SOCIEDAD
Ocurrió hace 50 años

Así fue la Masacre de Trelew: fuga de guerrilleros, 16 fusilamientos y salvoconducto para 6

El 22 de agosto de 1972, 110 presos políticos planearon fugarse de un penal de máxima seguridad en Rawson. Por llegar cinco minutos más tarde, 19 guerrilleros perdieron el avión que ya llevaba a sus 6 jefes rumbo a Chile. La escolta de un juez, un abogado y varios periodistas no pudo impedir que los encerraran en una base militar. Allí los acribillaron en fila, unos tras otros, una semana más tarde.

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Tragedia. A días de la masacre se realizó un acto de homenaje a las víctimas en la Plaza de los Dos Congresos. Hubo conflictos y tumultos. “Ya van a ver, cuando venguemos a los muertos de Trelew”, coreaban las columnas de estudiantes de las distintas facultades. | cedoc

La historia recordará como Masacre de Trelew al fusilamiento de 16 miembros de diversas organizaciones guerrilleras que estaban presos en una base militar de Trelew, por haber intentado escaparse de un penal de máxima seguridad en Rawson.

De hecho se habían escapado, pero los agarraron. De noche, varios marinos dirigidos por el capitán Luis Salinas los hicieron formar en hilera en un patio de la Base Aeronaval Almirante Zar, en Trelew. Sin más, los fusilaron. 

Era el 22 de agosto de 1972 y el general Alejandro Agustín Lanusse, presidente de facto (1971-1973).

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Masacre de Trelew: a 50 años de la fuga que instaló los fusilamientos y las desapariciones

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Dos películas reconstruyeron los hechos: Ni olvido ni perdón (1973, Raymundo Gleyzer); y Trelew. Historia de una fuga (2004, Mariana Arruti).

El reguero de pólvora, indignación y sangre fue inmediato, pese a que esa misma noche, para tapar todo, la cúpula militar sancionó una ley que prohibía difundir noticias sobre la guerrilla.

Esos asesinatos patagónicos, parte de la película de terror de la última dictadura militar argentina, fueron declarados “crímenes de lesa humanidad", recién 40 años más tarde, el 15 de octubre del 2012. 

"Vos no viste nada": el testimonio del funebrero que preparó los cuerpos de los fusilados en la Masacre de Trelew

Cómo fue la Masacre de Trelew

Fue entonces, con la pachorra que caracteriza ciertas causas judiciales argentinas, que se dictó prisión perpetua a Emilio Del Real, Luis Sosa y Carlos Marandino como autores de esos 16 homicidios.

Y la causa judicial volvió a despabilarse, el pasado mes de junio, cuando llegó desde Miami la noticia de que, tras medio siglo de impunidad, sería juzgado en Estados Unidos el ex teniente de la Marina Roberto Bravo.

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Las víctimas; tres sobrevivieron de milagro, pero fueron asesinados durante el "Proceso de Reorganización Nacional".

Apuntado por sobrevivientes como partícipe del fusilamiento y también autor de varios disparos de "remate" sobre detenidos que ya estaban heridos -según señaló oportunamente Perfil- ese juicio a Bravo ya se celebró y el condenado fue sentenciado a pagar US$ 27 millones para resarcir a los familiares de las víctimas.

El ex marino se hizo ciudadano estadounidense en 1987 y vivía en Miami, donde dirigía una empresa de seguridad.

La lucha armada y el terrorismo de Estado, entre la revolución y la dictadura

Fuga y masacre

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Los seis presos que lograron fugarse en el primer grupo abordaron aquí el avión de Austral que los llevó a Santiago de Chile.

El 15 de agosto de 1972, en el penal de Rawson, en Chubut, había 82 presos comunes y 166 presos políticos. Entiéndase por estos últimos a guerrilleros, militantes y miembros de las organizaciones revolucionarias gestadas durante esos años de plomo: el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Montoneros, básicamente. 

