Diciembre de 2017/2025: algunas similitudes y dos diferencias claves
La crisis que se desató tras el debate parlamentario hace ocho años parece atenuada por la acción de Trump a nivel global y de La Cámpora en lo local.
1. Hace ocho años, el 20 de diciembre de 2017, el diario El País realizaba la crónica de la violencia en la calle que acompañó a la discusión sobre la reforma laboral, previsional e impositiva que quiso imponer el gobierno de Cambiemos en el contexto de lo que Mauricio Macri denominó “el reformismo permanente”. La noticia decía: “Argentina está demostrando una vez más que es el país de Latinoamérica donde es más difícil sacar adelante reformas impopulares. Una masiva movilización a las puertas del Congreso, con fuertes disturbios que hicieron retroceder a la policía varias veces, ha tratado de frenar el segundo intento de Mauricio Macri de aprobar la polémica reforma de las pensiones. Pero esta vez no lo están logrando”. Las sesiones de esta semana tanto en Diputados primero, donde no se pudo imponer la derogación de la emergencia en discapacidad, y el postergamiento de la discusión sobre la reforma laboral después, demuestran que hay elementos en común entre un escenario y otro. La conclusión puede ser parecida: Argentina es una sociedad que presenta dificultades para quienes promueven “cambios impopulares”
2. Como en 2017, la discusión parlamentaria sucedió en el contexto de un oficialismo empoderado. Los números de Esteban Bullrich en provincia de Buenos Aires, el 41,38% de aquel momento, son muy parecidos a los de la lista de La Libertad Avanza en el mismo distrito en octubre de este año: 41,53%. Lo mismo sucedió con la victoria de entonces de Lilita Carrió (50,93%), muy similar al 47,44% de nuestros días. Un gobierno con la sensación de que podía avanzar, pese a que por entonces Cristina Fernández de Kirchner hizo una muy buena elección y de que en septiembre de este año Axel Kicillof consiguió previamente en las legislativas provinciales un triunfo que puede considerarse arrollador.
3. Otro punto de contacto: “El escándalo de los disturbios y la tensión dentro del Congreso forzaron a levantar la sesión –se escribió en El País–. Esta vez el Gobierno aprendió la lección y cambió en dos frentes. Primero, buscó más apoyos de los parlamentarios, con un pacto con algunos gobernadores peronistas y un compromiso de dar a los pensionistas una paga extra que suavizara la pérdida de poder adquisitivo”. Ya por entonces, en la Argentina había un centrão, a la brasileña, con quien negociar y que ralentizaba el movimiento pendular.
4. Veamos qué se decía por entonces sobre la CGT. Sigamos con El País: “A la movilización en la calle se le sumó una huelga general de la Confederación General del Trabajo (CGT), la central peronista más poderosa del país, una decisión que puso fin a la tregua que mantuvieron hasta ahora con el Gobierno. La huelga arrancó al mediodía del lunes y no alcanzó en el arranque al transporte, una estrategia para facilitar la movilización”. Movilización sí; huelga por ahora no, sería la perspectiva de 2025. De todos modos, el recuerdo de una marcha antecediendo a un fracaso en la gestión gobernante es un punto en común para tener en cuenta,
5. Volvamos a las crónicas de por entonces. Ahora, un informe del Celag describe una situación con resonancias inevitables en el hoy: “Si bien se aprobaron las reformas fiscales y tributarias, que no es un dato menor, el Gobierno fue obligado a sacar de temario – hasta principios de 2018– la ley de flexibilización laboral, y sufrió un altísimo desgaste con el tratamiento de la reforma previsional, donde obtuvo una victoria pírrica”. Victoria pírrica: no es una mala definición para la aprobación del Presupuesto en Diputados.
6. El mismo informe señala que uno de los objetivos del gobierno de Macri era “la reincorporación de la Argentina al mercado financiero mundial luego de la resolución del conflicto con los fondos buitre”. Y “el alejamiento de China y Rusia, con quienes se tenía acuerdos estratégicos, volviendo a la unipolaridad estadounidense”. Cámbiese “fondos buitre” por “disminución del riesgo país” y estaremos en un contexto comparable.
7. También ese diciembre tuvo un 28. En lo que no fue una inocentada, el gobierno, en un anuncio en el que estuvieron Federico Sturzenegger y Luis Caputo en la foto, cambió de estrategia económica. La variación de las bandas en materia dólar también es una corrección en el rumbo, que puede tener consecuencias inflacionarias al año siguiente. Hoy, como ayer, son los mismos nombres.
8. Sí, no nos bañamos dos veces en el mismo río. La historia no se repite. Pero es indiscutible que un triunfo en el medio término no es sinónimo de hegemonía y que el Gobierno debería tomar nota de la situación.
9. Las derrotas oficialistas parlamentarias de esta semana son una zozobra en un movimiento ininterrumpido: la tendencia global del avance de la ultraderecha. Como dijimos anteriormente, Trump en el poder es una enorme diferencia y permite imaginar que estamos frente a un proyecto que ahora es viable. Lo cual implica un desafío para los progresismos del mundo.
10. Y aquí aparece la cuestión de la representación. Algo que quedó de manifiesto en el acuerdo entre Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados, y Máximo Kirchner (también participó Germán Martínez), a las tres de la mañana, para la designación de nuevos auditores en la AGN. Rita Mónica Almada, vinculada a La Libertad Avanza; Juan Ignacio Forlón, cercano a La Cámpora, y Pamela Calletti, ligada al gobernador salteño, Gustavo Sáenz, fueron ungidos en circunstancias por lo menos opacas. Más allá de cualquier valoración ética: esta es la otra diferencia. Para el kirchnerismo, el de Cristina y Máximo Kirchner, el gobierno de Javier Milei no solo no representa un riesgo institucional, sino que existen vasos comunicantes. Demasiados. Aun en la opacidad, la fallida intención de llevar a Ariel Lijo a la Corte Suprema fue la demostración de que ese diálogo es posible, existe.
11. Horacio Verbitsky, quien muchas veces explica aun mejor que sus dirigentes las razones de ese sector en El Cohete a Luna, escribió el último fin de semana lo siguiente: “Según el subdirector de The Economist, Edward Carr, durante la campaña electoral de 2020 el argumento de Joe Biden y luego de Kamala Harris fue que Trump era una amenaza para la democracia y la República. No funcionó: Trump recuperó el poder con un mayor porcentaje de votos que en 2016, cuando venció a Hillary Clinton. (…). Por su propio bien y por el de sus países, los políticos tradicionales y sus partidarios necesitan urgentemente un enfoque diferente”. También aquí, políticos e intelectuales creen que quien no califique de fascista o nazi a Milei no lo combate. Así les va.
12. Cabría preguntarse cómo les está yendo a los políticos que no prestan atención al devenir autoritario del Gobierno. Quizá para ellos sea mejor negociar algún puesto en la Justicia y hacer callar incluso a los propios, como hizo el líder de La Cámpora en algún acto, cuando se manifestaron contra Javier Milei.
También te puede interesar
-
Argentina, entre la polarización interna y el nuevo orden global
-
América Latina, Quo Vadis?
-
La voluntad
-
¿Otra vez una conducción militar en Defensa?
-
¿Volvió la “casta”… ahora ejercida por el Gobierno?
-
Música para tres
-
Kultura para todos
-
El Poder Ejecutivo se equivoca cada vez más
-
El experimento nauseabundo: mileístas y cristinistas, socios en la Auditoría
-
Asignatura pendiente