Descifrar el mensaje de las elecciones de medio término
Las campañas presidenciales, generalmente son sobre continuidad o cambio, en cambio, las legislativas pueden tener varios significados. Muchas veces sirven para dar señales de disconformidad buscando correcciones. Otras veces, lo que parece ser una reafirmación del Ejecutivo por falta de alternativa opositora creíble termina en un cambio de signo político.
Desde Alfonsín hasta el 2005, los ciclos tenían la lógica de que el resultado de la elección intermedia anticipaba lo que sucedería dos años más tarde. Eso sucedió con Alfonsín, Menem, De la Rúa, Néstor Kirchner y Alberto Fernández. En cambio, pasó lo contrario durante las presidencias de Cristina y la de Macri. Como vemos no hay una ley escrita.
Actualmente la opinión pública se mueve al compás de los cambios vertiginosos que se están produciendo, tanto en el sistema económico mundial como en los modos de comunicación ya sea via internet, redes sociales e IA. A mayor velocidad en los cambios, mayor impaciencia por resultados.
Seguramente la LLA vencerá en octubre, el tema es: ¿por cuánto y qué nos preanunciará ese resultado para el 27? Ninguna de las dos cosas están claras hoy.
Quizás debamos mirar en las demandas profundas de la sociedad para pensar en qué momento el electorado buscó el cambio o la reafirmación de signo político. Los ciclos de Alfonsín y Menem terminaron en la crisis de 2001. Ninguno de los dos pudo cumplir sus promesas. Ni con la democracia se resolvieron los problemas económicos y sociales, ni con la convertibilidad y la apertura de la economía se lograron resolver los problemas del país.
La presidencia de Néstor Kirchner coincidió con un contexto internacional favorable que le permitió generar crecimiento económico y mejor distribución de la riqueza, pero Cristina según las encuestas de la época, terminó adeudando grieta, inflación, trabajo en negro, cepo, retenciones, inseguridad. Macri no solo no resolvió los problemas, sino que los agravó. Y Alberto fue una continuidad del fracaso.
Milei ganó prometiendo ajustar a la casta, terminar con la inflación y dolarizar
Alli aparece Milei. Democracia prometió Alfonsín, revolución productiva y salariazo Menem. Un país normal Kirchner. Pobreza 0 Macri. Heladera llena Alberto. En algún momento, mayoritariamente la sociedad les creyó y tuvo esperanzas en ellos, también les llegó el momento de la frustración.
Propongo mirar con atención dos issues que pueden ayudarnos a comprender parte de esa dinámica politica. Por un lado, el mito de origen de la sociedad argentina. La de un país rico en recursos naturales y humanos, esto último producto del proceso inmigratorio. El otro aspecto es la crisis del 2001 y la demanda de que se vayan todos. Milei ganó prometiendo ajustar a la casta, terminar con la inflación, dolarizar y volver a ser el país rico que fuimos.
En este sentido su discurso intenta tocarse con el mito de origen, pero olvida que el país rico se complementa con el sueño de movilidad social ascendente, el ser de clase media en un país que progrese integrado socialmente. No es algo que esté sucediendo ni por suceder.
No es casualidad que cuando los gobiernos pierden el apoyo de la clase media baja, comienzan su declive. Tampoco en el que se vayan todos sucedió, Milei, el outsider, está rodeado por dirigentes y prácticas de la vieja política.
Las encuestas están mostrando que la inflación como problema disminuye, pero emergen la corrupción y los bajos salarios. Ambos temas en donde el Gobierno está involucrado.
En general, la corrupción repercute electoralmente cuando falla lo económico. El Gobierno necesitará que las expectativas económicas no caigan para hacer una buena elección en octubre.
*Consultor y analista político.
También te puede interesar
-
Argentina, entre la polarización interna y el nuevo orden global
-
América Latina, Quo Vadis?
-
La voluntad
-
¿Otra vez una conducción militar en Defensa?
-
¿Volvió la “casta”… ahora ejercida por el Gobierno?
-
Música para tres
-
Kultura para todos
-
El Poder Ejecutivo se equivoca cada vez más
-
El experimento nauseabundo: mileístas y cristinistas, socios en la Auditoría
-
Asignatura pendiente