El penal estaba vigilado por 70 guardiacárceles - la mitad, armados-. A tres cuadras montaban guardia 120 hombres de una compañía antiguerrillera.  A 20 kilómetros de allí, en Trelew, estaba la Base Aeronaval Almirante Zar, en donde 1.200 soldados se agrupaban en dos batallones.

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Habían entregado las armas y pidieron regresar al penal de máxima seguridad; pero los llevaron a la base militar de Trelew. 

Los reclusos se pusieron de acuerdo y planificaron una fuga. Entre ellos, había varios pesos pesados

-el santiagueño Roberto Mario Santucho (fundador del Partido Revolucionario de los Trabajadores y comandante del ERP); 

-“el pelado” Marcos Osatinsky (FAR); 

-el abogado Roberto Quieto (FAR);

- Enrique Gorriarán Merlo (ERP), llamado a ser el asesino del dictador nicaragüense Anastasio Somosa y también futuro líder del copamiento del regimiento militar de La Tablada (1989); 

- el italiano Domingo Menna, protagonista del Cordobazo, peso pesado del ERP y padre del nieto 121, encontrado por las Abuelas de Plaza de Mayo; 

- Fernando Vaca Narvaja, quien de ser tercero en el Comando Nacional de Montoneros y sobreviviente de la Masacre de Trelew, iría sumando una serie de “ex”: exiliado, dueño de una gomería, presidente del Tren Patagónico, Ministro de Obras y servicios Públicos de Río Negro y consuegro de Cristina Fernández de Kirchner.

Fuga de guerrilleros

Se decidió que el jefe del “operativo fuga” era Mario Santucho y que el 15 de agosto sería el gran día para los 110 reclusos que serían de la partida.

A las 18 hs comenzó a agitarse el avispero, pero algo salió mal: hubo un tiroteo mientras capturaban a 45 guardias y los tres camiones que los estarían esperando para llevarlos al aeropuerto desparecieron al escuchar los balazos –sin walkie-talkies, todo era adivinar lo que sucedía adentro.

Solo había un Ford Falcon, esperando por si la fuga salía bien. A las 18:30 hs en punto asomaron seis líderes y el auto los llevó hasta la pista que hoy pertenece al Aeroclub Trelew. 

Centro Cultural por la Memoria (Aeropuerto de Trelew), Base Aeronaval Almirante Zar 20220818
En el aeropuerto viejo de la ciudad funciona el Centro Cultural por la Memoria de Trelew.

Ya estaba esperándolos en pista el vuelo 811 de Austral que había partido de Comodoro Rivadavia con rumbo a Buenos Aires, previas escalas en Trelew y Bahía Blanca. Sin embargo, tres guerrilleros vestidos como militares del Ejército que habían llegado hasta allí haciéndose pasar por inspectores de la aeronave, la detuvieron y le hicieron saber a los pilotos que la nave, que transportaba a 96 personas, entre pasajeros y tripulantes, había sido tomada.

Los seis líderes que lograron fugarse esperaron 90 minutos para ver si llegaban algunos más que hubieran podido escaparse del penal, tras ellos. Sin novedades, a las 19:27 hs el avión despegó rumbo a Santiago de Chile, en donde los seis guerrilleros ya "libres", pidieron asilo político al presidente Salvador Allende.

Los 16 fusilados perdieron el avión

Gorriarán Merlo 20220818
Enrique Gorriarán Merlo integró el primer grupo de los 6 jefes que lograron fugarse y llegar a Santiago de Chile.

Otros 19 guerrilleros habían logrado fugarse en 3 autos y llegaron al aeropuerto cinco minutos después de que la nave de Austral hubiera despegado.

Mientras tanto, los presos que se quedaron en el penal –la mayoría- iniciaron el plan B: apagar todas las luces, pedir hablar con un juez, convocar a los periodistas y hacer público lo que había pasado, para que la rendición no terminara en una masacre.

A la par, los 19 fugados que perdieron el avión delante de sus narices, cerraron el aeropuerto y llamaron a una conferencia de prensa en la que tomaron la palabra Mariano Pujadas (Montoneros), María Antonia Berger (FAR) y sobre todo Rubén Bonnet, un miembro del ERP que había nacido en una familia humilde de Pergamino.  

