COLUMNISTAS
PANORAMA / ECONOMIA POSTRAUMATICA

El futuro repite el pasado

Pasó el supermartes y dejó enseñanzas olvidadas sobre los mercados, que complican el camino electoral de Macri.

1309_cangelis
COMPLEJO | Dibujo: Pablo Temes

Fue como una final de Mundial con tintes dramáticos y horario bancario.

Es difícil entender la experiencia vivida en el país el martes 15 de mayo frente a la inminencia del vencimiento de las Lebac. Pocos argentinos llegaban a comprender fielmente lo que pasaba, pero temían por el desenlace. Un desenlace que fue festejado por el Gobierno, a punto tal que un alto funcionario expresó que se trató de una “conquista social” que se hayan renovado las letras, sin dejar lugar para la constatación de que el proceso fue un subproducto del modelo basado en el endeudamiento público masivo, cuyo monto ya superaba los 320 mil millones de dólares hacia fines de 2017. Nada diferente a otras crisis pasadas.

La era de la oscuridad. La falta de comprensión cabal de los acontecimientos no es para avergonzarse. La regla general del mundo financiero es la opacidad, como lo reflejó el documental Inside Job, que muestra cómo se fue gestando la crisis internacional de 2008. Allí, los propios financistas explican que nadie entendía bien los “productos” llamados derivados que vendían por miles de millones de dólares. Algo así pasa con las Lebac, instrumentos financieros creados por el Banco Central, que fueron creciendo en forma categórica en los dos últimos años y cuya finalidad es absorber con altas tasas los pesos que el mismo Banco Central emite a cambio de los dólares ingresados por Toto Caputo en sus incursiones por Wall Street y cuya función, de acuerdo con las teorías monetarias, era combatir la inflación, estrategia cuyos resultados están a la vista. Es claro que el Banco Central no puede dejar de emitir como le piden los economistas ultraortodoxos. Sueldos, jubilaciones y gastos generales del Estado son pagados en pesos, y esos flujos externos vienen a compensar la falta de recursos propios de la Tesorería.

Mayo argentino. El quinto mes del año se configuró como un mes explosivo. El tema del aumento de las tarifas fue desplazado de la agenda periodística por la corrida cambiaria, que fue desalojada por el anuncio del presidente de pedir auxilio al Fondo Monetario Internacional, y ambos temas fueron barridos por el vencimiento de Lebac. Como estas letras vencen cada mes, surge la duda sobre si el mes que viene se repetirá la histeria. En este sentido, el anuncio de “final de la crisis” por parte del Gobierno viene a cuenta de una lógica comunicacional que apuesta al cortísimo plazo, contando para ello con la escasa memoria RAM de parte de la sociedad.

La posible crisis se venía anunciando desde hacía meses, y ahora el Gobierno plantea que lo sabía. Los inversores internacionales habían tachado a la Argentina de la lista de inversiones seguras (nada personal) para lanzarse a volar hacia la “calidad” en otros puntos del planeta. Una vez en el baile, con la respiración nacional entrecortada por la posibilidad teórica de que todos los inversores vendieran sus letras y pidieran los dólares correspondientes, el Gobierno puso toda la artillería. Y sobre esto se hablará durante años.

De los 43 países miembros plenos y observadores de la OCDE, solo 15 obtuvieron superávit

Devaluación de la moneda un 7% el día anterior (y 5 mil “palos verdes” sobre la mesa), el restablecimiento del judicializado dólar futuro, “conversaciones seductoras” con los bancos y otros inversores, cambios en las reglas bancarias, venta de reservas, y la colocación en cuestión de horas de un nuevo bono (el ya famoso BOTE) para que lo compraran unos fondos de inversión que se habían despedido de Buenos Aires cuando el dólar estaba a $ 20,20, para volver al país del bife de chorizo con el billete norteamericano a 25 pesos.

Enseñanzas. Por supuesto que toda esta situación tendrá consecuencias internas y externas. Los sacudones y las rendiciones de cuentas internas sucedieron como nunca al Gobierno con los ofrecimientos de renuncia de los funcionarios más expuestos ante la radiación financiera. Del proceso de estos dos meses hay varias “lecciones aprendidas”, como les gusta decir a los organismos internacionales de crédito.

  • Que constituirse como un gobierno “amigo de los mercados” no garantiza que los “mercados financieros” abandonen prácticas predatorias basadas en el mero cálculo de rentabilidad de corto plazo.
  • Que eliminar todo control a los capitales golondrina incrementa la vulnerabilidad del sistema financiero y que rápidamente se contagia a la economía real.
  • Que el programa económico basado en el financiamiento externo multiplica las posibilidades de generar situaciones de alta inestabilidad.

Crónico. Ahora, todos los cañones apuntan al déficit del sector público. Desde hace meses los economistas ortodoxos o libertarios ocupan la pantalla televisiva con sus sesudos análisis que al final llevan a la misma cuestión, aunque nunca explican las razones profundas del problema. Ante alguna tímida pregunta sobre el porqué de tal diabólico problema, la respuesta es insólitamente simple: los políticos. No ven la pobreza ni la indigencia estructurales, ni la desindustrialización (o reprimarización) de la economía argentina, ni la alta informalidad. Hay que observar que muchas provincias del país, especialmente en el norte, donde apenas hay industria, gran parte del empleo es del sector público, y probablemente pasen de ser despedidos a ser desempleados crónicos.

Por otra parte, el déficit fiscal parece ser un problema constante en el mundo, incluso de los países más ricos; por ejemplo, de los 43 países miembros plenos u observadores de la OCDE, solo 15 obtuvieron superávit fiscal en 2017. Brasil y Estados Unidos encabezaron la lista del déficit con 5,9% y 4,9% del PBI respectivamente; incluso países admirados por estos lares, como Chile (2,7%) o Australia (1,4%), tienen déficit en sus cuentas públicas y no viven las zozobras ni el nivel de inflación vernáculo. (https://data.oecd.org/gga/general-government-deficit.htm).

Finalmente, el contexto político se complicará para el Gobierno porque, con las últimas encuestas en la mano, 2019 se vuelve borroso para los afanes reeleccionistas. Algunas ya muestran a María Eugenia Vidal por encima de Mauricio Macri en intención de voto a la presidencia. En esta nueva fase ya no podrán contar con los gobernadores peronistas, aliados imprescindibles para “acelerar el gradualismo”: la crisis los ha transformado en competidores. Incluso Carlos Menem nominó a un posible candidato por el peronismo.

Está despertando un elefante dormido.

*Sociólogo (@cfdeangelis).