En Querido Zeitlin, Solana Schvartzman compila e introduce cartas de y a César Tiempo (nacido Israel Zeitlin en Yekaterinoslav, ahora Dnipró, en Ucrania y fallecido en octubre de 1980 en Buenos Aires). Las decenas de esquelas y misivas publicadas retratan una Argentina que ya no existe, pero de la cual quedan rastros inoxidables: el primer peronismo, Boedo vs Florida, el antisemitismo de Hugo Wast, la reflexión sobre la inmigración y la integración a lo nacional, obras de teatro y libros, escritores, dramaturgos y poetas como Roberto Arlt, Borges, Alberto Gerchunoff, Raúl González Tuñón y Elías Castelnuovo.
Las epístolas se encuentran agrupadas en distintas secciones que resultan hitos en la biografía intelectual de César Tiempo, y respetan un orden cronológico que responde también a los tópicos que atraviesan su archivo personal, las problemáticas propias del campo cultural y las redes intelectuales de su época.
Este libro pertenece a la Serie de los Dos Siglos que nació con la idea de renovar y actualizar el proyecto que en la década del 60 fue la "Serie del Siglo y Medio". Tanto aquella colección como esta, están dedicadas a difundir obras de la literatura y el pensamiento argentinos. Bajo la dirección de Sylvia Saítta y José Luis de Diego, la colección cuenta con la conformación de un consejo asesor compuesto por Jorge Lafforgue, Luis Alberto Romero y Beatriz Sarlo.
Quizás sin quererlo, Tiempo -judío, argentino, cosmopolita- se convirtió en un faro para el mundo cultural y para muchos de sus personajes, con quienes intercambiaba cartas relatadas a mano o creadas en el “pianito de escribir”. Aquí les compartimos algunas de ellas, en las que el autor de Sabatión argentino comparte comentarios sobre libros propios y ajenos, la situación política local e internacional y la profesión del escritor.
Alberto Gerchunoff a César Tiempo (20 de junio de 1934)
(mecanografiada)
Buenos Aires, Junio 20 de 1934
Señor Don César Tiempo.
Querido compañero y amigo:
Ante todo le quiero agradecer muy profundamente el envío del “Sabatión” en cuyas grandes aguas me estoy sumergiendo noche a noche. Y quiero agradecerle también, no ya las palabras cordialísimas de la dedicatoria, sino los versos en que canta profusamente la gloria del “Internacional” y me honra poniendo mi nombre en sus versos. Pero, de tan hermosas e importantes cosas tendremos que hablar en una mesa de esa ilustre Institución de la calle Corrientes. Espero que sea pronto, que sea una de esas madrugadas próximas, después de que se hayan ido los feroces cosacos y la falta de música permita conversas y regocijarse con una presa de pato. Hoy me dirijo a usted en su calidad de miembro de la Sociedad Amigos del Libro Rioplatense. Tengo listo el prólogo, doce columnas de La Nación, cuerpo ocho, según acabo de ver. Lo hice componer para aliviar el trabajo a los linotipistas de Montevideo. Mañana o pasado tendré pruebas corregidas y el señor Serfati, cuya dirección he perdido, puede venir a buscarlas el sábado. Este amigo nuestro me habló de un prefacio. La Sociedad se encargaría –me dijo– de ver al escritor que yo indicara para ese raro menester. Francamente, preferiría prescindir de esa diligencia. ¿Para que un prefacio? Me explico que la casa editora incluya unas líneas, con datos puramente indicativos respecto del autor y aun eso no es indispensable. Por otra parte, mi prólogo es largo, creo que divertido, y toca los más diferentes problemas: es una diatriba contra las academias, contra el espíritu burgués en la literatura, contra el hitlerismo, el antisemitismo, el brutalismo contemporáneo. Debo terminar todavía dos capítulos de la novela. Estarán la semana entrante. ¿Cuándo se le puede
encontrar y qué lugares frecuenta?
Crea en los sentimientos mejores y en la admiración de su amigo,
Alberto Gerchunoff
---
César Tiempo a Alberto Gerchunoff. (26 de junio de 1934)
(mecanografiada)
Buenos Aires, 26 de Junio 1934
Señor Don Alberto Gerchunoff
en LA NACION
PRESENTE
Querido y admirado Don Alberto:
Aquí le van las primeras pruebas de su libro que va a prestigiar enormemente a nuestra colección. Ya envié el prólogo, después de leerlo dos veces y regocijarme con su humor y su verbo realmente
apocalípticos, a Montevideo. Ahora espero los dos capítulos que me anuncia en su carta con una impaciencia indigna de un editor de estas latitudes, pero natural en quien, sobreponiéndose a su eventual menester, ha aprendido a admirar en cada una de sus páginas el renovado y diuturno milagro del idioma en cuya atmósfera sus ideas pueden ejercitar toda su fuerza.
