vértigos

En esos días

. Foto: Cedoc Perfil

A otros, en otro tiempo, les habrá pasado lo mismo, acaso en el mismo lugar o al menos en la misma zona. Les habrá pasado lo mismo o algo más bien semejante, porque hay cosas que se hacen notar por ausencia y no por presencia, por su modo de faltar antes que por su modo de estar. A otros, en otro tiempo, en esta misma parte de Buenos Aires, la Avenida Juan B. Justo, les habrá pasado lo mismo (o una cosa parecida) con el arroyo Maldonado. A mí me sucede ahora, cada vez que me acerco y paso, en el cruce de Juan B. Justo y Córdoba, con el puente que estaba y no está.

No se trata de cualquier supresión ni tampoco de cualquier vacancia. Es preciso que se establezca primero un hábito de contemplación y contacto, algo así como un paisaje que todavía existiendo ya se ha hecho memoria. Y es preciso que el objeto en cuestión se torne significativo, que se vuelva de alguna forma especial. Entonces sí: si se lo entuba y se lo tapa, o si se lo demuele y se lo quita, empieza a faltar de una manera que es distinta a otras maneras, cobra un tenor de inexistencia que no puede compararse con otros.

El arroyo corre debajo y se sabe, se lo puede percibir o intuir tal como Martínez Estrada percibía o intuía que debajo de la ciudad seguía estando la pampa. Lo del puente resulta distinto; lo desmontaron, lo deshicieron, ya forma parte de lo que, habiendo sido, no es. El nuevo puente, el del ferrocarril San Martín, aunque diferente en su entidad y en su trazo, palia un poco esa especie de exceso de espacio, ese ensayo de demasía de cielo, que se produjo en el tiempo intermedio entre un puente y el otro, entre el puente que ya no y el puente en reemplazo que sí. En esos días, ese lugar me daba vértigo.

Juan B. Justo es una avenida, pertenece a la modernidad urbana. Pero no sigue en su recorrido el cálculo geométrico de la cuadrícula de rigor y su consabida monotonía, ni tampoco la huella atípica de lo que alguna vez fue un camino de entrada o salida para Buenos Aires. Sigue la línea del curso de agua de antaño: en la superficie material de la ciudad, un dibujo que, en su momento, trazó la naturaleza.

La avenida por lo demás lleva el nombre del primer traductor al castellano de El Capital de Carlos Marx.