El asesino fue cruel: el cuerpo de Angeles Rawson presentaba 34 lesiones. Once fueron vitales y cuatro fueron ocasionadas inmediatamente después del homicidio o durante el proceso de muerte.
A la vez, las múltiples heridas serían un indicador de que el homicida actuó solo. Por eso la fiscal Paula Asaro continúa en la búsqueda de un cómplice que habría ayudado al imputado a deshacerse del cuerpo. En ese sentido, las cámaras de seguridad recolectadas desde la desaparición de Angeles siguen siendo materia de análisis. Además, la fiscalía investiga las llamadas entrantes y salientes realizadas desde el celular de Jorge Mangeri –el aparato no se encontró, tampoco el de la víctima– y desde la portería, ubicada en el octavo piso de Ravignani 2360.
Los investigadores estudian una llamada efectuada desde ese departamento a otro portero de la zona, realizada a las 12.20 del 10 de junio. Esa comunicación ubica a Mangeri en el octavo piso dentro del horario en que Angeles fue asesinada. Ese mismo número fue marcado una vez más en horas de la tarde.
Si bien aún no hay suficientes pruebas para asegurarlo, creen que el portero recibió ayuda para trasladar en un vehículo el cuerpo envuelto en una bolsa de consorcio hasta un contenedor cercano al edificio.
Para los especialistas que elaboraron el último informe médico, nueve de las heridas fueron defensivas. Angeles luchó para no ser abusada.
Pese a que aún resta la confirmación, los peritos de la querella creen que se trató de una agresión sexual y que el homicida no es otro que Mangeri.
Fuentes de la causa indicaron a PERFIL que las lesiones del portero son compatibles, además, con el ataque y que éste se produjo “en un espacio reducido”, razón por la que el único detenido estaría “tan lastimado”.
Los investigadores ponen especial atención sobre una de las heridas que presentó Mangeri al ser revisado por el médico de la Policía: “Lesión excoriativa semilunar en dorso de mano derecha de 3 milímetros en región carpiana por encima del dedo anular, compatible con impronta ungeal (uñas)”. Es la única lesión que puede identificarse como un arañazo de la víctima. Creen que Angeles intentó apartar las manos del asesino cuando la sofocaba. También, estudian las lesiones que presentaba en el estómago como rastros de la lucha que la adolescente mantuvo con su agresor.