Ya le habrá dicho Serfati en qué estado me encuentro. Un recio tratamiento autohemoterápico, amén de otras nada festivas aplicaciones de nitrato de plata me están acercando a la playa después
de una tormenta sin literatura. Un recio tratamiento autohemoterápico, amén de otras nada festivas
aplicaciones de nitrato de plata me están acercando a la playa después de una tormenta sin literatura. No salgo por las noches desde hace más de un mes y esa clausura que me priva del placer de escucharle en la Hebraica cuando la lectura de su etopeya del lector Yarcho, que ahora conozco y por la cual lo felicito calurosamente, me impide ahora aceptar su envidiable invitación a disfrutar de una presa de pato en su compañía, en esa institución insigne de la calle Corrientes, tan poderosa que ha podido sobrellevar el embate de mis versos con una impasibilidad digna de su extraordinario Pardeche. Pero le tomo la palabra y no bien me autoricen a velar las últimas constelaciones y Ud. se halle dispuesto le telefonearé para encontrarnos.
“No salgo por las noches desde hace más de un mes”, le confesaba a Gerchunoff
Sin darle tiempo a que se reponga de la lectura de mi Sabatión, le hago llegar un ejemplar de El teatro soy yo. Me interesa sobremanera su opinión sobre esta fechoría en prosa, que no he enviado a ninguna parte aterrorizado por la siniestra bibliografía que suscitó en La Nación una colección de poemas publicados previamente en sus mismas páginas.
Hasta pronto, querido y admirado amigo. Y gracias por todo. Las dos manos de su affo.
---
Carlos Mastronardi a César Tiempo (8 de febrero de 1935)
(manuscrita)
Gualeguay. 8 de febrero de 1935
Mi excelente y válido Zeit:
Absurdos entreveros judiciales y una suspirosa excursión por nuestra campaña agrícola-milonguera retardaron mi respuesta a su muy cordial y maga del 6 de Enero pasado.
Me alegra haber sido oportuno con la montielera Mony Hermelo, quien reincidirá conmigo, o, mejor dicho, con los poemas de entrerriana procedencia que a estas horas han de andar supurando por hispánicas tierras. En cuanto a la productividad metapsíquica que usted sugiere, en base a la incidencia de mi envío postal y de su charla U.T. con la referida Mony, puedo decirle que comparto esa parcial vocación, que con el tiempo, a no dudarlo, devendrá neta psicología. Y sin salir de Gualeguay, me atrevo a ejemplificar con el compañero Epele, cuyos estudios de mecánica ondulatoria sospecho que constituyan una etapa previa al planteamiento y solución de los misterios telepáticos y anexos, que en todo momento le preocupan. Por lo demás, las radiaciones y emanaciones astrales creo que darán muchas sorpresas todavía. Y sin caer en una impoética tesis mecanicista ni en “positivismos” causalistas, cabe preguntar si el pensamiento no guarda relación con los principios del vibracionismo ondulatorio. A lo mejor, nuestro cuerpo es una antena y nuestro cerebro (no el de Gálvez) una membrana sensible, a la vez que un aparato transmisor. Admitida esta tesis, que llamaría de la broadcastering particular, nada tendría de extraño que la transmisión de pensamientos y los mensajes a distancia lograsen una aplomada comprobación científica. Por lo demás, yo espero mucho de los rayos cósmicos, y la terapéutica del porvenir, mucho más. A veces sospecho que las radiaciones solares y mil otras, rigen no sólo nuestra vida sexual, humoral, cerebral y afectiva, si no también nuestra salud física. Un médico polaco
–Lackorsky– ha enfocado esos problemas, y asegura que en lo venidero, nuestros remedios
serán brazaletes y anillos de diversos metales destinados a detener o desviar los influjos astrales y los rayos invisibles que malignamente atacan (eligen) tales o cuales partes de nuestras células. Claro que, así miradas las cosas, el universo sería un sistema perfecto de influjos donde todo se ligaría coherentemente con todo. Una tesis cósmica, muy grata a Xul Solar, por cierto. Tesis muy de nuestro tiempo, anheloso de unidad, coherencia y ataduras varias.
