“Todos tenía impactos de bala”, contó Miguel Marileo, el funebrero que preparó los cuerpos de los 16 fusilados en la Masacre de Trelew. Un testimonio que tardó 30 años en salir a la luz y que a cinco décadas de este atroz suceso permite reconstruir los hechos de ese 22 de agosto de 1972.
Una semana antes de la ejecución de los militantes, organizaciones armadas habían participado de un operativo para liberar a una gran cantidad de presos políticos alejados en el penal de Rawson, lo que significó un duro golpe para la dictadura del general Alejandro Lanusse.
Sin embargo, 19 guerrilleros fueron recapturados, mientras intentaban huir a chile en avión; de este total de presos, 16 fueron fusilados por órdenes de Lanusse. Ahí, es donde aparece Marileo en escena.
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Ejecución, fusilamiento y sangre
De acuerdo con una entrevista que brindó a Télam en 2012, Marileo trabajaba en ese momento en una funeraria de la zona y, ese día, fueron a comprar 16 cajones. “Yo me di cuenta enseguida, 16, habían entrado 19. Bueno, tres no mataron”, recordó.
En ese sentido, relató que, para la medianoche, sintió un camión que paró en la puerta de su casa y un oficial le dijo: “Por favor, ¿nos puede acompañar a la base?. Me acuerdo que nos subieron a un camión, nos hicieron dar la vuelta y nos bajaron con mi jefe que llevaba las herramientas”.
Marileo recordó que pudo ver a una mujer en una camilla que “estaba desangrándose, le salía todo por la boca y estaba llena de sangre”. “Me llamó la atención y la habían dejado para que se muera ahí y después pasarla”, indicó.
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Cómo estaban los cuerpos
El funebrero entró a la sala y había ocho cuerpos de cada lado. “No sabés que impotencia me agarró y qué bronca, porque se estaban desangrando todos y empecé a mirarlos y todos tenían impactos de bala”, contó.
Marileo explicó que recordaba cómo se llamaban los militantes asesinados porque cada uno de los cadáveres tenía un cartel con el nombre y una bolsa sobre su hombro con los plomos que habían sacado de los cuerpos y recordó: “A este le metieron cuatro, a este le metieron cinco. Cuando me encuentro con Mariano Pujadas, era al que más le habían pegado tenía como 10, 12 plomos”.
Luego de eso, relató que a María Angélica Sabelli “no le veía impacto de bala, pero veía la sangre que corría de la cabeza”. “Metí la mano, porque no teníamos guantes, no usábamos. Toqué y ahí vi que la habían rematado. Le habían pegado el tiro por atrás de la nuca y sin orificio de salida”.
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“Vos no viste nada”, la amenaza de un oficial
“Se hicieron las 12 del mediodía y yo ya empecé a sospechar. Estábamos solitos, junto con los cajones, el dueño de la empresa y yo y le dije: ´Me parece que estos no quieren que volvamos´. Y sí éramos los únicos testigos, tenían que callarnos la boca sí o sí”, señaló Marileo.
Sin embargo, narró que respiró cuando vio a un oficial que habló sobre regresarlos a Trelew. Al llegar a la funeraria, el militar le dio una fuerte amenaza que marcó a Miguel por 30 años y le impidió hablar sobre lo que había sucedido.
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“El tipo me dijo: ´Vos no viste nada, tenés un hijo muy chiquitito, no viste nada en la base, no estuviste en la base´. Yo quedé sorprendido y no supe decir nada, me callé y no pude decir nada”, se lamentó el hombre.
Miguel cargó con esta pena durante 30 años y aseguró que sólo se quedó tranquilo cuando llegó Néstor Kirchner al poder en 2003, puesto que pensó: “Ahora tengo la garantía para hablar”.
Marileo después declaró en el juicio contra los dictadores por la Masacre en Trelew. “La familia creo que está contenta”, cerró el funebrero luego de que se haya dictaminado la sentencia firme contra los acusados de la masacre en 2012.
RdC / ds