A los 17 años, una aventura amorosa lo llevó hasta Israel. Según contó alguna vez uno de sus músicos, el bajista Moti Morad, San había conocido en Turquía a una joven judía de Jerusalén y se enamoró. Quedaron en contacto, hasta que la israelí le informó que se estaba por casar con un compatriota. Aris decidió que tenía que hacer algo al respecto y salió hacia Israel, dispuesto a luchar por el amor.
Aquella vez no tuvo suerte: el casamiento se celebró a pesar de las objeciones de Aris, quien terminó deambulando por Yafo, la zona antigua de Tel Aviv, adonde -por fortuna para los amantes de la música- consiguió refugio en un club nocturno, el Arianna.
San no era judío, pero sí el dueño del Arianna, Shmuel Barzilay, originario de Salónica. Después de un breve retorno a Grecia (fue deportado porque se le habían vencido los papeles migratorios), Aris volvió a Yafo y al Arianna, esta vez para comenzar definitivamente su meteórica carrera.
Fue un verdadero regreso con gloria: el carismático y talentoso joven griego se hizo famoso en poco tiempo y comenzó a atraer pequeñas multitudes que incluían a varios de los políticos más poderosos de Israel de los ’60.
Folklore griego más los sonidos eléctricos del pop y la psicodelia
Según cuenta el escritor Münir Tireli en una extensa investigación sobre la vida del guitarrista, San llegó incluso a hacerse amigo de Moshe Dayan, y hasta tocó en las fiestas de casamiento de sus hijos. Esa cercanía con los líderes del país, apuntó Tireli, le permitieron conseguir un pasaporte israelí, "aunque no era judío".
Las cosas se aceleraron para el músico. Primero grabó unos discos en 78 rpm en Grecia y, poco después, el mítico sello israelí Hed-Arzi le editó una primera serie de singles, incluyendo "Mandalena", "Zimba", "I Zoi Mou" y "Mi saurie".
San "no solo interpretó canciones griegas populares entre los judíos" que habían llegado de Salónica y Atenas, "sino que también a las otras comunidades les gustó su sonido único de bouzouki", señaló Tireli.
Esa fue la antesala al estrellato, que se basó en la combinación del sonido hipnótico y psicodélico de su guitarra, la revisión pop del folklore del Mediterráneo y su picante voz cantando en griego y en hebreo (y a veces hasta en español, como cuando abordó "La nave del olvido", del mexicano José José).
¿Reclutado como espía?
En poco tiempo, gracias también a la formación de un grupo que lo acompañaba con estilo surf rockero con toques mizrahi (y los hits "Boom Pam" y "Sigal"), Aris ya era una luminaria que llevaba una vida acorde de romances con famosas actrices y algunos excesos.
Testimonios de amigas, amigos y colegas del mundo de la música que lo conocieron bien durante su "etapa israelí" señalaron que, a pesar de su enorme éxito en el país, Aris tenía una gran ambición: tocar en Estados Unidos y abrir allí un club nocturno.
Era "el Estados Unidos inalcanzable que veíamos en las películas", recordó una de las entrevistadas para el documental "El misterio de Aris San", del 2007.
Algunos afirmaron que, gracias a su capacidad de moverse en los ambientes del poder, había sido reclutado como espía
¿Por qué misterio? Porque su partida hacia Estados Unidos, en vísperas de la Guerra de Iom Kipur, de octubre de 1973, estuvo envuelta en controversias desde el principio. Algunos afirmaron que, gracias a su capacidad de moverse como pez en el agua en los ambientes del poder, Aris había sido reclutado como espía, aunque nadie era capaz de decir exactamente para qué bando.
Otros aseguraron que se fue de Israel después del nacimiento de su hija en el medio de acusaciones de violencia doméstica contra su esposa, la cantante Alizi Azikri, algo que tampoco se pudo comprobar.
La cuestión es que Aris logró efectivamente abrir su boite en Nueva York, el Sirocco, adonde también atrajo a una nube de famosos y poderosos, en especial estrellas de Hollywood como Frank Sinatra y Anthony Quinn y colegas como Louis Armstrong.
"Había gente que lo adoraba tanto que se levantaba de la silla para dejar un billete de cien dólares" en la guitarra de San, "solamente por una canción", recordaba en el documental un habitué del club nocturno y amigo del músico, Ari Weiss.
"No le podía decir 'no' a nadie"
Junto con su esposa, Susan, Weiss iba a ver tocar a Aris "dos o tres veces por semana", rememoró. Y pudo ver cómo el éxito del artista llegado a Nueva York desde Grecia, vía Israel, terminó en tragedia. "Era una buena persona, no le podía decir 'no' a nadie", remarcaron. Después de "diez o doce años" de gran suceso, señalaron los Weiss, "las cosas empezaron a ir hacia abajo, a circular drogas" en el club, y la cocaína "se adueñó de la situación".
De allí al involucramiento con la mafia había un solo paso, y Aris San lo dio.
En 1982, señala Tireli, el Sirocco fue allanado por el FBI, que "encontró una gran cantidad de drogas en las instalaciones". San "fue sentenciado a dos años de prisión debido a su falta de cooperación" con las autoridades.
"Cuando fue liberado, en 1984, ya se había endeudado mucho", dice el investigador. Y en 1988, al parecer incapaz de enfrentar esas deudas y el acoso de la mafia -según afirman algunos reportes sobre su vida-, San se mudó a Budapest.
Aris retomó la música en Hungría, "pero como persistieron sus problemas económicos -apunta Tireli-, empezó a vivir de forma descuidada en un apartamento en ruinas, y al final fue golpeado fatalmente por desconocidos" que probablemente le habían prestado dinero.
Después de ser trasladado a un hospital, murió de un infarto el 25 de julio de 1992. Su cuerpo fue incinerado y sus cenizas trasladadas a Nueva York, "donde fueron enterradas en una tumba junto a su buen amigo y colega Louis Armstrong", según la biografía que preparó Tireli.
En el documental, una de sus colegas de los dorados años 70, la popular cantante israelí Riki Gal, lo recordó de una mejor manera. "Era encantador, con su sonrisa seductora, había algo muy fuerte en su personalidad".
Fue, completó la cantante, "un hombre misterioso".
Publicado originalmente en IsraelEconomico