Pero quiero ahorrarte cosmoramas, astrologías y otros énfasis del misterio. Desciendo hasta el periodismo, o mejor dicho, hasta los problemas relacionados con la agremiación de gente de prensa.
Usted sabe cómo se esquilma al periodista provinciano, que, en ciudades como ésta, trabaja por 60 o 70 $ mensuales, a lo sumo. Por otra parte, nuestra época reproduce los cerrados círculos profesionales y obreros de la Edad Media, busca cohesión y crea estructuras supraindividuales: sindicatos, corporaciones, etc. No le extrañe, pues, que los periodistas de Gualeguay hayan salido a campear por un standard de vida más digno. Se han federado para evitar la explotación de directores, propietarios de rotativos locales. Si la cosa prospera, se tratará de crear una entidad provincial. Ortiz, un cierto Huesa y yo, estamos encargados de echar las bases de la entidad mediante una reglamentación que contemple horarios y honorarios, y que imponga sanciones a los pulpos directivos y a los periodistas de vocación carneril, como también a los que se ofrezcan a “precios de liquidación”. Bien, necesitaremos algunos antecedentes al respecto. ¿Puede usted informarnos, siquiera sea en líneas generales, sobre estas cosas? ¿Existe alguna entidad gremial en Bs. Aires? ¿La Soc. de escritores contempla la situación de los periodistas, o ello corresponde al “Círculo de la Prensa”? Espero sus informes al respecto.
¿Existen sanciones para los “carneros” y para los diarios pulpos? ¿Le ha practicado el boicot? ¿La colaboración periodística está sometida a una tarifa de honorarios?
Aquí, el problema más arduo es éste de las colaboraciones sueltas y esporádicas. Le puede defender al periodista que trabaja regular y cotidianamente, pero no es fácil evitar filtraciones en lo que respecta a las colaboraciones sueltas y gratuitas. Le ruego quiera responder a estas preguntas y enviarme las reglamentaciones y demás elementos de juicio que tenga a mi alcance. El proletariado intelectual de Gualeguay se lo agradecerá.
Cuando lo tenga a mano a Eduardo Uribe, le ruego quiera pedirle el libro de López Velarde por el cual me interesara durante su estadía –de Ud.– por estos pagos. ¿Debo escribirle previamente a dicho Uribe? Estoy dispuesto a toda suerte de flujo epistolar. Por lo demás, se trataría de un préstamo a breve plazo.
Muy bueno el libro de Amorim. Mañana he de escribir una noticia para “El Diario”, si es que la flamante “gente de prensa” local, no arguya de gratuidad mi envío. ¡Excelente el Paisano Aguilar!
¿Siempre por El Salto, Amorim?
Un demorado y leal abrazo.
Mastronardi
---
Elías Castelnuovo a César Tiempo (14 de junio de 1942)
(mecanografiada)
Buenos Aires, septiembre 4 de 1942
Mi muy querido amigo:
Antes que nada: por fin, terminé “La Muralla”. Ayer le arrimé el último cascote, agregándole un epílogo. No sé si te dije que mi novela se desarrolla en la ciudad de Avellaneda, el feudo de Barceló. De allí le viene el título. Está escrita con soda cáustica, pero con esa “gracia macabra”, que me descubrió un crítico alemán, que se ocupó hace algún tiempo de “Carne de Cañón”. Comienza de una manera festiva, mas termina trágicamente. Todos los personajes son del lugar. Algunos viven aún. Otros, están muertos. De modo que pienso enemistarme allí con todo el mundo. Porque ningún personaje queda bien parado. Para peor, es probable, que, para remachar bien el clavo, le inserte una aclaración en la primera página, que diga más o menos así: “Todos aquellos que se vean retratados en esta novela, no deben suponer que ello se deba a una mera coincidencia: es, en efecto, su propio retrato”. Quisiera verme contigo para hablar sobre el particular. Ya que te has interesado tanto por mi trabajo, quisiera darte alguna participación.
También quisiera hablar de tu obra. No por reciprocidad, porque si lo mismo que me decís vos, me lo dijese otro, no le llevaría el apunte. Vos sabés hasta dónde llega la independencia de mi carácter.
