SOCIEDAD
cerca del juicio oral

Mangeri al diván: los expertos lo definen como un “simulador, inmaduro e impulsivo”

Psiquiatras forenses analizan la última declaración del portero para desentrañar la mente del acusado. Coinciden en que sus dichos parecen “guionados” y sus explicaciones, “infantiles”.

Insiste en su inocencia.
| Cedoc Perfil

El miércoles 12 de junio Jorge Mangeri dejó su departamento del último piso de Ravignani 2360. En la puerta se apiñaban periodistas y cámaras. No le importó. Con aparente ingenuidad, se paró frente a todos. Dos días más tarde, declaró como testigo. Elaboró un discurso que lo alejaba de la escena del crimen y denunció apremios ilegales. Pero no pudo sostener el relato. Se quebró ante la fiscal Paula Asaro y confesó: “Fui yo”. Luego, las indagatorias. Fueron cuatro. En todas reiteró su inocencia como si la confesión no hubiera existido jamás. En la última, la más extensa, aceptó responder preguntas. Lloró cuando mencionaron el abuso. Más tarde, agotado, pidió retirarse. Sus abogados, Miguel Angel Pierri y Marcelo Biondi, debieron convencerlo de seguir. Quedaba poco. Mangeri ya había dado una versión que el juez Javier Ríos calificó de inverosímil (ver aparte) y que dejó en evidencia algunos rasgos de su personalidad.

Para el psiquiatra forense Miguel Maldonado, el único procesado por el crimen de Angeles Rawson podría padecer un “trastorno en el control de los impulsos”. “Creo que es un hombre gris y chato, sin rasgos que sobresalgan. Es previsible y limitado intelectualmente, por eso puede ser muy manipulable y repetir lo que le dicen los abogados”, agregó el experto.

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El especialista en psicopatías Hugo Marietan, en cambio, cree que las características del crimen dan cuenta de un “ataque de un psicópata” y que Mangeri “no quebró su intención de generar la idea de inocencia”. “El psicópata trabaja para sí mismo. No confiesa porque no le conviene”, añade.

A Marietan le resulta llamativo que el portero posea “un rico vocabulario y un excelente manejo de la sintaxis gramatical”. “Puede armar sus respuestas con claridad y coherencia, siguiendo una ilación correcta, que demuestra que su intelecto carece de alteraciones. Su manera de responder rápido, y acomodaticio a su conveniencia, aunque haya sido tal vez guionado, implica un adecuado estado de alerta y una buena orientación en tiempo, espacio y situación”.

Aunque considera “inverosímil” la nueva excusa que dio el portero sobre sus heridas. “Estaba tratando de terminar de pintar un zocalito arriba del techo, entre el cielo raso y la pared, y se me rompió el escalón de la escalera y resbalé por la pared donde había tornillitos para colgar cuadros y el ventanal tiene una tapa donde va la cinta para enroscar la persiana y me golpeé con eso y me raspé la panza contra la pared”, señaló el encargado.

En ese sentido, el perito psiquiatra Enrique De Rosa destaca que “la personalidad es infantilizada en su estructura discursiva ya que las mentiras son burdas en áreas clave”. Al igual que Maldonado y Marietan, De Rosa cree que la última declaración de Mangeri fue “guionada” y habla de una personalidad “simuladora e inmadura”. “Puede sostener la mentira porque está centrado en su discurso. Tanto repite lo que tiene que decir que termina siendo verdad”. “Los simuladores, los que tienen un discurso aprendido, las personas con un manejo distante de las necesidades de los demás, más frecuentemente en trastornos de la personalidad o personalidades inmaduras, van a centrarse en sus necesidades y sus hechos, no éstos en relación al factor central que es la acusación concreta. El factor preponderante en un sujeto anclado en la realidad y no intentando construir otra sería su angustia, desesperación o culpa”, explica y señala “incongruencias” en el relato: “Se refiere a sí mismo como un espectador secundario, pero súbitamente piensa en formas de escapar. ¿Por qué alguien dejaría su trabajo y a su mujer, que antes dijo querer proteger a ultranza? Esa tremenda grieta en el relato él tampoco la puede completar, pero es central”.

Para Maldonado queda un interrogante central: “¿Qué esconde la personalidad de Mangeri, un hombre aparentemente sencillo y hasta intelectualmente limitado, para llegar a cometer un crimen brutal, perverso y repugnante?”.