El 19 de octubre de 2020, Argentina superaba el millón de infectados de Covid-19 y los argentinos sentíamos que la pandemia ya era como esas olas titánicas que se desploman sobre la costa de Hawai: imparable. Sin embargo, desde el Ministerio de Salud de la Nación ponían esperanza y paños fríos en la catástrofe.
El 19 de octubre del año pasado, Argentina transitaba la semana epidemiológica número 43, que iba del 18 al 24 de octubre. Esa semana, pudo haber sido la cresta de la ola: “Esa semana se empezó a observar un descenso del número de casos en el país que llegó al 38 por ciento en las últimas dos semanas”, analizaba la entonces Secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, en el reporte diario sobre el coronavirus.
“Vemos a nivel total país, ya no solo en la región de AMBA, una estabilización del número de casos y un inicio de la curva en descenso”, aseguraba entonces Carla Vizzotti.
“Se observa que en las últimas semanas el total país tuvo una disminución del 23 % del número de casos, mientras que en la ciudad de Buenos Aires fue del 43 %; en Gran Buenos Aires del 58 %; en Córdoba del 31 % y en Mendoza del 28%”, ampliaba Carla Vizzotti hace un año.
Tres semanas más tarde, el 11 de noviembre, la estadística oficial contabilizaba 1.262.476 casos totales confirmados; entre ellos, 146.396 eran activos y los fallecidos de la pandemia sumaban 34.183, con una tasa de letalidad promedio de 2,7 %.
A pesar de los descensos que se vaticinaban, Catamarca, San Juan, San Luis y La Pampa, registraban más casos que un año antes y luchaban para controlar la situación. Mientras el termómetro confirmaba que había llegado los primeros días tibios de la primavera, en el resto del país comenzaba el descenso de casos, ya sobrepasado el millón.
El colapso sanitario tan temido, no sucedió: pasado el millón de infectados, las terapias intensivas de todo el país sólo estaban ocupadas en el 57,7 % de su capacidad; y, en AMBA, la zona más caliente, la ocupación de camas era de 59,9 %.
El 20 de febrero Vizzotti se hacía cargo del Ministerio de Salud, luego de que el ejecutivo le pidiera la renuncia a Ginés González García, tras el escándalo de los vacunatorios vip que salió al aire cuando el periodistas Horacio Verbitsky dijo públicamente que le habían ofrecido recibir la vacuna contra el coronavirus, dentro del ministerio y entre algunos privilegiados que no conocerían las listas de espera que regían para el total de la ciudadanía.
Superado el millón de casos, el aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO) que rigió en el país desde el 20 de marzo del 2020 dio paso a el distanciamiento social preventivo y obligatorio (DISPO) que rigió a partir del 9 de noviembre del año pasado. Se lo llamó “nueva normalidad” y la gente volvió a la vereda tras 234 días de reclusión. En todo el país, sólo tres localidades (Bariloche y Dina Huapi, en Río Negro, y Puerto Deseado, en Santa Cruz) seguían aisladas, a la espera de un horizonte mejor.
Diciembre del 2020 nos sorprendió con el primer cargamento de la vacuna rusa Sputnik V ya en el país. Nueve días más tarde comenzaba la inmunización de los argentinos a través del estado.
Cuando el 13 de diciembre pasado, la cantidad de nuevos infectados diarios promediaba los 3.200, todos pensábamos que “año nuevo, vida nueva” sería una realidad, pero los números otra vez volvieron a subir y la Navidad nos encontró intentando un brindis familiar mientras los medios anunciaban, otra vez, más de 5.000 contagiados por día.
El día de los inocentes, el 28 de diciembre, Argentina había superado 1.500.000 infectados y 42.000 decesos y no había lugar para hacer bromas pesadas.
Argentina ingresaba al año 2021 -y a la tan temida segunda ola de coronavirus- con casi 950 contagios por millón de habitantes.
En marzo, abril y mayo arribaron al país tres envíos de vacunas compradas por el estado nacional a través del mecanismo COVAX. Sumaron 1,9 millón de vacunas AstraZeneca/Oxford. Sin embargo, 842.400 de entre ellas fueron una donación especial hecha por España para Argentina.
A mediados de junio, en las redas sociales se volvía viral la canción de Ignacio Copani, "Traigan la Pfizer", que se mofaba del reclamo de los ciudadanos de acceder a la primera vacuna contra el coronavirus que había sido autorizada por la Unión Europea.
Un mes más tarde, llegó a Buenos Aires un lote de 3,5 millones de dosis de Moderna, que Estados Unidos donaba a nuestro país, a través del Departamento de Negocios de la Embajada de los Estados Unidos en Argentina.
En total, además de la vacuna Sputnik V, desarrollada en Rusia por el Centro Nacional Gamaleya de Epidemiología y Microbiología, Argentina dispuso y dispone de vacunas Covishield (Serum Institute, de India), Sinopharm (Beijing Institute of Biological Products, de República Popular China), AstraZeneca/Oxford (Reino Unido de Gran Bretaña), Moderna (Moderna Switzerland GmbH), Convidecia (Instituto de Biotecnología de Beijing y CanSino Biologics Inc.), Comirnaty (vacuna de ARNm fabricada por Pfizer para BioNTech).
A un año de haber sobrepasado el millón de infectados, en Argentina –según datos oficiales- se aplicaron 55.963.921 vacunas contra el coronavirus. Entre ellos, 24.689.184 personas ya tienen un esquema de vacunación completo (dos dosis).
El sector etario con mayor cantidad de vacunados es la franja entre 18 y 39 años (sin factores de riesgo): 13.013.286. Le siguen los mayores de 60 años, quienes en total recibieron 12.213.027.
Todavía, sin embargo, hay 10.123.088 dosis a la espera de un destinatario.
A medida que la campaña de vacunación se consolidaba, la cantidad de infectados comenzó a disminuir, día tras día. Y en consecuencia, también el índice de ocupación hospitalaria y la cantidad de decesos.
A un año de haber superado del millón de infectados, la cantidad de infectados se quintuplicó (5.272.551) y se perdieron 115.666 vidas desde que comenzó la pandemia, según datos del 17 de octubre.
Sin embargo, en las últimas 24 horas sólo hubo 400 nuevos contagios y 3 fallecidos. Las buenas noticias que todos queremos escuchar. Sin embargo, el cierre del 2021 nos encontrará con pocas familias que no hayan sido atravesadas por la tragedia del coronavirus, de algún modo u otro.
Y como nadie sabe por ahora, con qué letra del alfabeto griego estaremos conviviendo en los próximos meses, el sabio Aristóteles nos diría que “el justo medio” será siempre la mejor ecuación. A ver si después de tantas desgracias encima pensamos que ya empezó el carnaval.
MM