Yo no me caso con nadie que no se lo merezca ampliamente.
Ni siquiera me caso con los que se lo merecen a medias. Si tengo tantos enemigos se debe precisamente a eso. A que no mezquino los palos. La crítica literaria, entre nosotros, es un mentidero femenino. Siempre me ha repugnado a mí incurrir en semejante corriente. Créeme que lo que yo te digo acerca de tu obra es rigurosamente exacto y desinteresado. Si no fuera así no trataría de estrechar vínculos contigo.
”Sábato y su mujer nos visitaron, sé del éxito de su poderosa novela”
Conseguí Pan criollo. No lo leí aún. Leí, en cambio, El Teatro Soy Yo. Confirmé allí la opinión alta que me formé de vos a través de Clara Beter. Sos, indiscutiblemente, una cosa seria. Esto mismo se lo dije a tu cuñado la mañana que vino a visitarme para traerme unos cuantos ejemplares del último número de Columna dedicado a Roberto Arlt y a Waldo Frank. No le dije: “el muchacho promete”. Le dije: “el muchacho va a dar que hacer”. Me gusta mucho la obra. Tus condiciones literarias son múltiples. Cualquier género que abordes, llegarás por su conducto, indefectiblemente, a lucir tus prendas intelectuales. Yo tengo para mí que aquel que ama la música, y nace con la gracia o con la desgracia de la inspiración, toca cualquier instrumento. Porque lo esencial en la música, no es lo que suena, sino el que produce el sonido. Yo te aconsejé que cultivaras la
biografía. Ahora, retiro mi consejo. Cultivá lo que se te dé la gana. Vas a estar bien siempre.
El número de Columna dedicado a Roberto Arlt, hay que decir lo que es, no estuvo a la altura del muerto. Vos no tenés la culpa de ello. Lo más saliente de todo fue tu generosa y espontánea dedicatoria. Es decir: la entrega del número al compañero desaparecido. Yo no sé a qué se debe eso. Pero cada vez que muere un literato, aquí, y se le dedica un número extraordinario ocurre lo mismo. No sabemos hacer homenajes. O estamos demasiado intelectualizados, o todavía no alcanzamos el grado de intelectualización suficiente como para hablar siquiera con humanidad de nuestros escritores. Algunas colaboraciones de las que aparecen allí parecen estar escritas al centímetro. Supongo que vos no les pagaste para que escribieran con tal mesura. De cualquiera manera, vos cumpliste con tu deber, y podés estar satisfecho. Días vendrán en que se rectifique
esta segunda defunción de Roberto Arlt.
Quisiera conversar contigo. A ver dónde nos podemos encontrar.
Un abrazo fraterno
Elías Castelnuovo
---
Enrique González Tuñón a César Tiempo (11 de septiembre de 1933) (manuscrita)
Mi querido Zeitlin: Durante todo este tiempo anduve bastante preocupado porque demoraba en escribirte y la gripe –que me tumbó por segunda vez– impedía realizar mi deseo. Ahora, ya repunte y en tren de ahorrar energías para mi próximo viaje a Buenos Aires, te envío estas líneas.
Te imaginarás con cuanta alegría recibí la noticia –que no me extrañó, por cierto– del éxito de tu gira.
¿Cómo puede extrañarme cuando se trata de un triunfo tuyo, querido viejo, de un valor indiscutible de nuestra literatura? Te agradezco el capítulo dedicado a Raúl, que desearía mucho leer.
Apropósito de Raúl te diré que la policía comienza a interesarse vivamente por su persona. Me dicen mis hermanitas que el lunes de la otra semana dos pesquisas permanecieron todo el día custodiando la casa y que al llegar un amigo –el novio de mi hermanita– lo confundieron con Raúl y le preguntaron al mismo tiempo que lo tomaban fuertemente del brazo: “¿Raúl González Tuñón?”
Imagínate el susto de las chicas.
Raúl asegura que son fascistas que quieren cachiporrearlo. El caso es que CONTRA no sé si saldrá porque los kioscos se niegan a aceptarla en vista del “encane” de algunos lectores.
Bueno. Lamento mucho lo que te ocurrió con Serfáty. Es una lástima este fracaso de adecentamiento –como tú dices– ¿Qué hay del libro rioplatense? ¿Qué pasa con el anteproyecto tan discutido?
Mi libro marcha. Saldrá con seiscientas suscripciones más o menos.