Y ahí nomás, parados frente a los micrófonos que se acercaron, Bonnet dijo que “somos los continuadores del General San Martín, porque esta es una segunda independencia por la liberación del imperialismo yanqui y la construcción de la patria socialista”. “Somos el pueblo en armas», sintetizó. 

La guerrilla en palabras

“Esto es reafirmar nuestra voluntad de lucha junto al pueblo que se ha expresado combativamente en tantas jornadas de lucha en Córdoba, Rosario, Buenos Aires, en todas las ciudades del país que lucha por derrotar la dictadura”, explicó su compañero Mariano Pujadas.

Algunos empleados del aeropuerto se descompusieron ante lo que sucedía delante de sus ojos y los rebeldes los dejaron irse a sus casas. Los guerrilleros declararon a los micrófonos que no querían causar daño a los civiles (“nosotros somos parte del pueblo”), que se rendían incondicionalmente, entregaban las armas y pedían garantías para su seguridad

Ruben Pedro Bonnet (ERP) 20220818
Fue quien más habló en la conferencia de prensa que dieron en el aeropuerto, cuando perdieron el avión.

“Esta es una dictadura militar al servicio de los monopolios (…) la vía violenta no la ponemos nosotros, la pone el régimen cuando proscribe la voluntad del pueblo que elija libremente a sus gobernantes”,  agregó Pujadas, siempre sereno. “Estamos convencidos de que sólo por esa vía vamos a poder conseguir un gobierno para el pueblo”.

“Nosotros somos pacifistas, pero en la medida en que no nos dejen optar por otra vía, tenemos que elegir la violencia”, apuntó sin levantar la voz María Antonia Berger, también junto a sus compañeros de armas en el aeropuerto.

“El aumento de la luz o cualquier manifestación pacífica del pueblo genera una represión violenta”, interrumpió Bonnet cuando el periodista insistía preguntando si se contemplaba en las cúpulas doblegar las armas. En ningún momento, ninguno de los interlocutores alzó la voz ni arengó a los oyentes. Todo sucedía con la calma que precede a las últimas horas.

Sin embargo, quedó claro que se trataba de unas fuerzas armadas contra otras, mostrándose los dientes.

Masacre de Trelew
Las protestas no se hicieron esperar, pese al intento de hermetismo.

Y luego de la conferencia de prensa, los prófugos se entregaron a la patrulla militar que respondía a las órdenes del capitán de corbeta Luis Emilio Sosa, segundo jefe de la Base Aeronaval Almirante Zar.

Delante de los periodistas, los condujeron "muy gentilmente" a una unidad de traslado de prisioneros y enfilaron para la base aeronaval, escoltados por un contingente integrado por el juez Alejandro Godoy, el director del periódico Jornada, el subdirector del diario Chubut, el director de la emisora LU17 y el abogado Mario Amaya.

Cuando los-fugados-que-no-pudieron-fugarse se dieron cuenta de que iban para otro lado, pidieron volver a Rawson. Sosa, muy pícaro, ya había instruido en la mentira: era transitorio, nomás porque en el penal continuaba el motín y no estaban dadas las condiciones de seguridad. Y se quedaron tranquilos como las vacas yendo a la manga.

Centro Cultural por la Memoria (Aeropuerto de Trelew), Base Aeronaval Almirante Zar 20220818
El aeropuerto ya no está en funcionamiento; se convirtió en un espacio para la memoria de los años de plomo.

Cuando llegaron, los seis detenidos ingresaron en fila india y el guardia despidió al resto de la comitiva, diciéndoles que no se podía ingresar en una unidad militar. Y cerró con candado.

Mientras Lanusse presionaba al presidente Salvador Allende para que deportara a los fugitivos, el Partido Justicialista envió un telegrama al Ministro del Interior, Arturo Mor Roig: 

“Reclamamos respeto a los derechos humanos de los presos políticos de la unidad carcelaria Rawson responsabilizándolo por su integridad física amenazada por medidas de represión”.

