Ayudar a los que menos tienen no siempre significa entregar algo material, sino también implica dar un poco de tiempo. Esto ocurre en los grupos que se organizan para salir por las noches de recorrida a llevar alimentos a quienes se encuentran en situación de calle, una escena que con la llegada del frío, se recrudece. Lucas Pintos, -de Olla de los Viernes- y María de Jesús Espil -de Fundación Sí, relatan sus experiencias con más de 7 años como voluntarios e invitan a aquellos que quieran sumarse: "Necesitamos personas con tiempo y ganas", coinciden.
“La Olla de los Viernes arrancó después de la crisis del 2001 en Barrancas de Belgrano. Con el tiempo fueron cambiando los voluntarios, pero las ollas y demás cosas que usamos para cocinar es lo mismo de ese momento“, contó a PERFIL Lucas Pintos, voluntario desde 2011, y quien vino de la ciudad entrerriana de Chajarí a Buenos Aires a estudiar veterinaria en la UBA.
“Fijos somos 8 y semana a semana a veces no podemos todos por estudio o trabajo, por lo que podemos llegar a ser menos. Lo que tratamos es que cada viernes haya sí o sí dos varones mínimo presentes en las recorridas por una cuestión de seguridad para con las mujeres, porque nosotros le damos de comer a las personas en situación de calle y a veces puede suceder una situación o algún cruce de palabras, aunque en general es gente que respeta mucho el espacio. En ese mismo lugar todos los días hay una olla diferente, lo cual es muy bueno porque las personas pueden tener todos los días un plato de comida y una contención. Se trata de personas que generalmente durante el día son invisibles en las calles y a la noche ya no lo son”, detalló.
En ese sentido, el joven aseguró: "Hay familias que las conocemos hace años y chicos que los vimos crecer y que notamos que tienen mucho potencial, son inteligentes y que por el ámbito social en donde viven o la situación familiar, no llegan a poder mostrar lo que tienen para dar y entran en un círculo vicioso y terminan en situación de calle, o quizás tienen donde vivir pero económicamente no llegan a poder completar todas las comidas o completar sus estudios. Muchos viven en barrios carenciados y es fuerte la sensación que, por lo menos me genera a mí, porque sé que tienen potencial pero llegan a los 14 años y ya se convirtieron en padres muchos de ellos".
"Independientemente del gobierno que esté en el poder, la situación de las ollas fue siempre la misma porque nunca dejó de no haber gente. Hay muchas otras ollas en la zona y siempre están llenas. Para comprar los alimentos muchas veces ponemos de nuestro bolsillo, aunque también recibimos ayuda económica de familiares que saben lo que hacemos. Otras veces pedimos donaciones en nuestros trabajos y en la facultad. Hace poco empezamos a visualizar el trabajo de la Olla en redes sociales justamente para mostrarle a aquellos que nos dan una mano de afuera que el trabajo que se está haciendo. Además ahora las usamos para algo muy importante: convocar a voluntarios. A los que vienen, les explicamos que en un rato breve cocinamos y les remarcamos que lo importante en realidad es estar con la gente: ir, sentarse y escucharlos o bien comer con ellos y tener una charla simplemente recreativa o que te cuenten algún problema y vos veas cómo lo podés ayudar. Ese es el corazón de la olla, la comida es un segundo plano aunque a veces pase a ser primero”.
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Por su parte María de Jesús Espil, voluntaria y coordinadora del área de comunicación de la Fundación Sí, quien recorre las calles de Capital Federal todas las noches del año, precisó: “Nos juntamos todos los días, salvo cuando llueve, esa es nuestra única excepción porque nos cuesta encontrar a las personas que están en situación de calle porque se refugian. La cantidad de voluntarios varía bastante pero puede oscilar entre 30 y 50. En invierno se intensifica la cantidad de personas que se sienten sensibilizadas y se suman más, pero a veces los fines de semana se complican".
