A pesar de que ya llevamos dos años de pandemia, la rápida evolución del SARS-CoV-2 sigue obligando a los expertos a repensar y rectificar las recomendaciones contra los contagios. Son tantos los cambios que cuesta seguirlos, especialmente cuando algunas medidas originales quedaron obsoletas y las nuevas sugerencias pueden ser molestas de cumplir o contradictorias con las antiguas. Es el caso de los barbijos: la semana pasada el prestigioso CDC –responsable de políticas de salud y prevención en Estados Unidos–, actualizó su Guía de recomendaciones sobre su uso. Y entre otras cosas enfatizó la recomendación de recurrir a mascarillas de calidad, del tipo de las N95 o similares. Esa decisión se suma al anuncio hecho el miércoles por el presidente Joe Biden explicando que el gobierno federal distribuirá, en forma gratuita, cuatrocientos millones de barbijos N95 a través de farmacias y centros comunitarios de salud.
“Tenemos que empezar a hablar de algunos nuevos conceptos respecto al coronavirus”, introdujo Analía Mykietiuk, miembro de la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) durante un webinar realizado hace un par de días por esta organización. Y recordó que “en 2020 el covid era una enfermedad desconocida y de alta mortalidad, no sabíamos cómo tratarla ni prevenirla. Ahora, 24 meses más tarde, el escenario es distinto: aprendimos mucho, sabemos cómo prevenirla y tratarla”.
La especialista Rosa Contreras, jefa del servicio de Infectología del Hospital Marcial Quiroga de San Juan, recalcó en la charla que ahora se tiene en claro que el principal medio de transmisión del virus es la vía aérea y no el contacto. Por eso, especialmente con esta variante, es necesario actualizar las medidas de prevención.
“La cepa ómicron mostró una tasa de contagio que supera a la de la varicela y la acerca al sarampión. Por eso las medidas tienen que enfocarse en dificultar la transmisión del virus por el aire”. En ese sentido van las flamantes recomendaciones del CDC.
Barbijos profesionales
En la guía, publicada el 14 de enero, los expertos del CDC se apoyan en las evidencias más recientes. “No podemos decir que los barbijos caseros, hechos con telas de trama abierta, y los quirúrgicos ‘descartables’ no sirvan para nada. Pero por sí solos ya no parecen ofrecer una prevención suficiente”, explicó Contreras. “En ese sentido, el CDC recomienda que la mejor protección para el público general es recurrir al uso de los del tipo N95 y KN95, aunque dejando los ‘N95 quirúrgicos’ (un tipo especial de N95) solo para ser usados por personal de salud en las prácticas médicas”.
En concreto, el texto del CDC indica que “las mascarillas comunes y de respiración pueden brindar diferentes niveles de protección dependiendo del tipo y de cómo son usadas. Los productos hechos con telas de trama abierta son los que ofrecen menor protección, los productos de tejidos finos, sumados en capas ofrecen más protección. Las mascarillas quirúrgicas desechables, bien ajustadas y las ‘KN95’ ofrecen incluso mayor protección. Pero las mascarillas de respiración bien ajustadas y aprobadas por las autoridades regulatorias (incluido el N95) brindan el máximo nivel de cuidado”.
El otro consejo que da el CDC –que no parece cumplirse demasiado en Argentina– indica que “más allá del producto que se elija, la mascarilla debe tener un buen ajuste al rostro, sin que queden huecos en los bordes o alrededor de la nariz. Finalmente, debe resultar lo suficientemente cómodo cuando se usa cubriendo la nariz y la boca para ser usado por el tiempo necesario.
Ventilación
Los barbijos correctos se complementan con las otras medidas ya conocidas de ventilación cruzada y permanente y distanciamiento entre personas. “Todavía vemos muchas personas que no le dan tanta importancia. Pero es fundamental la renovación de aire en espacios cerrados y en el transporte público, incluso recurriendo a equipos y filtros especiales del tipo HEPA”, dijo Contreras. Por otra parte, la experta recordó que no sirven los equipos ozonizadores ni tampoco rociar a las personas con diversos sprays de gotitas de químicos sanitizantes, dos medidas que no han demostrado ser eficaces contra los contagios.
Estas recomendaciones son las que rigen hoy. Pero, como recordó Mykietiuk, “los que hacemos ciencia sabemos que, con este virus, las evidencias que tenemos ahora pueden ser refutadas dentro de un mes porque el conocimiento está en cambio continuo, especialmente con esta patología”.
¿Es necesario testear a todos los pacientes con síntomas?
Otro tema que se trató en el webinar de la SADI es uno que ya está en plena grieta: ¿hay que testear a todas las personas que lo piden, tengan o no síntomas? ¿O hay casos en que no tiene sentido y eso evitaría una sobrecarga de recursos escasos? Para Contreras “la OMS recomienda que si se excede la capacidad de los centros de testeo, es correcto determinar qué grupos sí deben hisoparse y qué casos no lo necesitan. Se debe priorizar, por ejemplo, para pacientes sintomáticos, el personal de salud o la gente con comorbilidades, entre otros. Pero hay otros casos que claramente no necesitan estar priorizados”. Para Mykietiuk, “estamos en un momento de quiebre en ese tema y es algo que nos cuesta a todos hacer este cambio cultural, tanto a la población como a los mismos médicos. Entender que no todas las personas que puedan haberse contagiado necesitan ser testeadas es algo a lo que nos llevará un tiempo acostumbrarnos”.
Algo así expresó Elsa Baumesteir, especialista del Instituto Malbrán: “es cierto que debemos ir actualizando nuestras ideas sobre la prevención, lo cual es algo bastante lógico porque los virus van cambiando con el tiempo, van mutando y hoy la agresividad y la tasa de contagio de esta cepa es muy diferente a la original. Además, también es diferente nuestra realidad ya que esta ola la afrontamos con una elevada proporción de población vacunada”.