El cuatro de copas
La escalera del avión baja como el cierre de una bragueta. El tipo se asoma. Tostado, peinado wachiturro, camperita de jugador, piernas chupines, zapatillas blancas, sonríe a los fotógrafos, la saca, la muestra, la mide, son unos 75 centímetros. Sostiene los once kilos con las dos manos. La frota, la besa, la baja, la apoya en el suelo. ¿Querían más? ¿Querían otra? Parece preguntarse. Acá la tienen, adentro, dice, sólo con la cara, sin despegar los labios. ¡Grande, Chiqui!, grita uno de los que le soplan la nuca cuando se la sudan.
Clap, clap, clap, sticker de manos aplaudiendo, cuerpos inclinados haciendo reverencias, camisetas revoleadas sobre las cabezas olé, olé, olé, fuegos de artificio a su paso, miradas de asombro, ojos al borde de las lágrimas por la emoción de tenerlo ahí, de casi tocarlo, morteros que lanzan papelitos de colores cuando se ve que le van a colgar la invisible medalla que en las mesas de café consagra al que logró cumplir el sueño húmedo del argento promedio, zafar, salvarse.
El ganador provoca en quienes saben de dónde partió, cómo fue, qué olvidó, pactó, incumplió para llegar, un insulto que concede el reconocimiento. El revuelto de sentimientos, sobrecargado de ira, envidia, frustración, prejuicio, odio, desprecio, celos, está tocado a la vez de una inefable, secreta, admiración. La amorosa puteada expresa, contiene, resume el brote salvaje. Si ponen la oreja, cuando se lo ve, o se lo nombra, en el silencio alguien piensa: “¡Hijo de puta, qué bien la hizo!”.
Talento natural para hablar, callar, lamer, escupir, ascender. San Juan, Buenos Aires, colegio, San Telmo, fútbol, Barracas Central, barrendero, sindicato de camioneros, fiesta gremial, Paola, hija de Hugo Moyano, esposa, hijos. 2001, Barracas Central, primer C, Tapia presidente, Moyano conducción. Comité ejecutivo de la AFA. 2010, Barracas asciende a la B metropolitana. Los votos del ascenso que controla Tapia son para Grondona. Asciende a secretario. 2014, Muere Grondona. 2015, Tapia vice. Se prende a la Selección. 2017, el ascenso vota Tapia presidente.
Si avanzan las Sociedades Anónimas Deportivas se acaba el negocio de los favores
Los más necesitados suman mayoría. Eligen a quien manda, administra, invita a viajes, decide quién sube, baja, modifica las reglas. 2018, Rusia, Mundial, Sampaoli renuncia. Scaloni ocupa su lugar hasta que se contrate a otro. Seis partidos, gana cuatro, empata uno, pierde uno, Scaloni se queda. Los árbitros de fútbol tocan el pito del nuevo poder. Como Arsenal de Sarandí con Grondona. Barracas Central asciende a la B Nacional, Barracas Central asciende a primera, el estadio se llama Claudio “Chiqui” Tapia.
Faltaría contar al mismo tiempo el lado oscuro del sol naciente. Entren acá. Desde hace más de diez años Claudio Tapia es vicepresidente de la Ceamse, sociedad del Estado que comparten en partes iguales la provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Empleado en una empresa vinculada a su entonces yerno, Hugo Moyano, fue primero coordinador general de la Unidad de Inspección. Rodríguez Larreta, Diego Santilli, acuerdo con Moyano, vicepresidente en representación de la Ciudad, cargo que renovó en 2020. ¿Trabaja? ¿Cuándo? ¿Cobra? ¿Cuánto? ¿Desde ahí también se maneja el ascenso?
Chiqui le puso la Tapia a todos. Borró de Ezeiza el nombre del muerto Grondona, reemplazado por el del santo patrono Lionel Messi. Se mandó a hacer una oficina de lujo en el predio, inauguró otra en un octavo piso de Miami. El cuatro de copas, dos de América, Finalísima, Mundial, ya no le atiende el teléfono a Larreta, Macri, a ningún Fernández, ni a Massa, por el que apostó un pleno en la última elección. Contiene la embestida del propio Milei. Sabe que si avanzan las Sociedades Anónimas Deportivas se acaba el negocio de mantener los votos del ascenso con favores, o limosnas.
“Estás cambiando más que yo/ asusta un poco verte así”, canta el Indio en el final de Juguetes perdidos, “cuanto más alto trepa el monito/así es la vida el culo más se le ve”.
*Periodista.
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