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Papa Francisco: “Seguir gastando en armas ensucia el alma, ensucia el corazón, ensucia la humanidad”

La reciente edición de L’Osservatore se enfoca en la guerra en Europa. “Suplico a todos los actores de la comunidad internacional que se esfuercen de verdad para hacer que cese esta guerra repugnante”, sostuvo Bergoglio.

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Papa Francisco | AFP

La última edición del L´Osservatore Romano en español refleja la mirada, acción y palabra del Papa Francisco para un mundo en guerra. Este 25 de marzo el Papa Bergoglio ha convocado a un solemne Acto de consagración de la humanidad, particularmente de Rusia y Ucrania, al Corazón inmaculado de María. De esta manera, y retomando su llamado en el pasado Ángelus, Francisco convocó a las diócesis del mundo a través de una carta que se publica en la portada de esta edición. 

El Sumo Pontífice les dice a los fieles que “Quiere ser un gesto de la Iglesia universal, que en este momento dramático lleva a Dios, por mediación de la Madre suya y nuestra, el grito de dolor de cuantos sufren e imploran el fin de la violencia, y confía el futuro de la humanidad a la Reina de la paz. Por esta razón, invito a unirse a dicho Acto, convocando, el viernes 25 de marzo, a los sacerdotes, religiosos y demás fieles a la oración comunitaria en los lugares sagrados, para que el Pueblo santo de Dios eleve la súplica a su Madre de manera unánime y apremiante. A este respecto, le transmito el texto de la oración de consagración, para poder recitarla durante ese día, en fraterna unión”.

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El texto completo de dicha oración mariana se publica en la página cuarta de esta edición. La misma contiene expresiones como las siguientes: “Hemos perdido la humanidad, hemos estropeado la paz. Nos hemos vuelto capaces de todo tipo de violencia y destrucción. Necesitamos urgentemente tu ayuda materna. Acoge, oh, Madre, nuestra súplica. Tú, estrella del mar, no nos dejes naufragar en la tormenta de la guerra. Tú, arca de la nueva alianza, inspira proyectos y caminos de reconciliación. Tú, ‘tierra del Cielo’, vuelve a traer la armonía de Dios al mundo”.

“Extingue el odio, aplaca la venganza, enséñanos a perdonar. Líbranos de la guerra, preserva al mundo de la amenaza nuclear. Reina del Rosario, despierta en nosotros la necesidad de orar y de amar. Reina de la familia humana, muestra a los pueblos la senda de la fraternidad. Reina de la paz, obtén para el mundo la paz. Que tu llanto, oh, Madre, conmueva nuestros corazones endurecidos. Que las lágrimas que has derramado por nosotros hagan florecer este valle que nuestro odio ha secado. Y mientras el ruido de las armas no enmudece, que tu oración nos disponga a la paz. Que tus manos maternas acaricien a los que sufren y huyen bajo el peso de las bombas. Que tu abrazo materno consuele a los que se ven obligados a dejar sus hogares y su país. Que tu Corazón afligido nos mueva a la compasión, nos impulse a abrir puertas y a hacernos cargo de la humanidad herida y descartada”, continúa la oración.

Luego del tradicional Ángelus dominical citado y que se publica en la segunda página de este ejemplar del periódico vaticano, el Papa Francisco se volvió a referir a la guerra en Ucrania desde la Plaza San Pedro. “No se detiene, lamentablemente, la violenta agresión contra Ucrania, una masacre insensata en la que todos los días se repiten estragos y atrocidades. ¡No existe justificación para esto! Suplico a todos los actores de la comunidad internacional que se esfuercen de verdad para hacer que cese esta guerra repugnante”. 

“También esta semana, misiles y bombas se han abatido sobre civiles, ancianos, niños y madres embarazadas. He ido a visitar a los niños heridos que están aquí en Roma: a uno le falta un brazo, otro está herido en la cabeza... Niños inocentes. Pienso en los millones de refugiados ucranios que deben huir dejando atrás todo, y siento un gran dolor por cuantos no tienen ni siquiera la posibilidad de escapar. Muchos abuelos, enfermos y pobres, separados de sus familiares, tantos niños y personas frágiles deben quedarse y morir bajo las bombas sin poder recibir ayuda y sin encontrar seguridad ni siquiera en los refugios antiaéreos. ¡Todo esto es inhumano! Aún más, ¡es también sacrílego, porque va contra la sacralidad de la vida humana, sobre todo contra la vida humana indefensa, que ha de ser respetada y protegida, no eliminada, y que está por encima de cualquier estrategia! No lo olvidemos: ¡es una crueldad inhumana y sacrílega!”, concluyó.

En oportunidad de la audiencia a los voluntarios de la organización “Tuve sed”, el Papa Francisco denunció el gasto en armamento bélico. Desde la Sala Clementina, el pasado 21 de marzo, lo hizo con estas palabras: “Ciertas opciones no son neutrales: destinar una gran parte del gasto a las armas significa quitarlo de otra cosa, lo que supone seguir quitándole a quienes carecen de lo necesario. Y esto es un escándalo: el gasto en armas. ¡Cuánto se gasta en armamento, terrible! Tenemos que crear conciencia de que seguir gastando en armas ensucia el alma, ensucia el corazón, ensucia la humanidad. ¿De qué sirve que todos nos comprometemos solemnemente a nivel internacional en campañas contra la pobreza, contra el hambre, contra la degradación del planeta, si luego volvemos a caer en el viejo vicio de la guerra, en la vieja estrategia del poder de los armamentos, que hace retroceder todo y a todos? Una guerra siempre te hace retroceder, siempre. Caminamos hacia atrás. Tendremos que empezar de nuevo”.

“Yo puedo dar un testimonio personal. El odio y la rabia contra la guerra yo lo aprendí de mi abuelo que combatió en el Piave, en 1914: él me transmitió esta rabia a la guerra. Porque me contó los sufrimientos de una guerra”, afirmó el Papa Francisco en la audiencia general que tuvo lugar el miércoles 23 de marzo, en el Aula Pablo VI.