Durante la tradicional audiencia de los miércoles, realizada en el aula Pablo VI del Vaticano, un hombre interrumpió a los gritos al papa Francisco al decir: "No más máscaras en la iglesia, esta no es la iglesia de Jesucristo".
El hombre, de entre 40 y 50 años, se encontraba visiblemente alterado, al mismo tiempo que gritaba y protestaba en contra del uso de barbijos en la Iglesia y en contra del Pontífice, según indicaron los presentes.
"No más máscaras en la iglesia, esta no es la iglesia de Jesucristo… La iglesia es santa, católica y apostólica… Tú no eres el rey", habría gritado el hombre, conforme señalaron los testigos.
En base a otras declaraciones, el hombre se habría sentado solo y alejado de la mayoría de las personas, en la parte trasera de la sala de audiencias, y sus gritos llegaron a ser oídos por el Sumo Pontífice, quien se encontraba leyendo la catequesis.
Finalmente, miembros de la Gendarmería vaticana lo acompañaron a retirarse de la sala. El hombre no habría mostrado ningún tipo de resistencia a la hora de abandonar el recinto.
La respuesta del Papa Francisco
Tras el incidente el papa pidió rezar por este hombre, argumentando que estaba sufriendo: "Grita porque sufre", le explicó a los fieles presentes y les pidió rezar un "Ave María" por él.
"Hace unos minutos escuchamos a un hombre que gritaba, chillaba, que tenía algún tipo de problema, no se si físico, psicológico o espiritual, pero es un hermano nuestro que tiene un problema", comenzó diciendo.
"Quisiera terminar rezando por él, por nuestro hermano que sufre, pobre hombre, porque si gritaba es porque sufre”, les dijo a los presentes. "No seamos sordos a las necesidades de este hermano", concluyó.
El mensaje que interrumpió el hombre que ingresó a la audiencia
El Sumo Pontífice pidió en la audiencia un intento por no confundir la devoción a los santos con la "magia o la superstición".
Sostuvo que tener devoción a un santo consiste "sencillamente en hablar con un hermano o hermana que está ante Dios, que ha llevado una vida justa, una vida santa, una vida ejemplar, y que ahora está ante Dios". Afirmó que no se trata de basar la fe en "un objeto, una imagen o un ser humano", en relación a las reliquias, objetos religiosos o a las visitas a sepulcros de santos.
Y finalizó su discurso asegurando: "Los santos no hacen milagros. Los milagros los hace Dios, quizá actuando a través de una persona santa, una persona justa. Debemos tenerlo claro”, después de aclarar que los santos son 'intercesores'".