Barricadas ardiendo, negocios saqueados, batallas callejeras entre la Policía y manifestantes encapuchados: son algunas de las imágenes que quedaron en la retina tras la última cumbre del G20 en Hamburgo. Muchos se preguntan si se repetirán a partir del viernes, cuando se reúnan los jefes de Estado y Gobierno de las principales naciones industrializadas y en desarrollo en Buenos Aires.
Decenas de miles de personas anunciaron protestas en la Ciudad contra la globalización y la crisis económica. Ya el miércoles decenas de efectivos de seguridad fuertemente armados se lanzaban a las calles de la ciudad. Además de las protestas, numerosas crisis planean sobre esta cumbre, entre las que destacan tres: la escalada de la tensión entre Ucrania y Rusia, la disputa comercial entre Estados Unidos, China y otros países y el escándalo por el asesinato del periodista disidente saudita Jamal Khashoggi.
Tensión entre Rusia y Ucrania
La escala de la tensión entre Rusia y Ucrania a raíz de un incidente el domingo en aguas frente a la disputada península de Crimea se convirtió inesperadamente en uno de los principales de la agenda. El presidente estadounidense, Donald Trump, amenazó con cancelar un encuentro bilateral previsto con su homólogo ruso, Vladimir Putin, y dijo que todo dependerá del informe que le presente su equipo de seguridad nacional al respecto. Si suspende el encuentro, podría tener consecuencias negativas para toda la cumbre.
La guerra comercial
Trump debatirá con su homólogo chino, Xi Jinping, sobre los aranceles comerciales aprobados por Estados Unidos y respondidos después por China, lo que desencadenó una escalada en la disputa comercial entre las dos principales potencias en el mercado mundial.
Los aranceles serán también centro del debate entre Trump y la canciller alemana, Angela Merkel. Según algunas informaciones, Trump podría imponer aranceles a los automóviles alemanes importados en las próximas semanas. Una reunión prevista esta semana con los dirigentes de VW, BMW y Daimler no tuvo lugar.
El asesinato de Khashoggi
Dos días antes del inicio de la cumbre llegó a Buenos Aires el participante que más difícil lo tendrá todo en el encuentro. Cada paso, cada apretón de manos, cada conversación del príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, será mirado con lupa. Porque el príncipe está bajo sospecha en el caso del periodista crítico saudí Jamal Khashoggi, asesinado en el consulado de Estambul el pasado 2 de octubre, sin que se hayan aclarado las circunstancias de su muerte.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que se convirtió en el principal acusador de la cúpula saudí, también está en Buenos Aires. E incluso señaló que en principio no tiene nada en contra de reunirse con el príncipe, al contrario que Trump, que ya lo descartó pese a que sigue viéndolo como un aliado crucial.
Eso hace que dependa de Trump que la cumbre termine con éxito, aunque sea parcial, o que se convierta en otro desastre como el G7 de Canadá a comienzos de junio. Entonces, el presidente estadounidense rescindió posteriormente por Twitter la declaración final que tanto había costado negociar.
En diez años de cumbres del G20 siempre hubo un comunicado de este tipo pero ahora ya no es tan seguro. Y si hay acuerdo posiblemente se basará en un mínimo consenso en cuestiones como el proteccionismo o la reforma de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Todo ello servirá para medir lo golpeado que quedó ya el orden mundial, basado en acuerdos y organizaciones internacionales, después de dos años de Gobierno de Trump.
Angela Merkel viene a la cumbre abogando por la cooperación internacional y el multilateralismo. La pregunta es hasta qué punto será escuchada tras anunciar su retirada de la política. De los asistentes, Merkel es la más experimentada, igualada sólo con el presidente ruso, Vladimir Putin.
Al margen de las salas de reuniones, el otro foco estará puesto en la calle. El presidente Macri quiere evitar a toda costa que se repita la violencia de Hamburgo. Por eso ha anunciado un despliegue de 22.000 policías y 3.000 soldados. Además, las fuerzas de combate estadounidenses han desplegado en la vecina Uruguay 400 soldados y aviones de reconocimiento Awacs y las costas serán patrulladas por el portaaviones "USS Carl Vinson".
El Ministerio de Seguridad argentina se hizo con 15 millones de balas de goma y dos millones de balas de munición real. Sindicatos, movimientos sociales y grupos de izquierda convocaron protestas contra la cumbre y contra el Gobierno argentino y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que ha exigido al país duras medidas de ahorro a cambio de créditos millonarios.
La mayor manifestación se espera el viernes. "Esperamos una participación masiva", dijo Beverly Keene, de la asociación Diálogo 2000. En Argentina, las organizaciones de izquierda están bien organizadas, como demostraron en recientes protestas contra recortes de las pensiones. Las autoridades argentinas reconocen el derecho a manifestarse, pero de forma pacífica y han advertido que no tolerarán acciones violentas.