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La despedida de Kiss fue una fiesta compartida con Deep Purple y Scorpions

Masters of Rock fue un recital para la nostalgia pero con artistas en plena forma vocal y física que entregaron todo desde el escenario para un Parque de la Ciudad lleno de fans de todas las edades.

Kiss Argentina
El "END OF THE ROAD WORLD TOUR" de Kiss en Argentina. | Silvina Palumbo

Antes de hablar del show del cierre de una jornada a puro rock y heavy metal (además de mucha alegría y emoción) vamos a referirnos a la organización de un festival en el que tocaron seis bandas de primer nivel y que comenzó a las 13.30 (apertura de puertas a las 12) con el crédito nacional Horcas, siguió a las 14.30 con Avantasia, Helloween a las 16, Deep Purple a las 17.30, Scorpions a las 19.45 y Kiss a las 22. Todas ingresaron al escenario del Parque de la Ciudad con una puntualidad británica y tuvieron tiempo de hacer un show completo a su gusto. Claro, es un festival que los tiene girando por varios países y todo está muy bien aceitado. Pero además la organización de Ake Music fue más allá y señalizó todo a la perfección, tanto los accesos como el estacionamiento o los baños. Quizás la modalidad de comprar una tarjeta y cargarla enun sitio para luego usarla como pago de la comida y bebida en otro no fue lo más acertado (hubo quejas de los asistentes por las distancias a recorrer) pero es parte de la modernidad a la que nos tenemos que acostumbrar.
Sin embargo la asistencia fue muy familiar, padres, hijos, nenes chiquitos y hasta ancianos asistieron para ver a sus bandas favoritas en este line up rocquero y ecléctico a la vez, y bien dispuestos a disfrutar, sin que se hayan registrado corridas o situaciones, y muchos con las caras pintadas como la banda de cierre del encuentro. Todo fue una fiesta, compartida desde arriba del escenario y en el campo, sin distinción de categoría en esas 45.000 almas.
Con respecto a los shows en sí, tanto Horcas como Avantasia dejaron todo sobre el escenario, demostrando que la posición ganada en la música a fuerza de talento y buenas canciones es más que merecida. Por su parte Helloween, que quizás no sea tan popular entre nosotros, supo ganarse al público con las excelentes voces de Andi Deris y Micahel Kiske, que cautivaron a la audiencia y terminaron su performance haciendo rodar enormes pelotas estampadas con calavera convirtiendo los bises en un momento muy divertido.

Los masters del rock

Deep Purple es todo y más. Ian Paice, Ian Gillan, Roger Glover, Don Airey y Steve Morse dieron cátedra pese a ser señores grandes la mayoría, Por ejemplo Gillan está impecable de la voz mientras que Glover, el bajista, roquea como siempre. Desde ya que cuando hicieron Humo sobre el agua y Highway Star el público estalló mientas cabatana a viva voz. Y soprendió el tecladista Airey al regalarle a la audiencia, vestido con la camiseta argentina, la interpretación de dos tangos, entre ellos Adiós Nonino, momento en que gritos y aplausos fueron estridentes. Genios totales.
El turno de los alemanes Scorpions, a quienes también ama el público argentino, fue tan bueno como sus predecesores. Aprovecharon para hacer todos sus clásicos cosechados en 50 años de carrera, con cada miembro de la banda muy activo y en constante intercambio con el público. Mención especial para el baterista Mikkey Dee, que hizo un solo fantástico y estuvo todo el tiempo derrochando simpatía. La gente lo apaludió muchísimo. Con respecto a los hits, no faltó ninguno pero hay que destacar tres momentos especiales: Wind Of Changes se lo dedicaron a Ucrania (con la bandera de ese país en las pantallas acompañada por el símbolo de la paz), la esperada Still Loving You fue acompañada por los celulares encendidos, levantados y en movimiento, y el cierre con Rock You Like a Hurricane fue espectacular, inolvidable.

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Finalmente, a las 10 de la noche vino el plato fuerte que todos estaban esperando: Kiss, que se brinda con todo lo que se espera de ellos y nunca defrauda: cuatro figuras singulares apoyadas por una gran parafernalia de luces, explosiones, fuego y mucho más. Como si hubieran pensado: "Si me voy, lo voy a hacer con todo". En un momento, al interpretar I Was Made For Loving You, Paul Stanley atravesó medio campo colgando de una tirolesa para que todos los vieran de cerca. No faltaron las plataformas de Gene Simmons ni su boca escupiendo sangre o sacando fuego por el bajo, un grandioso solo de batería (elevada en ese momento) de Eric Singer, la voz impecable de Stanley ya desde la primera canción, Detrot Rock City, y sus frases de amor hacia el público local: "No hablo muy bien español pero mi corazón es suyo". Imposible que los espectadores no aullaran después de esta declaración que es mutua desde hace cinco décadas.

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Aquí tampoco faltaron los clásicos en una despedida alegre y llena de energía: Calling Dr Love, Love Gun, Detrit Rock City y el cierre con Rock and Roll All Night, en una fiesta tremenda con papelitos, pelota de Kiss y fuegos artificiales, conviriendo al cierre de una despedida que podría haber sido nostálgica y triste, en un fin de fiesta a todo trapo, con baile, gritos y aplausos cuando Paul dijo: "Esta es la última vez que nos vemos". A  más de uno se le escaparon las lágrimas. Jamás los vamos a olvidar en vivo pues su entrega es total. Y los seguiremos amando a la distancia después de esta noche inolvidable en todo sentido. 

Informe: Gabriel Cohen.