realidades

El nudo corredizo

. Foto: CEDOC PERFIL

¡No es estupidez, es que las palabras se devalúan! Facebook cedió a Instagram y de allí a Tik Tok (cero texto y diseños precocidos para surfear la ola del instante); la palabra no vale y se puede faltar redondamente a ella, ya que es ambigua y siempre lo ha sido.

La Ciudad, tan comprometida con la palabra “educación”, tras reducir los presupuestos a mínimos históricos, ahora prohíbe a los maestros dar clases virtuales. Sugerir que estos días se recuperan en diciembre parece una vulgar pulseada con Nación, que decretó que las escuelas se virtualizaran durante la emergencia. La negativa de la ministra Acuña quizás responda a no poder admitir que si hay alumnos sin conectividad es porque la Ciudad les ha quitado las computadoras que tenían de planes anteriores. Y ahora se nos sumó esta noticia: Ciudad no proveerá más a las escuelas los elementos de bioseguridad y delegará esta función a las cooperadoras. En cambio, han pintado el Obelisco y adecentado sus rejas para celebrarle los 85 años. ¿Qué percepción del sentido de lo urgente destila la ciudad en la que vivo? ¿Es la misma ciudad que gasta en pintura incolora la que dice no tener para el alcohol de las escuelas? ¿Es el mismo Obelisco en torno al cual orbitan los gorilas para contagiarse alegremente?

Educación, compromiso, cuidados, libertad: todas palabras. Esa devaluación perenne de lo dicho mella todo pacto social y profundiza la tendencia a leer la realidad como literatura folletinesca, un folletín cada vez más pobre e inverosímil. Cuando la realidad es percibida como una posible escritura mala, un pedazo de Instagram que leer en el baño, recuerdo lo de Eduardo Del Estal: “La escritura, tierra de nadie, teje una trama, un nudo corredizo que no ata a nada sino al hilo.” Sería hermoso si fuera sólo el arte de contar. 

En la vida se dicen palabras para ocultar otras; se escriben realidades para sustraernos de la realidad. El nudo corredizo del discurso aprieta sobre sí mismo y no ata a cosa alguna.