Querido viejo: hasta prontito. Te doy un gran abrazo.
Enrique
11 Setiembre 33.
---
César Tiempo a Luis Emilio Soto (21 de marzo de 1963)
(mecanografiada)
Bruselas, 21 de marzo de 1963
Querido y siempre recordado Soto:
Bueno, no nos escribimos, pero nos pensamos. Recién hoy puedo sentarme en la punta de la silla para contestar su carta del 8 de enero, cuya validez no caduca como los billetes de lotería premiados. Vez pasada estuve con Sartre y como al socaire de la conversación surgió su nombre –ustedes nacieron igualmente un 21 de junio– me dijo que lo conocía de haberlo leído hace muchos años en Sur. Una sorpresa, pues yo creía sinceramente que Sur se leía solamente en el barrio norte.
¿Apareció su libro sobre BOEDO? Imagino que merezco un ejemplar. El doctor Frías, de “Los Principios” de Córdoba, me trajo el que dedicó González Lanuza a los martinfierristas. Un modelo de superficialidad y generosa cicatería. Da pena. Leí también “Cronicón de un almacén literario” de Lagorio que, al lado del de González Lanuza, parece el Zend Avesta enfrentado al Crefundeo del finadito Ollavaca. Su Boedografía tiene que hacer época y va a hacerla, estoy seguro, pues ustedc onvivió aquella, conoció a todos, no tiene la suficiencia del Eduardo y escribe à couteau tiré, como dicen aquí.
Usted estuvo a punto de no mandarme su carta, tan jugosa como afectuosa, si se postergaba en el momento que la escribía la convocatoria a elecciones. Ya tenemos fecha para las mismas. Pero ¿se llevarán a cabo? Los astrólogos, los gorilas y el marinero que dió aquel mal paso (y lo peor de todo sin necesidad…) dicen que no, y harán todo lo posible para que coincidan energúmenos y nigromantes. Ojalá me equivoque! Piense en nuestras zozobras. Perico está haciendo la conscripción en City Bell y nuestra hija viaja en estos momentos para Buenos Aires para tratar de terminar sus estudios. Más de una vez pensamos regresar todos al agujero nacional, pero las perspectivas nos espantan. Aquí cincho mis buenas diez horas diarias como “corresponsal europeo” de una punta de publicaciones, pero a qué diario le va a interesar correspondencia desde la Argentina, donde ni siquiera he conseguido jubilarme y cuyo panorama solo podrá atraer a Malaquías o algún buen cronista del nuevo Apocalipsis.
Siempre nos escribimos con Cansinos cuya mayor preocupación actual es su pibe a quien teme dejar desamparado. Me contó emocionado que Borges, en un reportaje que le hizo Fernando Quiñones en A B C, dijo que era una vergüenza el aislamiento y la subestima en que se tenía en España a un escritor de sus dimensiones, y que después lo visitó en compañía de aquel y otro argentino, pidiéndole todos los originales para publicar en Argentina. Que tenía predicamento en editoriales, diarios y revistas y que las ponía a disposición de don Rafael. Cansinos está removiendo sus montañas de papel a ver si da con la piedra filosofal. Si usted tiene ocasión de hablar con Borges, que ya debe estar de vuelta, recuérdele, por favor, que Cansinos, quiere saber adónde disparar su papelería.
Sábato y su mujer estuvieron a visitarnos. Sé del éxito, más que merecido, de su poderosa novela. Su editor, Muchnik, se radicó en París. Es el mismo que a sugestión mía publicó LA ALFOMBRA ROJA, de Marta Lynch, una novela que le recomiendo leer. Para sacar balcones. Allí encontrará usted a Frondizi en su propia tinta…
Hoy, según el calendario, empieza aquí la primavera. Debe haber perdido el tren. Los días siguen tan grises como siempre y los “belgicanos” tan grises como los días. De pronto uno se acuerda de Buenos Aires, de los amigos de siempre y los percherones de la nostalgia tironean tan brutalmente como aquellos que tiraban de Tupac Amaru. ¿Sabe de qué me acuerdo en este momento? De su casa de la calle 15 de noviembre de Vignale, de Mariani, de Ferrara de Paulos, de Tallon, de Gil, de Miranda Klix, de Delfino, de Yunque, de Castelnuovo, de nuestras reuniones, de mi barrio, de nuestro barrio. La tristeza pasa; haber estado triste, no. Pero, en fin, contra el destino nadie la talla. Ya vendrán Tiempos mejores. Que el otoño le sea propicio, la suerte lo acompañe, el humor no lo abandone y los suyos lo hagan feliz. Recuerdos muy afectuosos de Elena y míos a su mujer y sus muchachos y un gran abrazo para usted con vieja amistad que no envejece.
