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Cómo será la cena de Fin de año en la Estación Espacial Internacional

Sin mesa, ni sillas ni vajilla, cada astronauta elige su menú y sus gustos mandan. La comida espacial pasa por estrictos controles de calidad. No habrá alcohol, pero sí agua reciclada. Adivinen de dónde proviene…

Mesas de Navidad
El foco de todas las miradas, las mesas de Navidad | EFE

Se acerca el Fin de Año y los astronautas que están cumpliendo una misión en la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) lo celebrarán en el espacio.
No serán los primeros, ni los últimos. Al comandante Scott Kelly, ingeniero de vuelo de NASA, le tocó brindar por el 2016 cuando completaba la expedición 46, una misión de 12 meses completos en el laboratorio orbital. Quince días antes del 31 de diciembre, se le unieron Tim Kopra (NASA) y Tim Peake (European Space Agency) para acompañarlo en el chin chin.
En la Estación Espacial Internacional no hay comedor en sentido estricto, sino un Nodo, el 1, que cumple esa función. No tiene mesa, banquetas, sillones ni sillas; sólo 6 paredes útiles (incluye el techo y el piso, ya que nadie camina, todos flotan). En ellas hay un display de carnes, verduras, cereales, bebidas, huevos, pan, snacks, dulces, barritas energéticas, etc. Todo deshidratado y abrochado a paneles.

Cuando se quiere consumir, sólo hay que verterle agua, una especial que se adhiere a la materia, para que no se vaya flotando como burbujas por la nave espacial. 


Algunas bolsas de comida ya están preparadas y sólo se calientan. Una bolsita hermética puede encerrar una pechuga de ternera a la parrilla y otra, las papas fileteadas al horno. La comida se elabora en EE.UU, Rusia y Japón. Y nunca faltan las especialidades que cada astronauta elige antes de partir. 
Samantha Cristoforetti, astronauta y capitán de la Fuerza Aérea Italiana, pasó dos temporadas de seis meses de entrenamiento en la Estación Espacial Internacional. “La comida es un item importante en el espacio, también desde el punto de vista psicológico”, dijo en una charla TED. 
Por eso, la NASA permite que los astronautas tengan cierta cantidad de “premios” (bonus food) que les permitan recordar los aromas y colores de sus hogares. Cristoforetti, por ejemplo, se llevó lo necesario para cocinar en las Fiestas pollo al cúrcuma, con champignones, arroz integral y arvejas. 
Sin copas ni platos, usan tortillas de maíz: son prácticas y no hacen migas. En un calentador, calientan las bolsitas de alimentos deshidratados del menú elegido y los vierten sobre la tortilla, uno tras otro. Listo y ¡sólo ensucian una cuchara! 

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Otro elemento esencial en la vajilla espacial es la tijera. Con ella cortaron la pizza los seis astronautas de la expedición 53 que decidieron tener su pizza party.

Aunque la muzzarella que se deshace en interminables hebras calientes se reemplazó por una pasta untable, tuvo aceitunas de verdad, pastrami y algo inefable que podría definirse como tiras de morrones. Hubo noche de película, pero faltaron las cervezas, claro. 
La sobremesa fue de pastel de chocolate y café. Sin tazas, el café viene en bolsas herméticas como las de suero, a las que se insertan una pajita de plástico –cómo la guía del suero-. 


Aunque no haya arbolito, chimenea ni regalos, es unánime el elogio de los astronautas al sabor perfecto de sus comidas, algo en lo que los chefs espaciales no pueden permitirse fallar.


Este año, la “mesa” navideña de la ISS tendrá pavo, salsa de arándanos y pollo grillé con champignones. No hay límites para la imaginación y lo que cada astronauta pida, lo tendrá.
Sunita Williams, por ejemplo, contó que cuando lo pasó allí prefería el fluffernutter, una mezcla de pasta de maní y crema de malvaviscos que le había enviado su familia. Así que nadie se queda con las ganas.
El agua que beben probablemente sea la misma con la que se lavaron el pelo.  En la ISS, los suministros no sobran. Llevan agua en bolsas cerradas, que se pueden entibiar, pero el peso impide el exceso. Por eso, al lavarse el pelo utilizan shampoo sin enjuague. Se seca solo; la humedad queda en el aire, la recoge el sistema de condensación y luego se convierte en agua potable para beber. La orina se reutiliza gracias al mismo proceso.
Luego de la “comilona” de Fin de Año, engordar no será un problema.

Al no tener que luchar contra la gravedad, los astronautas pierden densidad ósea y masa muscular durante su estancia en la nave espacial.


Por eso, tan importante como comer bien es hacer ejercicio. Hay cinta para correr, bicicleta, máquina para levantar pesas y balanza. Tampoco pueden ejercitarse en exceso, porque el movimiento brusco desestabiliza los paneles solares y hace que todo se tambalee en la ISS. Lo que más usan es bicicleta: sólo tiene pedales y no requiere asiento. Los astronautas pueden pasar seis meses sin sentarse.
Para dormir sólo hay almohadones donde apoyar la cabeza y no se usan sábanas ni frazadas; no las necesitan pese a que en el espacio es un freezer.
Cuando en los años 60, la NASA pensó en enviar una misión tripulada al espacio, el Programa Apollo, no podía arriesgarse a que un astronauta se intoxicara. Se dieron cuenta de que los procedimientos convencionales de control de calidad, que chequeaban el producto final, eran insuficientes para los estándares elevados de seguridad alimentaria que debían implementarse dentro de una nave espacial.
Ahí fue cuando el Johnson Space Center creó el procedimiento de “Análisis de peligros y control crítico” que fiscaliza siete pasos en la producción y distribución de alimentos, ya que cada etapa tiene sus propios riesgos. Este método luego fue aprobado en la cadena de producción industrial de alimentos y medicamentos, en todo el mundo.
Por eso, aunque en nuestra vida haya más “espacio” que lo que creemos, los ritos navideños nos exponen a numerosos micro-organismos. Para fabricar vino, Champagne y cerveza se precisa que el Saccharomyces cerevisiae produzca la fermentación alcohólica de los azúcares. Un hongo microscópico, el Aspergillus niger paticipa en la elaboración de las bebidas cola. Quesos, embutidos y aceitunas se producen con hongos y bacterias específicos. Además, dos hongos, Candida krusei y Geotrichum sp quitan el sabor amargo de las semillas de cacao.
Y se podría seguir enumerando, pero no vale la pena ¿Quién nos quitará lo bailado, en la tierra o en el espacio?