Hollywood lo puso de moda. En busca del equilibrio espiritual, la meditación y la vida saludable, el actor Richard Gere fue uno de sus primeros propagandistas a fines de la década del 70. Abrazó la causa tibetana y se convirtió en uno de los voceros occidentales del Dalai Lama (Océano de sabiduría), la máxima autoridad del budismo en el mundo. A partir de 2000, por moda o turismo espiritual, muchos exitosos profesionales de todo occidente, se han acercado a esta disciplina que unos definen como religión y otros como doctrina o filosofía, pues considera que no hay un Dios creador del Universo.
Todo comenzó con el príncipe Siddharta Gautama (Buda, El despierto). Nació en el año 563 a.C, en Lumbini, frontera de Nepal con la India. A los 29 años traspasó los límites del palacio y descubrió la vejez, la enfermedad y la muerte. En ese mismo momento decidió dejar la vida palaciega, a su mujer y a su pequeño hijo para buscar la cura a esos pesares. Pasó siete años aprendiendo de los maestros de la época y meditando bajo un árbol bodhi (una variedad asiática de higuera) hasta que encontró la iluminación. Después estuvo 42 años enseñando por la India. Murió a los 80 años por una intoxicación alimenticia, que le produjo vómitos, hemorragias y grandes dolores. Su doctrina se extendió por todo el sudeste asiático, hasta China y Japón, donde se desarrolló como budismo zen. En Birmania y Tailandia es la religión oficial. En Argentina se calcula que hay más de diez mil seguidores del Dharma, conjunto de enseñanzas del Buda y sus métodos de práctica, que inspiraron a los productores de la serie Lost, quienes llamaron Iniciativa Dharma a una misteriosa estructura que dominaba la isla antes de que los pasajeros del vuelo 815 de Oceanic se estrellara en sus playas.
Continúe leyendo la nota en la edición impresa del diario Perfil.