Los últimos acontecimientos con una nena de 7 años en situación de calle raptada por un adulto con antecedentes, nos pone de frente con otra de las tantas realidades dramáticas que la falta de criterio, visión de largo plazo y estupidez de los gobernantes no han podido resolver, pero sí agravar a medida que transcurre el tiempo.
El primer punto para reparar estas situaciones es que debería estar prohibido habitar en espacios públicos. Esa franquicia ridícula dispuesta por gente que no piensa y que no encara los problemas como corresponde, es la principal causa de todos los males que siguen.
Todas las personas que permanezcan en espacios públicos deberían ser detenidas por cuerpos especiales de seguridad, suficientemente adiestrados y capacitados. La permanencia en espacios públicos debería estar absolutamente prohibido. Sobre todo, durante la noche.
Diputados: Arroyo encabeza una reunión por el proyecto que ayuda a personas en situación de calle
Una vez recibidos en lugares especiales y con la asistencia de profesionales de las disciplinas correspondientes, deben definirse los próximos pasos. Los bebes y niños deberían ser acogidos por familias que lo deseen mientras se avanza con los tratamientos que requieran los padres.
Aunque suene duro y lamentable, cuando los padres son drogadictos no pueden estar cuidando a sus hijos porque eso condena a los niños a una vida imposible. Los niños deben permanecer en ambientes diferentes que les ofrezcan las mínimas cosas básicas que necesitan para tener una esperanza futura.
Conozco muchísima gente que quiere adoptar niños, aunque sea en forma transitoria y la cantidad de trámites, requisitos y desidia con que los funcionarios tratan esos temas es muy difícil de comprender. Una movida infernal para defender el aborto, pero nadie ha movido un dedo para tener un régimen de adopción que brinde esperanza a los niños que hoy no tienen futuro. Es uno de los principales derechos humanos a proteger. Que los niños puedan tener una vida digna.
Cualquier cálculo de costo/beneficio proyectado en el mediano plazo, va a indicar que recoger los niños de la calle y tratar que los adultos se recuperen de sus situaciones desgraciadas, es a favor de la sociedad toda.
Niñez, pobreza y desigualdad: una mezcla perversa
Los adultos recogidos deben ser contenidos en espacios habitacionales especiales. Hoteles u otro tipo de propiedades que tanto el estado nacional como la CABA tienen subutilizados, deberían ser acondicionados para ello. Recaudar fondos para el financiamiento de planes y programas concretos no debería ser demasiado difícil con una administración eficiente, apoyo de las obras sociales sindicales y especialmente los sindicatos que tendrían que tomar la reinserción laboral de esta gente como bandera.
Volviendo al punto de inicio, cual puede ser el justificativo para que la sociedad que dice ser inclusiva admita tranquilamente que los espacios públicos pueden ser habitados sin problema alguno.
Con un buen plan y compromiso de todos los que quieran colaborar, con una mirada común que privilegie el rescate futuro de toda esta gente que hoy no tiene la menor chance de salir de fondo del mar, se puede ir revirtiendo una realidad que como está gestionada solo genera más miseria, pobreza e indigencia. La niña M no había asistido nunca al colegio, aunque ese requisito para recibir subsidios.
Hasta 7.000 personas siguen viviendo en las calles porteñas en plena cuarentena
Obviamente que, para cerrar el círculo, hay que replantear y corregir la liberación de presos, ser estrictos con los casos de violadores que no deberían tener franquicias como las actuales y siempre privilegiar el objetivo de brindar a todos los niños que hoy no tienen salida una alternativa viable.
* Ernesto A. Bruggia, Contador Público. T: @bruggiaea. F: Ernesto Atilio Bruggia.