Para todos los que se preguntan qué hace Caritas con sus recaudaciones, aquí llega una primera respuesta: el Plan Emaús.
En estos días de abril, Cáritas presenta la edición 2021 del Plan Emaús, una campaña de esta ONG católica que promueve la educación como herramienta de justicia social. La educación puede lograr que aún quienes estén fuera del sistema regresen a él con igualdad de oportunidades.
El Plan Emaús nació en 2007 y está presente en 186 espacios educativos de 20 provincias argentinas. De él participan 19.500 personas.
Siempre coordinado por asistentes con formación social y pedagógica, en cada provincia, lógicamente, el plan adquiere una fisonomía propia, según la comunidad a la que se dirige. En centros educativos y/o culturales, ellos acompañan el proceso educativo de cada uno de los participantes, desde varios frentes.
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Emaús trabaja con grupos familiares que viven en carne propia la pobreza extrema. Les ofrece ayuda económica y acompaña de cerca la educación de los hijos. Actualmente, gracias al Plan Emaús, 1.211 niños y adolescentes ven que es posible cursar el nivel primario y secundario de escolaridad, aun en medio de sus dificultades. El 94,5% de ellos concurren a una escuela pública, con esa ayuda integral de Caritas.
Pero la cosa no termina acá, porque la inclusión educativa es la que logra que, quien tenga inquietudes o vocación pueda también soñar con continuar estudiando a nivel terciario o universitario (58,95% elige carreras terciarias y el 40,15% universitarias). ¿Cómo? Con un programa de becas que en este momento beneficia a 919 estudiantes.
Lo único que se les pide a cambio es que la comunidad de la que salieron reciba de ellos algo de todo lo que aprendieron: en un taller, dando apoyo escolar o, porqué no, organizando actividades deportivas.
Durante la pandemia del 2020, el Plan Emaús recibió a 807 voluntarios nuevos, dispuestos a colaborar. Buena parte de ellos ayudaron a las familias a gestionar subsidios nacionales (IFE y tarjeta AlimentAR), a recibir y distribuir insumos médicos, a concientizar sobre las medidas sanitarias esenciales para no contraer coronavirus, a coser barbijos caseros, repartir bolsones de alimentos, viandas e incluso kits de arte para los más chiquitos.
Por eso, en las vísperas de la segunda ola y de un nuevo año complicado para el país, Caritas convoca a donantes mensuales para su Plan Emaús y a voluntarios que quieran sumar brazos en las trincheras de la solidaridad. Quienes deseen donar pueden hacerlo en https://www.caritas.org.ar/sumate/.+
Caritas felices
Caritas Argentina es una organización de la Iglesia Católica y cuenta hoy, en el país, con 32 mil voluntarios distribuidos en 3.500 equipos de trabajo. Parecen muchos, pero siempre resulta poco para arrancarle una sonrisa a tantas caritas tristes.
Y se necesitan muchos brazos para calentar tanta gente descalza. Además de la pata educativa, Caritas brinda asistencia social, enseña a hacer viviendas, brinda asesoramiento legal, trabaja el flagelo de las adicciones y sale a ayudar cuando hay alguna emergencia climática.
“Cáritas es una organización de gestos”, resume. “El 10 de marzo, que fue el incendio en Chubut, todo lo que hicimos, además de recaudar fondos, coordinar con municipios, ejércitos, fueron gestos: dos compañeros nuestros se fueron para allá, y enviamos dos camiones furgón y cuatro contenedores para que la gente, ahora que viene el invierno y la nieve, tenga un lugar físico”, cuenta Nicolás Meyer, flamante Director Ejecutivo de Caritas, quien llegó al cargo en plena pandemia, en noviembre pasado.
Meyer, que hasta entonces había sido Gerente de Sustentabilidad en la exitosa Mercado Libre, cambió el marketing de la compra-venta por la “trinchera” de la solidaridad.
Aunque pareció un repentino cambio de rumbo, no lo fue: desde 2009 su empresa Nuestras Huellas se había asociado con Caritas para trabajar en las “finanzas solidarias”, una red nacional de economía social solidaria que marchó hasta 2011.
Al CV de Nicolás Meyer sumemos los siete años de misionero, los tres años de truncada formación eclesiástica en el Seminario, un año viviendo dentro de una villa en Los Polvorines, el trabajo en la Asamblea Diocesana de San Isidro, y un voluntariado en el área de Economía Social y Solidaria de Caritas y tendremos una idea más acabada de lo que significa la frase que el ejecutivo dijo a ACI Prensa: “Con mis 39 años sentí que estaba desperdiciando todo lo que me había dado la Iglesia, mi formación social, para un aporte que podía hacer cualquier otra persona menos formada. Mi reflexión fue:’ yo quiero estar en otro espacio, aportando a lo que en este momento la sociedad, y la Argentina necesitan”.
Y por más que en MercadoLibre organizara recitales o campañas para recaudar fondos para la Cruz Roja o el Banco de Alimentos, eso no le alcanzaba. “Ese espacio me quedaba chico vocacionalmente y fue el “clic” que me llevó a la trinchera de la lucha por los más necesitados”, se explaya Meyer, quien asegura que uno de sus mentores fue nada menos que el Papa Francisco.
“El es para mí una fuente de inspiración enorme a nivel personal, en lo testimonial, no solo en su doctrina y catequesis, sino en sus gestos. Es el Papa de los gestos”.
“Francisco propone una Iglesia que se encuentra y se mezcla con otros”, se entusiasma Meyer. “No tiene miedo de mezclarse con otros para pensar juntos cómo vivir en una sociedad más justa y más fraterna. Lo dice muy claramente en Fratelli tutti”, reflexiona. Y por el énfasis y el brillo de sus explicaciones no hay dudas de que al fin encontró el lugar para dar rienda suelta a su vocación.
Más por menos
“A todos los que nos toca estar vinculados a la cultura del trabajo, desde los que generan trabajo en empresas y son emprendedores, hasta los que están trabajando para otros, necesitamos repensar las dinámicas laborales porque hoy es para muy pocos”, se lamenta.
“Seguimos esperando ese trabajo registrado, formal, en blanco, que hoy no es una realidad posible para una gran mayoría, y que no lo va a ser. Tenemos la deuda de repensar modelos de trabajo más asociativo, más cooperativo que generen más inclusión y oportunidades de generación de riqueza, no solo de participación y encuentro, sino de generación de riqueza para distribuir, y que quienes la reciban sean los que más necesitan”, propone Meyer.