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IGUALDAD EN EL ÁMBITO LABORAL

Tasa de actividad y de empleo: crece la brecha de género entre jóvenes

Para fines de 2023, según las últimas cifras oficiales, sólo el 37% de las mujeres jóvenes tenía empleo, mientras el porcentaje de los hombres hasta los 29 años era del 49%. En la región, según la OIT, el 21% de los jóvenes entre 15 y 29 años no tiene empleo ni estudia. La situación se viene acentuando desde el año 2000 y, por la distribución de las tareas de cuidado, afecta principalmente a las mujeres.

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DESEMPLEO. Mujeres menores de 29 años, las más afectadas. | Shutterstock

El 21% de los jóvenes latinoamericanos no tiene empleo ni estudia. La situación se agrava por la falta de oportunidades para las nuevas generaciones en cuanto al acceso a una educación específica –acorde a las necesidades del mercado– y a los altos índices de empleo no registrado. El problema es mayor para las mujeres de entre 15 y 29 años: según la OIT, la inactividad alcanza al 26,6 %, mientras para los hombres es del 15,5%.

En Argentina, según los últimos datos del Indec (que corresponden al cuarto trimestre de 2023), la tasa de empleo para las mujeres de entre 15 y 29 años es del 37,2%, mientras para los varones del mismo rango etario es del 49%. 

En América Latina son 13 millones las mujeres que no están activas, aunque sí en edad para estarlo. Esto se debe, en gran medida, a que son las que más horas dedican a las tareas de cuidado no remuneradas (más de 6 por día, según la última Encuesta del Uso del Tiempo del Indec). 

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El problema es que la tasa de inactividad entre los más jóvenes viene creciendo levemente (pero de manera sostenida) desde hace más de dos décadas en toda la región y que, de continuar, seguirá reforzándose. Es, además, una situación y una brecha con altas probabilidades de transmitirse de generación en generación: en la región, el 60% del total vive en hogares pobres y el 66% de estos jóvenes inactivos (“ninis”) son mujeres.

En el caso argentino la brecha se fue intensificando: en el tercer trimestre de 2023 las mujeres jóvenes con empleo alcanzaban el 37,7%, mientras los hombres jóvenes el 47,7%. Si se tienen en cuenta los datos señalados para el cuarto trimestre, la tasa de empleo para las mujeres bajó levemente, mientras para los hombres aumentó casi dos puntos porcentuales de trimestre a trimestre. La tasa de actividad, que para el tercer trimestre de 2023 fue del 43,1% para las mujeres jóvenes y del 54,2% para los hombres, pasó, en el cuarto trimestre, a ser del 43% y del 55,4% respectivamente.

Según el último informe de la OIT, la recuperación de las tasas de actividad hasta los niveles prepandémicos fue dispar en los distintos segmentos de las economías latinoamericanas. “Las tasas de actividad femenina se han recuperado más rápido de lo previsto, pero la brecha de género en la participación laboral sigue siendo grande, sobre todo en los países emergentes y en desarrollo”. 

brecha de género
Brecha de género. Foto: Pexels

La organización señala que lo más preocupante, de aquí en más, es la situación de los jóvenes: “A pesar de que la tasa de actividad juvenil se ha recuperado por encima de la tendencia, sigue habiendo una elevada proporción de jóvenes que, tras haber abandonado el mercado laboral, no cursan ningún tipo de formación y tropiezan con importantes obstáculos para volver a trabajar. La tasa de personas que ni trabajan, ni estudian, ni reciben formación (ninis) sigue siendo elevada en todos los países y, en particular, en el caso de las mujeres jóvenes. Esta situación es un impedimento importante para la integración laboral a largo plazo”.

Señalaron además que a las bajas tasas de actividad se suma la informalidad, que afecta a siete de cada diez jóvenes de la región, con todo lo que ello implica para los sistemas de seguridad social tanto en cobertura presente como futura.

“El desempleo juvenil sigue impidiendo acelerar los ajustes estructurales y del mercado de trabajo, especialmente en los países con altas tasas de ninis”. Por eso, “es imprescindible atajar pronto la brecha abierta en este aspecto por la pandemia, impulsando iniciativas de desarrollo de competencias específicas para evitar una mayor erosión de la resiliencia del empleo”, explicaron.

La situación desde la que se parte para implementar soluciones no sería la mejor: la OIT estima que las tasas de informalidad seguirán alrededor del 58%.

Por otro lado, señalan, “las tasas de ninis suelen reducirse al aumentar los ingresos del país, así como el nivel de educación individual. Además, generalmente son más altas –y la brecha de género mayor–en las zonas rurales en comparación con las zonas urbanas”.

Reducir la tasa de inactividad de jóvenes, concluyen, “exige un enfoque integral que tenga, como pilar central, políticas de desarrollo económicas y sectoriales a fin de apoyar la creación de empleo, abarcando todas las políticas y programas específicos del país que están concebidos para promover el acceso a una educación de calidad”. Y, por consiguiente, a un empleo de las mismas características.