A comienzos de la década del 70, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) era conducida por el contraalmirante Ing. Oscar A. Quihillalt. El organismo nacional atómico había tenido desde sus inicios, en la década del 50, una muy fuerte presencia en su conducción de la Armada Argentina, y su desarrollo no registraba grandes interferencias por los vaivenes políticos.
Durante la gestión de Quihillalt en la CNEA y estando el gobierno nacional a cargo del general Juan Carlos Onganía, se decidió la compra de una primera central atómica para generación de energía. Se trató de una planta de 300 MW y su compra se realizó tipo “llave en mano” a la empresa alemana Siemens. Se ubicaría en Lima, provincia de Buenos Aires. El único antecedente de la planta que construirían los alemanes en Argentina era un prototipo de sólo 50 MW. Argentina había optado por utilizar uranio natural como combustible y la oferta económica alemana, a pesar de la inexperiencia en esa tecnología, era sumamente atractiva. La construcción se inició en 1968 y entró en operación en junio de 1974.
Este fuerte impulso que se le otorga a la actividad nuclear bajo el gobierno de Onganía tiene escaso fundamento en el interés de dicho gobierno por la ciencia y la tecnología. Durante la construcción de Atucha I, en junio de 1970, se produce su renuncia. Esto sucede luego de una serie de graves conflictos sociales, como el “cordobazo”.
La historia detrás de la negociación de Atucha I incluye el rol jugado por el ex nazi Walther Schnurr, quien permaneció en la Argentina desde el fin de la Segunda Guerra Mundial retornando a Alemania en 1955 para integrarse al Centre for Nuclear Research en Karlsruhe. A través de las gestiones de Schnurr, la KWU habría hecho la especial oferta a la Argentina por Atucha I.
Durante el régimen nazi en Alemania, Schnurr había trabajado en la empresa IG Farben desarrollando armas como el gas Zyklon-B, usado en los campos de exterminio nazis. Schnurr viajó en 1945 hacia Argentina, donde poco después fue tomado como asesor científico del gobierno. En 1973, recibió en Argentina la Orden de Mayo, la más alta condecoración que se otorga a un extranjero, por sus servicios prestados a las Fuerzas Armadas de Argentina.
El plan nuclear emprendido por los militares argentinos comenzaba a despertar serias suspicacias. En agosto de 1969, un alto funcionario de la CNEA declaraba ante la prensa nacional en referencia a la obra de Atucha: “Si el gobierno argentino lo quisiera, aquí podríamos fabricar la bomba atómica. Dentro de tres años dispondremos de los elementos necesarios para hacerla”.
En marzo de 1973 se produce un particular episodio. Un grupo de alrededor de 13 miembros del Ejército Revolucionario del Pueblo en “una rápida y sorpresiva acción” produce el copamiento de la Central Nuclear de Atucha. Durante el hecho, se produce un tiroteo, se roba armamento y es reemplazada la Bandera nacional por una del ERP.
* Director político de Greenpeace. Adelanto del libro sobre la historia de Atucha