"La Fundación tienen 7 años y el proyecto de recorridas fue como el primero y yo estoy desde el día uno. El caso particular nuestro no es llevar comida siempre, porque el objetivo en generar un vínculo de confianza con las personas que conocemos y tratar con ellos de ver qué posibilidad de salida hay. Nos manejamos con áreas de trabajo donde los ayudamos a salir de las diferentes problemáticas, encontramos personas con adicciones o con edad jubilatoria que no saben hacer los trámites o bien con problemas de salud y no saben cómo acceder al sistema de salud. Si las personas que tratamos tienen una voluntad de modificar esa situación y lo manifiestan a lo largo de los encuentros, nosotros intermediamos entre áreas y personas para que puedan avanzar en su camino. Eso se da con los vínculos de confianza que construimos semana a semana, donde con el tiempo ven la intención genuina que tenemos y nos permiten conocer su historia", añadió.
La mujer se encarga de remarcar: "Casi siempre tenemos donaciones de sopa para llevar por lo que le pedimos al voluntario es que lleve un termo con agua caliente para que podamos, como mínimo, entregar un vaso con sopa y algunas galletitas. Salimos igual aunque no haya nada porque hay personas que ya nos conocen y nos están esperando y a veces no nos aceptan lo que le damos para comer, sino que te esperan para charlar y darte un abrazo ese día. Tenemos una voluntaria llamada Alicia, que tiene más de 80 años, pero también salen de recorrida padres con sus hijos de 10 años. Hay dos coordinadores que le explica a la persona nueva lo que hay que hacer, y los ubican en un grupo experimentado. Lo que necesitamos es tiempo y ganas".
Para apaciguar el frío. Como todos los años, la Fundación Sí lanzó la campaña Colecta de frazadas. "La iniciamos a principios de mayo siempre, y la seguimos en junio y julio, porque no sólo lo hacemos para aquellas personas en situación de calle que conocemos sino que nos empiezan a requerir de algunos comedores y centros comunitarios donde también estamos presentes y donde asisten familias con muchos nenes. También las mandamos al resto del país. Son meses muy intensivos donde colaboran muchas empresas y gente particular y todo es bienvenido", explicó la voluntaria de 38 años.
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Por qué ser voluntario. “Aquellos que tengan la intención de ser voluntarios deben ir y probar. No todos cumplen funciones de la misma manera, dentro de las ollas populares hay mucha gente que está detrás y no se las ve porque ayudan de otra manera. Después hay voluntarios que no tienen nada para traer y preguntan si pueden venir y la respuesta es ¡claro!. A nosotros nos interesa lo que un voluntario tenga humanamente para dar. La mayoría de los voluntariados lo que más se necesitan son recursos humanos, porque los recursos económicos de algún lado aparecen. Es cuestión de animarse, ir y probar", recomendó Pintos.
En la misma línea, Espil sostuvo: "Uno se acostumbra a ver a las personas que viven en la calle como si fueran un paisaje y cuando esa situación no se te hace natural y no sabés por dónde arrancar, a mí por lo menos, lo que me brinda la Fundación es la tranquilidad de que salgo con un grupo de personas que me van a contener. Es una situación donde la tristeza se te hace presente porque no te gusta llegar a tu casa y pensar que podrías haber hecho todo lo que hubieras querido. Nosotros tratamos de que haya vínculos a largo plazo y sé que si yo no puedo ir un día, habrá otro. Creo que hay que animarse y dar el salto de la indiferencia y decir 'me animo a dar un paso más'. Si realmente tenés la inquietud de querer hacer algo por esas personas, es una buena oportunidad ser voluntario. No sé si salir por las noches a recorrer las calles es para todo el mundo, pero hay que probar. Muchos de los que formamos parte del proyecto, probamos alguna vez y nos quedamos".
Cómo ayudar
- Olla de los Viernes se juntan todos los viernes en la plaza Barrancas de Belgrano, a metros de Juramento y Zavalía.
- Fundación Sí se reúnen todos los días a las 20 horas en la esquina de Riobamba y Mitre. Además, los martes y jueves suman otro punto de encuentro: Carranza 1962, también a las 20.
- Colecta de frazadas. Quienes quieran colaborar las pueden acercar de lunes a sábados de 10 a 19 en Ángel Carranza 1962, Palermo.
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