Dos días más tarde, los seis guerrilleros que estaban en Chile ya estaban gestionando un salvoconducto a La Habana

Trelew y Rawson, ciudades en armas

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Rawson y Trelew se convirtieron en escenario de protestas mientras los uniformados tomaban las calles.

Rawson era una ciudad en armas: en la base aeronaval había 3.000 marinos y las calles estaban tomadas por el Ejército y la Gendarmería Nacional.

La noche del 21 de agosto, la Junta de Comandantes en Jefe de las tres fuerzas armadas, todos los ministros y unos cuantos asesores se reunieron a puertas cerradas y con el mayor hermetismo en la Casa de Gobierno. 

Horas más tarde, a las 3:30 hs del 22 de agosto, en la Base Naval de Rawson, abrieron las celdas de los 19 detenidos, los despertaron, los hicieron salir y formar una hilera, uno junto al otro. Los obligaron a mirar el piso, mientras la patrulla del capitán Sosa los ametrallaba jugando a los soldaditos. 

Masacre de Trelew
El ex marino deberá pagar US$ 27 millones a los familiares de las víctimas de la Masacre de Trelew.

Si alguno no había muerto al instante, otro atrás los remataba con armas cortas

Uno a uno fueron cayendo como "juguetitos" Rubén Bonnet, Mariano Pujadas, Ana María Villarreal -esposa de Santucho-, la tucumana Clarisa Rosa Lea Place, “la Petisa” María Angélica Sabelli, la cordobesa Susana Lesgart, José Mena, Alejandro Ulla, Alfredo Kohan, el rosarino Carlos Alberto del Rey, el pampeano Eduardo Capello, Humberto “Pucho” Suárez, “el Gringo” Humberto Toschi, Mario Delfino y Miguel Angel Polti, que no tenía nada de pichón: un año antes había asaltado en Córdoba un camión de caudales que transportaba $ 121 millones.

Casi fuera de libreto, tres heridos sobrevivieron: María Antonia Berger, Alberto Camps y Ricardo Haidar. Los tres, sin embargo, fueron asesinados durante el Proceso de Organización Nacional.

La justificación del capitán Sosa fue que, mientras pasaba revista a los presos, Mariano Pujadas le robó una ametralladora, lo hirió y, para doblegarlo, los guardias comenzaron a tirar.

Días más tarde corría el rumor de que los marinos habían fusilado a los detenidos sin la autorización de Lanusse, que no tuvo más remedio que salir a hacerse cargo de los hechos. 

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Medio siglo más tarde, el ex marino Roberto Bravo que remató a varios pagará su delito.

Mucho más soberbio aún fue el discurso del capitán Horacio Mayorga a su propio personal en la Base de Rawson:  “No es necesario explicar nada. Debemos dejar de lado estúpidas discusiones que la Armada no tiene que esforzarse en explicar. Lo hecho bien hecho está. Se hizo lo que se tenía que hacer. No hay que disculparse porque no hay culpa. La muerte está en el plan de Dios no para castigo sino para la reflexión de muchos”.

Mientras tanto y sin perder un minuto, recordemos, el mismo 22 de agosto la cúpula militar había sancionado la ley 19 797 que prohibía toda difusión de informaciones sobre organizaciones guerrilleras.

Cuando la masacre trascendió, la explicación oficial fue que habían reprimido un nuevo intento de fuga.

"Algunos detalles del testimonio de Roberto Bravo no coinciden con sus anteriores declaraciones juradas sobre los eventos en Trelew, como cuáles soldados estaban presentes, quién abrió las puertas de las celdas, cuántos tiros supuestamente disparó un prisionero y la posición de cada soldado cuando comenzó el tiroteo", se señaló en el diario de este juicio que publica el Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels) que asiste legalmente a familiares de las víctimas que demandaron al ex marino en EEUU, consignó la agencia Télam.

mm / ds