mantras

Cine y tecnología

Mirta Busnelli Foto: prensa Flow

En marzo se pudo ver en el DAC (Directores Argentinos Cinematográficos) La práctica (2023), último largometraje de Martín Rejtman, protagonizado por Esteban Bigliardi, quien interpreta a un instructor de yoga en proceso de divorcio. La historia trascurre en Santiago de Chile, con locaciones que parecen definir mucho de lo que pasa; hay idas y venidas de la ciudad a un lugar de retiro en medio de la naturaleza que marcan el pulso de una trama consonante con todo lo que Rejtman filma y escribe. 

Como se destaca entre otras películas nuevas por muchas razones difíciles de pormenorizar en este espacio, me voy a concentrar en un solo aspecto, oportuno en estos tiempos de cotidianidad intervenida por teléfonos celulares, como es el uso que se les da –o que no se les da– a las nuevas tecnologías. 

Conviene retrotraerme a una entrevista de más de diez años atrás para una revista cultural en la que consulté a Rejtman sobre el tema. Dijo algo así como que, para él, hay pocas cosas menos atractivas en la pantalla de un cine que alguien mirando su teléfono o el monitor de su PC. En paralelo, el cine y las series afianzaban el uso de estos dispositivos de mil formas diferentes, obviamente modernas, pero siempre poco cinematográficas, visualmente aburridas, narrativamente perezosas. Rejtman tenía razón.

En La práctica, los personajes  tienen smartphones, laptops y afines, pero no los vemos hablando por WhatsApp, stalkeando en redes o haciendo selfies: muy por el contrario, tocan el timbre de la casa de la persona a la que quieren ver o van a su trabajo; se comunican en forma analógica, personal.

Ante el fracaso de un emprendimiento comercial, uno de ellos responsabiliza a la mala ubicación del lugar en el que se emplaza, sin que nadie proponga “visibilizarlo en Instagram o TikTok” como salvación. Rejtman logra que los recursos tecnológicos no sean necesarios para ser verosímil y actual: salvo por pequeños detalles, como algún zoom entre el protagonista y su madre (divertidísima Mirtha Busnelli), la ausencia de tipeos en pantalla táctil, charlas con auriculares o grabados de audios es total.

Quizás por esto, La práctica puede suscitar, tangencialmente y en honor a su nombre, algunas de las liberadoras sensaciones de la respiración yóguica. ¡Entonemos el mantra Om!