Mientras los kirchneristas toman mate para tragarse el sapo (“cualquier cosa que decida La Jefa está bien”) y los anti K destilan veneno (“cualquier cosa que haga o diga La Yegua está mal”), vendría a cuento arrimar algunos apuntes para interpretar la “unción” de Alberto Fernández como precandidato a presidente con Cristina Fernández de vice. Son horas de cierta fascinación obsesiva y/o morbosa frente a la sorprendente anunciación de Fernándezlandia.
1) CFK tiene votos pero no le alcanzan para ganar y está sola. Nadie de su entorno “duro” le aporta nada para sumar nada. Y quienes se animan a acercársele (Daniel Scioli, Felipe Solá…), sólo se muestran dispuestos a hacerlo confrontando PASO mediante.
2) Ahí radica la segunda novedad: la ex presidenta se dispone a ir a internas abiertas como “segunda”. Desde luego, si las hay sabe que las gana.
3) Alberto Fernández es un candidato en sí mismo “débil”: carece de territorio y estructuras, y los talibanes K lo despecian. De llegar, para lo cual falta que se alineen demasiados planetas, sería un presidente tutelado desde antes de nacer.
4) Pero AF tiene (o al menos tuvo y mucha) capacidad de “rosca”. Fue el armador de la alianza de poder de Néstor Kirchner, no sólo en sus aspectos políticos, sino, sobre todo, económicos. Negoció aquella transición con Eduardo Duhalde, convenció a Néstor sobre la continuidad de Roberto Lavagna en Economía (sociedad con Techint) y fue clave para el “matrimonio” original con Héctor Magnetto.
5) Se hizo fama de “moderado”, aunque fue el “inventor institucional” de la grieta. En 2007, ni bien CFK se consagró presidenta con el 45% de los votos, Alberto salió en exclusiva por TN y dijo: “Ahora vamos por el 51% en 2011”. Es un bicho de poder. Para lograr la mitad más uno, hay que dividir.
6) En su video viral, CFK le dio sentido a la determinación de ser el centro ahora como eventual partenaire al promover una coalición amplia de gobierno que incluya “sectores económicos”. Sonó dicho a regañadientes. Es decir, a ordenamiento vertical de una tropa propia efervescente.
7) Cristina, desde la cabeza del Senado, ejercería la conducción de su movimiento, impondría un fuerte control parlamentario sobre “su” presidente (por ahora todo esto es imaginario, es ficción) y seguiría garantizándose inmunidad en caso de que los jueces federales decidan no repetir su propia historia de acomodarse donde calienta el sol.
8) Hay un mensaje oblicuo pero muy oportunista hacia Comodoro Py en el anuncio: el martes pasado, Alberto F. les dijo a María O’Donnell y Ernesto Tenembaum en el programa “Corea del Centro” que “los jueces van a tener que dar explicaciones”. El próximo martes debería empezar el primer juicio oral sobre la Corrupción K, con ella en el banquillo.
9) Falta ver si todo esto no terminará siendo un paso de baila. Por ahora, Alberto Fernández permanecería en silencio.
10) Falta ver que ocurrirá, el próximo miércoles, cuando se junten en Buenos Aires Juan Schiaretti, Miguel Ángel Pichetto, Juan Manuel Urtubey y Sergio Massa. También qué pasará con Roberto Lavagna.
Viene un mes agitado donde todo puede pasar. La duda más inquietante de hoy sería: ¿El 27 de octubre asistiremos a una versión renovada de macrismo versus kirchnerismo? ¿O todos iremos, mansitos, a participar de una mega interna peronista? Por el momento, Cristina Fernández de Kirchner insinuó el mayor paso al costado que se permite dar.