos fallecieron en la tragedia.
Fue la grabación de esa charla la que permitió a los peritos del accidente concluir que se produjeron errores en el chequeo de cabina, entre ellos que se ignoró la alarma de los flaps (los alerones) que sonaba, que no se controló el estado de configuración del sistema de los mismos y que hubo varias interrupciones en ese proceso.
De hecho, en el audio se puede apreciar como Weigel y Etcheverry hablan de temas que no están relacionados con el vuelo e incluso que el piloto ignora en ocasiones a su compañero de cabina durante el repaso del listado de chequeo en los instantes previos al inicio del despegue.
La alarma de los flaps sonó por 52 segundos pero no hubo muestras expresas de preocupación más allá del comentario del piloto que quedó inmortalizado en las grabaciones: "No sé qué es lo que pasa, viejo, pero está todo bien". Lo que pasó después convirtió a esa afirmación en totalmente errónea.
No sé qué es lo que pasa, viejo, pero está todo bien, dijo el piloto sobre la alarma
Apenas unos segundos después de esos dichos, el avión, aún en tierra, se incendió y se descontroló hasta arrancar la reja de Aeroparque, cruzar la avenida Costanera, arrastrar con él un auto que circulaba por allí y empezar a desintegrarse por las llamas en la arena del campo de golf.
El el Tribunal Oral Federal 4 -por mayoría- sólo condenó a dos empleados jerárquicos de la empresa a tres años de prisión en suspenso por estrago culposo, mientras absolvió a los máximos directivos en medio del dolor, la bronca, la indignación y severas denuncias de sobrevivientes y familiares de las víctimas. De hecho, dio a conocer su decisión en dos tramos, ya que tuvo que parar la lectura del fallo por el caos que se había generado en la sala de audiencias de Comodoro Py.
B.D.N.
