“Después de estar nueve días privado de mi libertad, quedé muy shockeado y me costó salir de mi casa. Pero tengo que mantener a cuatro hijos. Hoy tengo una vida normal. Me pone triste que hayan muerto dos personas, pero no siento culpa ni remordimiento”. Quien habla es Christian Ricobene, el gasista que el día previo a la tragedia de Moreno hizo los trabajos de mantenimiento en la Escuela N° 49, donde fallecieron la vicedirectora Sandra Calamano y el auxiliar Rubén Rodríguez por una explosión causada por un escape de gas. Tras pagar una fianza de $ 200 mil el mes pasado, quedó en libertad.
A casi un mes y medio de la tragedia, Ricobene habló con PERFIL, y explica por qué no tenía habilitada su matrícula cuando hizo los trabajos que le encomendó el Consejo Escolar de Moreno, motivo por el cual está imputado en la causa por homicidio culposo agravado por defraudación al Estado. Según cuenta, la matrícula tiene un costo de $ 1.000 que se paga anualmente. En marzo fue a abonar el período correspondiente y lo que debía del anterior, pero dice que “se cayó el sistema”. “Había una cola tremenda y cuando toca mi turno me piden un papel que no tenía. Entonces me fui”, explica.
Por esta irregularidad lo imputó la UFI 8 de Moreno, cargo de la fiscal Gabriela Urrutia. Y porque la categoría 3 que figura en su matrícula no le permitía hacer trabajos en instituciones educativas. El ex interventor del Consejo Escolar de Moreno, Santiago Nasif, también está imputado en la causa, porque no advirtió que Ricobene no estaba habilitado. Sin embargo, el gasista sostiene que hizo “entre 700 y 800 facturas desde finales de 2016”, un año antes que los integrantes anteriores del Consejo sean desplazados por malversación de fondos. Por este motivo, la fiscal Urrutia los citaría en las próximas semanas para que presten declaración indagatoria.
Explicación. Del día previo a la explosión, explica que fue hasta la escuela y encontró que “la tapa de la estufa apretaba la perilla del piloto, por lo que provocaba una fuga de gas”, dice. Y agrega que con su asistente “solucionamos el problema, comprobamos que no había pérdida y hasta prendimos la estufa”, repasa sobre su trabajo en la tarde del 1º de agosto.
A la mañana siguiente, la vicedirectora Calamano lo llamó diciéndole que había olor a gas en el lugar. “Como se cortó el teléfono, la vuelvo a llamar, pero no me contestaba. Entonces me fui hasta la escuela y ahí me encuentro con las calles cortadas por la policía”, recuerda. Llegó 10 minutos después de la explosión.
En la actualidad, Ricobene trabaja haciendo mantenimiento de parques y piletas, aunque afirma que no tendría problema en volver a ser gasista. También que la explosión no le generó un trauma, pero que el haber quedado detenido lo dejó en shock y le costó volver a salir de su casa. Y que no recibió amenazas, sino “apoyo de toda la comunidad”.
Desde la explosión, muchas de las escuelas de Moreno no volvieron a tener clases. Esta semana se produjo el secuestro de la docente Corina de Bonis, a quien le escribieron en la panza con un punzón la leyenda “Ollas no”, en relación con las ollas populares que venía realizando.