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LA VIUDA DE PERÓN CUMPLE 90 AÑOS

De La Rioja a Madrid: las casas de Isabelita y Perón

La vida de Isabelita junto al general Perón fue un armar y desarmar valijas pasando por viviendas clandestinas, salvoconductos, hoteles, quintas, residencias, mansiones e incluso cárceles. ¿Qué le queda de todo eso? Galería de fotos

casas donde vive Isabel Martínez de Perón 20210203
Quinta en Puerta de Hierro, Madrid | google maps

María Estela Martínez de Perón, más conocida como Isabel o Isabelita festeja este 4 de febrero sus 90 años, con las persianas bajas en el silencio de su casa sobre la calle Valle de Ulzama, fuera de la ruidosa Madrid, en Villafranca del Castillo, alejada de la política y los políticos. 

En el barrio Mocha Chica, dentro del área Los Valles, saben que es una ex presidente famosa, pero nadie se mete. Pensó que una casa de 350 metros cuadrados –100 son de parque, le gusta la jardinería- serían un buen lugar para pasar el resto de sus días. Y allí se mudó a fines de la década del 90. 

Hoy es un buen día para mirar para atrás, y cuando lo intenta, Isabelita se pregunta cómo hizo para llegar hasta acá, casi sola: armando y desarmando valijas, cambiando de casas.

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Isabel, la bailarina

La tercera esposa de Juan Domingo Perón nació en La Rioja, el 4 de febrero de 1931, pero desde chica vivió en Migueletes 789, cerca del hipódromo de Palermo. A los 17 años dejó a su familia y se fue con un matrimonio aficionado a las ciencias ocultas que la adoptó. Le gustaba el baile y ellos le consiguieron su primer trabajo en un ballet folklórico. Después vino otro en una compañía de flamenco que hacía giras por otros países.

Así pasó por Uruguay, Chile, Perú, Ecuador, Colombia y finalmente Panamá, en donde “se reencontró” con Perón, el 22 de diciembre de 1955. Parece que ya se habían conocido en la residencia de Olivos, cuando él era presidente y ella integraba un cuerpo de baile que había asistido a una velada folklórica; de todos modos, conviven al respecto cuatro o cinco versiones paralelas, parecidas o disímiles.

Lo cierto es que Perón rondaba entonces los 60 años e Isabel, los 24. Un mes más tarde, ella era su secretaria y ya vivían juntos en un sencillo departamento de Panamá. En agosto de 1956, estaban en otro más modesto aún, pero en Caracas. 

Desde su inicio, la vida en común de Isabelita y el General estuvo marcada por las valijas, el cambio de ciudades, los destierros 


En enero de 1958, el golpe de estado contra el mandatario Marcos Pérez Jiménez, los hizo refugiarse en la embajada de la República Dominicana, a donde el dictador Trujillo los hizo ir secretamente y por separado. Luego, un salvoconducto los llevó hasta Santo Domingo, y se quedaron durante dos años. En enero de 1960 se mudaron a España

Primero fue Málaga, no Madrid

Durante tres años pasaron desapercibidos en el hotel El Pinar de Torremolinos, en Málaga; tenían prohibido recibir visitas y participar en la actividad política. 
Según datos oficiales –desde luego desmentidos por otras versiones- el 15 de noviembre de 1961 se casaron en la casa del médico personal de Perón, Francisco Flores Tascón, a pedido de Francisco Franco, que veía con malos ojos que un ex presidente exiliado y dos veces viudo viviera con su concubina-secretaria.

Tres años más tarde, en 1964, el barrio exclusivo Puerta de Hierro sería su nuevo domicilio. La zona había sido el coto de caza de la monarquía española y allí el matrimonio estaría seguro. El general compró una vivienda con el dinero que –se dice- le aportó la Confederación General del Trabajo y varios empresarios argentinos; entre ellos Jorge Antonio, a quien luego le cerrarían la puerta en la cara tras una discusión. 

Al principio, vivían modestamente, pero luego fueron aumentando las ayudas y donacionesPuerta de Hierro fue el Purgatorio de muchos exiliados, políticos, empresarios y sindicalistas que iban a urdir su regreso o pedirles consejos. También llegó hasta allí el cadáver embalsamado de Evita, que el general contemplaba a diario en el jardín de invierno de la planta baja, hasta que sus restos fueron trasladados a Buenos Aires.

Peregrina en Buenos Aires

Con Perón proscripto y el peronismo intentando rearmarse en Argentina, el General le pidió a Isabelita que lo representara en Buenos Aires. Se hospedó primero en un hotel de Recoleta, pero los disturbios incesantes la llevaron a peregrinar primero por el Sindicato de Luz y Fuerza de la calle Callao y después por diversas casas de dirigentes sindicales, para que nadie supiera exactamente dónde se encontraba. Así, durante ocho meses.

En julio de 1966, tras el golpe de Juan Carlos Onganía contra la presidencia de Arturo Illia, Isabel regresó a Puerta de Hierro junto a José López Rega: acababa de conocerlo. Era masón y director de una imprenta que puso a las órdenes del peronismo, Isabel quedó fascinada con su perfil esotérico y, con el beneplácito de su esposo, le propuso ser su secretario privado. Se lo llevó a vivir con ellos.

