Estrenaron una quinta temporada en el Teatro Maipo (Esmeralda 443, CABA) y son una sensación que se aplaude de pie. Shrek... The Musical es una gran propuesta ideada por Dreamworks Theatricals y producida íntegramente en la Argentina por The Stage Company, con la dirección general de Carla Calabrese. Es que Calabrese apuesta al talento argentino y lo hace llevando adelante la historia del ogro verde, que está personificado por Patricio Witis, mientras como en la película intenta vivir tranquilo en su pantano. Pero los seres fantásticos que viven en Duluc no lo dejan, ya que fueron echados de la ciudad por el acomodaticio Lord Farquaad y desterrados justamente al pantano. Para recuperar su territorio, Shrek accede a rescatar de una torre a la futura esposa del noble, sin saber lo que le depara esta aventura.
Es una historia amada, divertida, irreverente y para toda la familia, cualidades que el musical recupera y a veces potencia para divierte de una platea siempre llena. En esta crítica arrancaremos por la puesta en escena y terminaremos por las interpretaciones. Ya al ingresar el Maipo está todo verde, como si nos metiéramos justamente en el pantano que habita el ogro. Y cuando empieza la obra, la escenografía sin gran despliegue acompaña perfectamente el cuento que se está contando con el soporte de músicos en vivo y el aprovechamiento de todos los rincones que ofrece el teatro.
Ahora sí, las interpretaciones. Grandes y pequeñas estrellas del teatro musical fueron seleccionadas para dar vida a una multitud de personajes de cuentos de hadas y cada uno tiene su espacio para lucirse. El mencionado Witis es un maravilloso como Shrek, duro, firme y también vulnerable, brindando una interpretación que pasa por todos los estados de ánimo ante los ojos de los espectadores. La gran Melania Lenoir es superlativa como Fiona: pícara, soñadora, también se le notan la ansiedad y la fuerza. Ansiedad por ser rescatada de la torre en la que la encerraron y cuando descubre su propia fuerza en el mundo. Esta vez Lord Farquaad estuvo magistralmente encarnado por Mariano Zito de tal manera que no nos damos cuenta de su corporalidad hasta el saludo final. Y Manuel Victoria sabe sacarle el jugo a su Burro, quizás el personaje más simpático de la trama, personaje que ya tiene aceitado y al que le conoce cada gesto, cada tono, al punto de llevarse aplausos muy efusivos.
Junto a ellos están los impecables, imprescindibles Tomás Albertoni (divino Pinocho), Luján Blaksley, Fede Fedele, Sofia Franks, Lucas Gentili, Carolina Liaskowsky, Juan López Boyadjian, Laila Maugeri, Giuliano Montepaone, Pilar Muerza (de una impactante presencia en escena como Dragona), Lucas Noda, Agustin Pérez Costa, Martina Ruda Bart, Fátima Seidenari y Pedro Velázquez, componiendo personajes, intercambiando roles y dándole vida al cuento constantemente. Todos ejecutan las coreografías con gran naturalidad y gracia así como componen sus partes a la perfección.
Sin dudas tanto la técnica de esta puesta como el vestuario (y las caracterizaciones) completan un combo excepcional en el que no queda otra que aplaudir de pie cuando culminan las dos intensas horas de espectáculo, con felicidad y cantando con ellos. Es de lo mejor que hay en cartelera y tienen motivos sobrados para seguir eligiéndolos en vacaciones de invierno. No se van a arrepentir. A la salida, no se sorprendan si algunas de las estrellas de este ensamble están en el hall para sacarse fotos con los espectadores. ¿Qué mejor?
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