diagnósticos

Elegir al numen

. Foto: Cedoc Perfil

Ricardo Rojas describía en La restauración nacionalista a la personalidad nacional y la personalidad individual como entidades gemelas. Le era razonable escuchar que “Alemania quiere tal cosa” o que “Francia es bella”. Los pueblos creadores de una cultura (con o sin la anuencia de sus individuos) tienen alma colectiva. La cultura sería la manifestación histórica del numen angélico que las anima. Al hablar de numen como la deidad inspiradora de un lugar no cuesta nada recordar que numen se usó también para designar al emperador: lo que rige puede manifestarse como forma colectiva pero también imperial, impuesta. Hablar de deidades en abstracciones como la cultura no está del todo mal, o está tan bien o tan mal como hablar de patrimonio, de arte o de vanguardias.

Como toda la psicología era muy nuevita allá por 1908, es lícito que Rojas concibiera la nacionalidad como una síntesis psicológica: un yo metafísico que se hace carne en un pueblo y que habla con los signos de la cultura. 

La conciencia individual estriba en la cenestesia (unidad del cuerpo en el espacio) y en la memoria (continuidad del espíritu en el tiempo). Así, la conciencia nacional estriba en una cenestesia colectiva (el territorio y la población) y en una memoria colectiva (la tradición y la cultura). Pensemos que Rojas convivía con el aforismo de Alberdi, para quien, por ejemplo, gobernar era poblar. Una idea de numen bien local, asaz diferente del sentido de gobernar en Alemania o en Florencia.

Poblar: extendernos, cubrir la faz del paisaje con gente que produzca cosas y que, de rebote, destile una cultura.

En “La Argentina está en crisis” también hacemos hablar a un territorio como una persona en el diván; es raro, es mágico y convivimos con ello. Así oímos también en estos días diagnósticos espiritistas del tipo “Córdoba es secesionista”, “la Capital es garca” o “el campo debería ser nuestro aliado”.

¿Es literatura o es psicología? Pregunto como para ir sabiendo.