Cuando el matrimonio regresó al país en noviembre de 1972, se instaló en una casona sobre Gaspar Campos 1065, en el barrio Vicente López. Había pertenecido a Alfonso Van der Becke, hermano de un militar antiperonista. Fue un lugar de paso y luego cayó casi en el abandono. 

La pareja sabía que la fórmula Perón-Perón pronto sería una realidad, con el líder en Buenos Aires. Y cuando se efectivizó en 1973, el 12 de octubre se instalaban en la Quinta Presidencial de Olivos

Tiempo después, el 1 de julio de 1974 el general Perón murió. Isabelita se quedó sola en Olivos y un poco menos en la Casa Rosada. Veinte meses que fueron un infierno, para ella y para los argentinos.

Casa Rosada, la última cena

Su última cena en la casa Rosada fue el pollo con papas al horno que compartió con Lorenzo Miguel, Osvaldo Papaleo y Miguel Unamuno. El día anterior, Norma López Rega le había advertido –en una carta cifrada, que después hizo triturar- sobre el golpe de estado inminente. 

Isabelita recuerda que el brigadier Basilio Lami Dozo era uno de los tres militares que la habían ido a buscar, desde Olivos, a la azotea de la Casa Rosada, en el helicóptero presidencial, aunque ella prefería ir por tierra, la convencieron. Le dijo: “señora, usted ya no es más gobierno”, y ella entendió. "¿Qué necesita para irse al sur, tenemos órdenes de llevarla al aeroparque”, le preguntó. Entonces, Isabelita le pidió hablar por teléfono con Rosarito, la mucama que había traído de Madrid, y le dijo que armara dos valijas con la ropa que tenía en Olivos y que se la llevara. 

A la 1:50 de la madrugada un avión de la Fuerza Aérea despegó de Aeroparque rumbo a Neuquén, llevando a la ex presidente a la residencia presidencial El Messidor, en calidad de detenida.  Allí vivió lo que ella misma considera –como lo anotó en las memorias que escribe desde su escritorio madrileño- el “más extenso secuestro extorsivo de una Presidente constitucional”. 

Desde entonces y hasta 1981, estuvo incomunicada, la vigilaban guardias militares y sólo una vez logró que le permitieran la visita de su hermana. Dos veces la raparon con la excusa de que tenía piojos. Por eso, una de sus pocas salidas actuales es ir a la peluquería.

La prisión en la residencia presidencial El Messidor fue, según Isabelita, la peor época de su vida: la raparon, estaba incomunicada y vigilada por militares


Antes de que le concedieran la libertad condicional, estuvo unos meses recluida en la base Azul de la Armada, en donde le hacían componer muebles y arreglar plantas, un hábito que le dejó el hobby de la jardinería.

Ya fuera de prisión, pasó un tiempo en la Quinta de San Vicente, que el mismo Perón había comprado con un crédito del Banco Hipotecario en 1943, remodelado en 1947 para que se viera como un chalet marplatense de piedras al frente y que tanto había disfrutado con Eva Perón, no con ella. En 1973, el operativo retorno le había sumado una pileta de natación, un sauna y dependencias de servicios, pero no la sentía propia. Hoy es un Museo y, en principio, puede visitarse los feriados y fines de semana. Allí descansan los restos de Juan Domingo Perón.

Isabelita le pidió a su abogado de entonces, Juan Labaqué, que arreglara sus cosas y voló a Madrid. Se refugió en Puerta de Hierro, pero pronto tuvo que venderla para pagar cuatro millones de euros a las hermanas de Evita, que reclamaban la herencia de Perón.

Una vez libre, el paso de Isabelita por Puerta de Hierro fue fugaz: tuvo que venderla para pagar reclamos de herencia de la familia Duarte


Al poco tiempo, alquiló un departamento en la calle Casado del Alisal, junto a la conocida iglesia madrileña de San Jerónimo el Real. Y luego lo cambió por un cuarto piso más amplio y luminoso en la calle Moreto 3, una ochava muy cerquita de la misma parroquia. Sobre la vereda de ese barrio, Los Jerónimos, aparecían cada tanto los ramos de flores que los dirigentes peronistas arrepentidos le hacían llegar y que Isabelita nunca aceptaba. Uno de los desairados fue –él mismo lo contaba- Carlos Menem

Cuando ya vivía en su chalet de las afueras de Madrid, Isabelita conoció al turbio Mario Rotundo, confidente, amigo y albaceas, el enemigo número uno de Isabelita y el hombre que reclamó al estado argentino y embargó a ella misma el equivalente de ocho millones de dólares que, supuestamente le corresponden por ser el titular de los bienes muebles del general Perón. Rotundo fue el fundador de Funpaz (Fundación por la Paz y la Amistad de los Pueblos), el organismo al que Isabelita había donado varios bienes en abril de 1990, pero luego se arrepintió.

Según dichos del párroco Enrique Lázaro -publica el periódico El Español-, el nombre de Isabel Martínez de Perón no figura como titular de ningún inmueble en toda España. Lázaro, el actual párroco de Santa María Soledad Torres, en Villafranca del Castillo, su confesor, es el mismo cura que estaba al frente de San Jerónimo el Real, su primer vecindario de viuda madrileña. Pero Isabelita y Lázaro se conocían desde mucho antes: en los albores del 60, el sacerdote le conseguía los cortes de carne al general Perón para hacer asados en Puerta de Hierro. 

mm / ds