Google cambió el mundo. Desde hace 20 años es posible encontrar información en Internet en segundos gracias al gigante de Internet, que se registró como empresa el 4 de septiembre de 1998 y lanzó su buscador el 27 de septiembre. Pero la compañía, nacida en Estados Unidos, también se hizo con una cantidad inédita de información y con un enorme poder que genera preocupación sobre todo en Europa. Ahora intenta estar también a la vanguardia en tecnologías del futuro como la inteligencia artificial o los coches autónomos.
Antes de Google ya había motores de búsqueda pero Larry Page y Sergey Brin consiguieron darle ventaja rápidamente a su creación. Los fundadores de Google no querían hacer sencillamente un catálogo web sino crear un buscador inteligente. La relevancia de las webs depende de la cantidad y la calidad de los links que llevan a ellas, el denominado "Page Rank". Ahora también contribuyen cientos de factores más en los algoritmos desarrollados por los trabajadores de Google.
Page y Brin programaron en sus casas la primera versión del buscador en 1996 y lo llamaron BackRub. No pasó mucho tiempo antes de que cambiaran el nombre a Google, una alusión a la palabra "googol", la denominación matemática de un 1 con 100 ceros.
Registraron Google como empresa el 4 de septiembre de 1998 para poder cobrar un cheque de 100.000 dólares del cofundador de Sun Microsystems, Andreas von Bechtolsheim. Su objetivo era conseguir ordenar toda la información del mundo y hacerla accesible para todos.
Su credo (que ya apenas se menciona) era "no seas malo" ("Don't be evil"). Su primera oficina fue un garaje en el corazón de Silicon Valley. La entonces propietaria de ese garaje, Susan Wojcicki, dirige actualmente la plataforma de videos YouTube, propiedad de Google.
Page fue el primer director ejecutivo de Google, pero los inversores no confiaban en dejar el floreciente negocio en manos de sus fundadores, que por aquel entonces no tenían ni 30 años. Así que en 2001 el experimentado Eric Schmidt se convirtió en CEO de la compañía, cargo que tuvo hasta que en 2011 Page volvió a ponerse al mando. Durante esa década Schmidt dirigía la compañía pero sus fundadores tuvieron libertad para hacer operaciones como la compra de la start up que estuvo detrás de Android, el sistema operativo más utilizado actualmente por los smartphones.
Tan inteligente como el algoritmo de Google fue el concepto para ganar dinero con el buscador: pequeños anuncios relacionados con las búsquedas de los usuarios. Sólo hay que pagar por esos anuncios cuando se hace clic en ellos y el precio se fija mediante una subasta.
Una empresa del tamaño de Google puede ganar miles de millones con ese tipo de pequeños contratos. De hecho, aunque con los años Google ha sumado nuevas actividades, los anuncios que aparecen en las búsquedas siguen siendo la base de su negocio y de Alphabet, la empresa matriz. En el último trimestre Alphabet obtuvo una facturación de 32.600 millones de dólares, de los que 28.000 procedieron de los ingresos por anuncios de Google.
Desde el principio estuvo claro que las ambiciones de Google no se limitarían a las búsquedas en Internet. Siguiendo su lema de organizar toda la información del mundo, la empresa comenzó a escanear libros a gran escala. Pero ese proyecto se topó con la resistencia de los autores y las editoriales, que vieron amenazados sus derechos de autor y su negocio. Estos llegaron hasta los tribunales y desde entonces el proyecto Google Books avanzó con mucha lentitud.
Este sería el primero de numerosos conflictos. Las empresas de medios de comunicación acusaron a Google de destruir su modelo de negocio al difundir gratis titulares y noticias. Páginas de valoración de servicios como Yelp criticaron que Google utilice sus contenidos y los comparadores de precios también se sintieron discriminados.
La comisaria de Competencia de la Unión Europea, Margrethe Verstager, golpeó con dureza en dos ocasiones al gigante tecnológico. En 2017 le impuso una multa de 2.400 millones de euros por discriminar a la competencia en la publicidad de productos. Y el pasado julio dictó una sanción récord de 4.340 millones de euros por abuso de posición con su sistema operativo Android.
La compañía digirió fácilmente las multas pero la exigencia de la UE de permitir más competencia en las plataformas móviles podría convertirse en una bomba para el actual negocio de Android. Por otro lado están los temores sobre la protección de datos y la pregunta de si Google ya sabe demasiado sobre sus usuarios.
Los Google Glass, anteojos inteligentes, fracasaron por el temor a que quienes las llevasen pudiesen grabar a otras personas sin que estas se percatasen. Recientemente la empresa tuvo que salir al paso después de que se supiese que los teléfonos que usan Android estaban guardando constantemente datos de ubicación incluso si los usuarios no querían que así lo hiciese.
Pese a esas reservas, la compañía cada vez pide más información a sus usuarios: por ejemplo, su asistente sólo es realmente útil si se configura para la persona que lo usa. Sus avances en inteligencia artificial quedaron claros hace poco con el sistema Duplex, que consigue imitar la voz humana al nivel de sonidos como "ummm". Esta tecnología no sólo generó admiración sino también preocupación por un avance demasiado rápido de los robots.
Pocos días antes de su cumpleaños, a Google se le abrió un frente inesperado. El presidente estadounidense, Donald Trump, buscó noticias sobre él en Google y sobre todo encontró titulares negativos. Así que acusó a la compañía de manipular los resultados de su buscador para perjudicarlo y amenazó con tomar medidas. Google rechazó inmediatamente esas acusaciones pero seguramente Trump no dejará el tema ahí.
D.S.