Avenue Moliere 311
{César Tiempo}
---
César Tiempo a Antonio Buero Vallejo (21 de diciembre de 1965) (mecanografiada)
Buenos Aires, 21 de diciembre de 1965
Sr. Antonio Buero Vallejo
Hermanos Miralles 36, MADRID
Mi querido y siempre recordado amigo:
Tiene que perdonarme el largo involuntario silencio. Tareas tremendas me tenían –y me tienen– literalmente maniatado. La vida se ha puesto dificilísima sobre todo para quien debe vivir de su pianito de escribir. Además, quería darle noticias concretas sobre su drama, que me pareció estupendo, de una fuerza avasalladora y una humanidad y una pintura de tipos que pertenecen a otra época, a la época en que el teatro era autenticidad, choques conflictivos –no prefabricados–, sentimientos e ideas, y no vanos saltos ornamentales sobre la piscina del absurdo. Infelizmente los empresarios criollos son tan torpes como los empresarios de su tierra. Y el único teatro que pudo afrontar la puesta escénica –el IFT– no lo hizo porque habían puesto recientemente una pieza de Gorki que pivoteaba sobre un tema semejante, decían ellos, si bien fuera de la coincidencia del
torturador visto “at home”, todo lo demás no tenía nada que ver.
En Montevideo funciona un conjunto teatral EL GALPON –que es, quizá y sin quizá– el que ofrece el mejor teatro de todo el Continente. Una gran amiga, la actriz Cipe Lincovsky, tuvo la bondad de entregarle al director –Atahualpa Del Cioppo– el libreto que usted me hizo llegar con unas líneas recordando su encuentro con Talice en Madrid. Del Cioppo tiene la pieza y, en estos días, debía darnos respuesta pero… resulta que en Montevideo, que atraviesa una tremenda crisis institucional y económica, hubo una redada de hombres de izquierda y lo detuvieron. Se ha movilizado toda la inteligencia libre del Río de la Plata para pedir su libertad. Estamos seguros que saldrá en estos días. Es un hombre demasiado importante como para que se atrevan a prolongar su detención.
“Nada envejece más a los hombres que la fidelidad de sus mujeres. Consolate”
Casualmente el 29 del corriente viaja a esa Cipe Lincovsky, que se ha ubicado por derecho propio entre las mayores actrices dramáticas del momento. Con decirle que llegó a eclipsar a María Casares en “Divinas Palabras” le digo todo. Ella le dará noticias más frescas. Estará muy pocos días en Madrid pues debe seguir para Berlín donde está contratada para estrenar YERMA en alemán, en la versión del poeta Beck. Busque usted en su repertorio alguna pieza que se avenga a una actriz de su temperamento y póngala en sus manos. No sería difícil que logre ubicarla en Alemania. También le lleva la señora Lincovsky el ejemplar de “La Nación” y el mío que apareció en “Acción”, de Montevideo, “La Prensa”, de San Salvador y “El Día” de México.
Aprovecho la coyuntura para acercarle los mejores votos en ocasión del inminente 66. El poeta Virgilio decía que Dios tiene predilección por el número impar. Esperemos que por contrario imperio el diablo prefiera el par y nos depare un 1966 menos sombrío que el año que se va y, para usted, colmado de alegrías, salud y resonantes victorias.
Un fuerte abrazo
Tinogasta 2426
BUENOS AIRES (17)
ARGENTINA
---
César Tiempo a Carmelo Santiago (10 de octubre de 1971)
(mecanografiada)
Buenos Aires, 10/10/71
D. Carmelo Santiago
México
Querido hermano:
Recién puedo contestar tu carta sesquiáltera del 27/IX/71, que llegó a mis manos en los primeros días de este octubre melancólico y zancadillador. Me estoy recuperando lentamente, mientras trato de ponerme al día con mis obligaciones, cada día mayores. (El médico me recomienda no hacer nada, abandonarlo todo, irme al campo o a la montaña: la dínamo está sobrecargada, etc., etc.). Es fácil recomendarle el dolce far niente a Bioy Casares o a Mujica Láinez, pero no a un judío que no aprendió nunca a ser la hormiguita de la fábula. Sal pide este huevo. Vos que sos un trabajador formidable (mucho más que el sedicente primer trabajador endiosado por sus catecúmenos) sabés lo que significa hacer una pausa prolongada. O te morís de hambre o desembocás en una neurosis de chaleco.
Gracias por las noticias acerca de DELICIOSAMENTE AMORAL y LA PEQUEÑA SEÑORA. Julio todavía no me escribió y no sé como anda la cosa. Avisame cuando llegue la copia de LA PEQUEÑA a Buenos Aires para verlo al Areco que me nombrás.
Me entero recién del desaguisado de tus presuntas declaraciones sobre la finada. No conozco a esos dos mánceres. Pero no debés tomarlo a la tremenda. Aquí se olvida todo. Pero si querés que haga alguna gestión, por ejemplo ante el doctor Raúl Matera, que se muestra estentóreo e incondicional devoto mío y me invitó a recordar a Martinez Payva en su Ateneo. Recién me entero de tu disgusto por mi actividad en LA PRENSA de la C. G. T. Desempeñé allí funciones puramente. Me llamaron porque sabía armar un diario, corregir el vidrio en la imprenta y escribir inteligiblemente. No me exigieron afiliación ni batirle el parche al general. Tuve absoluta libertad de acción y no canté jamás loas a Perón ni a la señora. Llevé como secretario del suplemento dominical a Cerretani, que nunca
fue peronista, y a Mirabelli, el gran dibujante, como diagramador. Mirabelli siempre fue hombre de izquierda. Colaboraron conmigo entre otros muchos, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Ramón J. Sender, Cansinos Asens, Amaro Villanueva, candidato a gobernador de Entre Ríos por el partido comunista, Enrique Dickmann, socialista, el padre Leonardo Castellani, un genio de las letras de nuestro idioma castigado por el Papa con tres años de reclusión en Manresa y muchos hombres “libres” más. Después del 55 Gainza Paz me hizo llamar por Piñeirúa, que trabajaba en IGGAM y en el diario para ofrecerme la dirección de la página de teatros en reemplazo de Ponferrada, cosa que no acepté por elementales razones de decoro. Cuando quedé en la calle se me cerraron todas las puertas. Pero no canté la palinodia ni hice como muchos que se golpeaban el pecho cantando mea culpa, después de haberse arrastrado y sacado infinitas ventajas del peronismo. A mí me pagaban 2000 pesos mensuales, y cobraba 1800, por el descuento para la jubilación y jamás obtuve ninguna ventaja: ni heladera, ni automóvil, ni viajes, ni extras. Todos los puritanos que ayudaron a mis zozobras, mis infartos y mi incorporación a las listas negras, ahora se declaran peronistas y esperan el regreso del fogoso fugitivo o de sus paniaguados para volver a acomodarse, porque para ellos lo mismo es Chana que Juana. Ahora es cuando yo no pienso acercarme a los que están ni a los que vendrán, pues si hay algo que me ha repugnado siempre es la hipocresía, la codicia y el servilismo. Vivo de mi trabajo desde hace cincuenta años y jamás he conseguido nada que no hubiese sido pagado con creces por mi pianito de escribir y mis pulmones. Disculpame el desahogo. Nunca hago autobiografía. Yo también soy amigo de Mauri, amigo “far away and long ago”.
Trabajá con tu fervor y tu eficiencia habitual y no le tengas miedo a nada. Pero disponé de mí como siempre.
No sabés cuánto deploro lo ocurrido con Delia. Pero, decime la verdad: fuera de compartir las cobijas, era acaso una compañera para un hombre como vos?
Nada envejece más a los hombres que la fidelidad de sus mujeres. Consolate. Aquí, medio mundo se rie de Niní porque Niní te tiene como leit motiv: no habla más que de ti. Y cómo! Te adora.
Decime en qué puedo serte útil. Me gustaría que se representara allí EL BARBERO PIDE ASILO y cederte todos los derechos que me correspondan. Nunca olvidaré cómo y cuánto me ayudaste cuando naufragué en Bruselas.
Recuerdos Walerstein, un hombre derecho como pastizal naciente. Único. Quiero que conozcas a Salvador Calvillo Madrigal, gran escritor, amigo de una sola pieza. Irá a tu encuentro. Inacabables abrazos.